jueves, 17 de abril de 2014

Valparaíso, No se Puede Vivir sin Conocerlo

Al mirar la Historia de Valparaíso desde su descubrimiento por los españoles, los porteños han logrado desarrollar una mentalidad, una forma de ser, una forma de expresarse y sentir única de aquellos que habitan el puerto y que de una u otra forma han logrado apreciar aquellos que han pasado por él. Valparaíso nació de la necesidad de un puerto como una pequeña aldea o un emplazamiento portuario[1], en donde los sueños aun no creaban el imaginario que hoy es, y el puerto era algo útil, una herramienta para que Santiago se pudiera desarrollar. Valparaíso, al igual que muchas ciudades puerto carece de una fecha de fundación ya que fue desarrollándose en la medida que la necesidad del puerto y la capital lo exigían, parte del imaginario y de la historia no documentada es el arribo del expedicionario español Juan de Saavedra en 1536 quien llegó en el Santiaguillo al puerto y según el “mito” desde aquí en adelante éste se fue construyendo como una ciudad con historia propia.
Si bien Valparaíso nunca fue fundado, su desarrollo se fue dando de una forma desordenada y siempre en busca de solventar las necesidades de sus habitantes, de crear lugares donde habitar y trabajar. Valparaíso esta cimentada en una angosta planicie litoral lo que obligó a aquellos que quisieran vivir en esta ciudad a colgar de los cerros las viviendas, llenando de colores y vida las quebradas[2], acantilados y espacios en los que se pudieran instalar. “Desde su origen, Valparaíso tuvo que luchar contra los problemas derivados de su emplazamiento[3]. Observadores foráneos e historiadores contemporáneos concuerdan en que no hubo lugar menos a propósito para levantar una ciudad como el sitio que ocupa. El Océano Pacifico apenas dejaba una estrecha franja de tierra antes de tocar los arcillosos cerros que servían de anfiteatro a la bahía en los siglos coloniales, y en este ajustado recinto se hallaban algunas bodegas[4]”.
Desde sus comienzos Valparaíso mostró dos caras claramente definidas, la de los cerros donde habitaba la gente más pobre, a excepción del cerro Concepción y el Alegre[5], y el plan en donde habitaba la gente más rica y donde se desarrollaban las actividades económicas. “Desde los años ochenta el suelo habitable de Valparaíso ya estaba definido, porque la ciudad patricia había, en parte, expulsado a los pobres de los terrenos más cotizados del plan, y El Mercurio informaba en 1914 que la población, “en cuanto a morada, está perfectamente dividida: en el plan habita la gente de más o menos holgada situación y en los cerros adyacentes la clase asalariada u obrera. Con el tiempo el imaginario de los barrios populares fue adquiriendo rasgos más negativos, porque mientras los relatos de los viajeros en los primeros decenios del siglo XIX subrayaban lo peculiar y extraño del poblamiento de las quebradas, calificándolo de pobreza pintoresca, desde el tercer trimestre del mismo siglo los mismos barrios y sus moradores son vistos como una amenaza al orden, a la estética y la salubridad de la ciudad[6]”.
Valparaíso se caracteriza por su geografía, la cual se ha plasmado en la construcción de la identidad del porteño[7], han ayudado a esto “la bahía, el plan y los cerros”[8]. Mirando a Valparaíso desde el mar lo primero que se puede apreciar es la forma de un anfiteatro formado por sus cerros que aparentan ser murallas. “Valparaíso se vanagloria hoy de sus 42 cerros sobre los que se esparce una infinidad de construcciones colgadas y arrimadas unas sobre otras. Es el sello particular sobre el que se articula la identidad de la gran mayoría de los porteños del siglo XXI[9]
En el siglo XVI Valparaíso estaba formado por un núcleo portuario que dio origen a la ciudad. Posteriormente en el siglo XVII se transformó en una plaza militar, en el siglo XVIII comenzó a ocuparse el sector del Almendral y en el siglo XIX el proceso finaliza con la expansión hacía los cerros[10].
Valparaíso durante todo el período colonial se caracterizó por ser una ciudad pobre que carecía de todas las comodidades que existían en ese tiempo y constantemente se veía atacada por las tempestades naturales. Entre los siglos XVI al XVIII solo se conserva la traza original de su planta a causa de los efectos de terremotos, maremotos y por ataques de piratas[11], como si la suerte de este puerto desde un principio llamará a la desgracia. Durante este período se destacan tres actividades en la ciudad: la portuaria, las fortificaciones que la transforman en una plaza militar y las fundaciones religiosas.
Al hablar del Valparaíso de ese tiempo se habla de una ciudad puerto cuya única función primordial era recibir los barcos con las cargas que llegaban para luego ser transportadas a Santiago y desde ahí distribuidas a otros sectores. Durante este período se acabó con gran parte de la vegetación de la zona para construir las chozas o casas, o para reparar los barcos que se encontraban en mal estado. También se acabó con la fauna del lugar que era rica en llamas y se cazaban para ser comidas por los habitantes del puerto.
Una vez declarada la independencia de Chile y el libre comercio la imagen de Valparaíso cambia, sobre todo en 1850 con la llegada de la inversión extranjera, que generó negocios e infraestructura y mejoró las redes de comunicación de Valparaíso con otras ciudades. Valparaíso alcanzó un notable desarrollo económico y social a partir de 1850 debido principalmente al capital extranjero y el desarrollo del transporte. (La creación y mejoramiento de la carretera que comunicaba con Santiago y la puesta en funcionamiento del tren)
Entre los factores en el desarrollo de Valparaíso uno de los más valiosos es la notable participación que tuvieron los inmigrantes, quienes además de dar líneas para su conformación cultural aportando diferentes rasgos que se conjugaron con la ciudad, crearon una forma distinta de porteño desarrollando características que los distinguían de los demás habitantes de Chile[12].
A Valparaíso no solamente llegaron extranjeros, sino que también inmigrantes de las zonas rurales del país en busca de mejores oportunidades, estos cumplían diferentes labores las que muchas veces no realizaban los porteños. “La fluidez migratoria desde los campos de Chile Central hacia Valparaíso fue un proceso constante, aun cuando durante la segunda mitad del siglo XIX “las grandes ciudades constituían la peor alternativa ecológica y de vida que Chile podía ofrecer al peonaje itinerante. Se instalaban en sitios eriazos al borde de la ciudad, alejados del control del Municipio y con cierto grado de autonomía, como lo fue el suburbio del Almendral[13]”.
Una de las principales razones que atrajo a los inmigrantes internos fue la mayor disponibilidad de trabajo que ofrecía el puerto, sobre todo cuando se expandieron las comunicaciones con otras ciudades y se mejoró la conexión vial, en “1852 se inició la construcción del ferrocarril[14] entre Valparaíso y Santiago, lo que constituyó una fuente de trabajo que atrajo a la mano de obra sobrante de los campos, convirtiéndolos en carrilanos[15]”.
A finales del siglo XIX y principios del siglo XX Valparaíso había alcanzado una gran estabilidad económica y se podía reconocer como una ciudad con una economía estable, que aceptaba la diversidad y que fomentaba el trabajo, lo que atrajo a una segunda oleada de inmigrantes con la promesa de un futuro más próspero.
Siempre existieron dos realidades contrapuestas que convivían de manera armoniosa, las diferencias entre éstas realidades eran identificables por terceros pero no así por quienes vivían en la ciudad, y si lo eran, las aceptaban integrándolas de manera regular en su diario vivir por costumbre a este modo de vida. Una de las dualidades más notorias es el encuentro entre extranjeros y naturales, entre ambos se desarrollaron relaciones de comercio y trabajo y se podía apreciar que se necesitaban. Desde el punto de vista arquitectónico, en el plan se podía identificar un Valparaíso antiguo con un sector claramente mercantil y un sector nuevo que crecía constantemente debido a esa necesidad imperiosa que tenía el puerto por crecer, encontrándose ambas partes del puerto relacionadas por la igualdad de condiciones ante las inclemencias del tiempo y soportando los constantes embates que azotaban a éste Valparaíso infausto[16].
A pesar de la segregación de los habitantes de los cerros existía un punto de encuentro en la ciudad en donde convergían todas las clases y tipos de personas, extranjeros, nativos, ricos y pobres. “Por esta razón, aunque se observan dos “ciudades” en una, no es posible advertir una marginación o automarginación física total de los pobres, y mucho menos en la actividad callejera, porque entre la Iglesia de la Matriz y la Av. De las Delicias, unidas por una sola calle comercial con distintos nombres, seguía siendo punto de encuentro entre ricos y pobres[17]”.
Pese al intento de dividir la ciudad entre ricos y pobres, entre los del cerro y los del plan, estos dos seguían comunicados sin querer por los acontecimientos infaustos que marcaban a Valparaíso cada cierto tiempo y sobre todo en invierno con las inundaciones y los temporales que arrastraban la basura de los cerros al plan[18].
La historia de Valparaíso ha estado marcada desde sus inicios por lo infausto ya que su emplazamiento no es el más adecuado para una ciudad cosmopolita, su escaso centro urbano compuesto por el puerto y el almendral han debido sufrir constantemente los embates de la naturaleza que se ha ensañado con sus construcciones y ha echado a tierra en más de una oportunidad la mayoría de las edificaciones. Además debido a la materialidad de sus construcciones son proclives a incendios, los que no sólo afectan al plan sino también a los cerros ocasionando verdaderas catástrofes que en algunos casos han costado la vida de muchas personas. Por si esto fuera poco, los temporales habituales en temporada de invierno ocasionaban constantemente inundaciones en el plan de la ciudad debido a la acumulación de agua proveniente de las quebradas y a la poca absorción del terreno.
En otro aspecto de Valparaíso, dejando de lado lo infausto de este puerto y entrando al mundo de la entretención se puede decir que desde un principio giraba en torno a la bohemia y la religiosidad[19], mostrando dos caras de este puerto el que durante toda su historia se ha caracterizado por lograr unir de una u otra forma dos mundos, en este caso el de las clases más altas los que por medio de las fiestas religiosas trataban de mantener un cierto orden y continuar con su estatus de clase, y por el otro los más pobres que si bien participaban de las fiestas religiosas a veces con mayor fe y entusiasmo que los de clase alta, no dejaban de asistir por las noches a sus acostumbrados bares y cantinas a dar rienda suelta a esos instintos que la mayoría de la veces suelen llamarse bajos. Además muchos de los que participaban durante el día de las celebraciones religiosas por las noches participaban de los bailes y la alegría que proporcionaba la noche sin diferenciar clases ni etnias, pero siempre manteniéndolo en secreto, como una especie de tabú y pacto tácito en el que se asumía que todos los que participaban disfrutaban de estas noches de bohemia pero no lo decían[20].
Una de las fiestas más importantes del puerto en la que se reunía toda la sociedad porteña era la gran Fiesta de San Pedro[21], patrono de los pescadores, cabe decir que esta fiesta religiosa lograba hacer que los porteños pusieran sus mayores esfuerzos en ponerse a la altura de la celebración, mostrando sus mejores prendas y vestidos el tiempo llevo a que “esta procesión, peculiar de Valparaíso, se efectúa cada día con mayor boato i solemnidad; pero no hace mucho se le daba el carácter de una alegre excursión por mar, en la que el santo, figura de bulto confiada a la custodia de una mujer andrajosa i a una media docena de desarropados tunantuelos, representaba un papel bien triste i secundario…[22]
Dentro del contexto universal una de las principales fuentes de entretenimiento para el hombre desde el siglo XIX es el cine, estas imágenes en movimiento desde un comienzo llamaron la atención del público, quienes encontraron en este invento uno de sus pasatiempos favoritos. Este denominado séptimo arte esta encadenado a la Historia del hombre, desde sus orígenes con la cámara oscura que se desarrolló en el siglo XVI y la linterna mágica, ambos antecedentes de la fotografía, hasta llegar a Niepce y Talbot en el siglo XIX, culminando con el daguerrotipo de Louis Daguerre en 1839.
Existe consenso entre los historiadores que el nacimiento del cine se produjo el 28 de diciembre de 1895 en París, cuando un público sorprendido huía despavorido de la sala al ver a una locomotora aproximarse demasiado a la pantalla. Esa fue la primera presentación del film La llegada del Tren, producida por los hermanos Lumiére. Estos hermanos han sido reconocidos universalmente como los iniciadores de la Historia del Cine.
En la misma época en los Estados Unidos, Thomas Alva Edison patentó una máquina y un proyector, en pocos años Edison pasó a ser el productor de cine más destacado de los Estados Unidos y controló gran parte de la nueva industria.
Volviendo a Valparaíso a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, la entretención y el ocio no encontraban gran apoyo en el puerto, sobre todo por la visión pragmática que los porteños tenían sobre el uso del tiempo ya que pensaban que el tiempo debía ser ocupado en trabajar, en producir y no en el ocio, hecho que se acentuaba aún más para el otoño y el invierno siendo el clima un impedimento para las salidas a las plazas o lugares públicos. “En una ciudad de esas características, resultaba normal que los habitantes destinaran escaso tiempo a las diversiones, particularmente en otoño e invierno. De ahí que durante el siglo XIX y comienzos del XX resulta común que la ciudad sea caracterizada de monótona, aburrida, y sus habitantes de apáticos y excesivamente pragmáticos[23]”.
Esto ocasionó que algunos teatros se encontraran cerrados durante el año y que las compañías de entretención no pasaran por el puerto, “… en Valparaíso el teatro y el club eran los únicos centros de diversión, con el inconveniente que el teatro pasaba “cerrado la mayor parte del año por la falta de compañías, a causa de que cuando la hay, la concurrencia brilla por su ausencia” y en cuanto a los clubes “llevan una vida lánguida y mendicante[24]”. Que la asistencia al teatro era escasa es una verdad que ha sido establecida por la historiografía, entre otros por Fernando Silva Vargas y por Juan Eduardo Vargas C. según este último, “los espectáculos artísticos que ofrecía el teatro nunca fueron una entretención masiva” asegurando que “la mayoría de los habitantes no iba jamás al teatro[25]”. Son múltiples los relatos que hacen referencia a lo poco concurrido que eran los teatros en Valparaíso, pudiéndose decir en cierto sentido que los habitantes del puerto apreciaban más una vida calmada en sus casas o trabajos que de diversión y ocio[26].
Por otro lado en el mundo se estaba desarrollando un nuevo tipo de arte el que comenzó a expandirse rápidamente y de manera progresiva. Y Valparaíso no estuvo ajeno a las vanguardias artísticas de su época, ya a fines del siglo XIX llegaron en barco los primeros proyectores de imágenes “la historia de la cinematografía (Kine: movimiento y Grafos: imagen) en Valparaíso se remonta a 1896, cuando arriba a este puerto el Kinetoscopio de Thomas A. Edison, primera cámara-proyectora cinematográfica[27]”.
Las primeras exhibiciones públicas en el puerto se realizan al año de la primera muestra de los hermanos Lumiére en París. “A fines de 1896 se realiza el pre estreno del revolucionario invento. Lo adquiere la casa Pra y Cía. la cual anuncia la exhibición en la calle Condell #186, que en adelante va a ser la dirección establecida para que el público disfrute de nuevas visitas[28]”.
La mayoría de los estudiosos señalan que 1902 fue el año en  que por primera vez artistas chilenos retrataron nuestra realidad en el cinematógrafo, “durante un largo tiempo, se ha sostenido que en Chile la primera muestra de “cine nacional”, era la que se conoció en una exhibición realizada el 26 de mayo de 1902 en el Teatro Odeón de Valparaíso. Se proyectó entonces una película de poco más de dos minutos de duración, Ejercicio General de Bombas, que comprendía varias vistas: “Desfile de las compañías por la Plaza Aníbal Pinto”, “Competencia de los grifos”, “Ejercicios de escalera”, “La Pirámide” y “Bautizo de la 11° Compañía”, según informó el diario El Mercurio, citado por Alicia Vega en su libro Itinerario del Cine Documental Chileno[29]”.
Junto con la baja popularidad de los teatros en Valparaíso y la llegada de cine, se produce la transformación de los antiguos teatros en cinematógrafos a la vez que se crean nuevos teatros. “La Historia del cinematógrafo en Valparaíso, precisamente va de la mano con el desarrollo de su infraestructura, puesto que la emergente actividad demanda la construcción de espacios y accesos adecuados, por ejemplo para los efectos de seguridad del público asistente[30]”.
A principios de la década surgen los primeros cineastas chilenos, quienes realizan mayormente cortometrajes, “de esos ejercicios cinematográficos surge Un Paseo a Playa Ancha, la cinta más antigua que se conserva (en formato video) en Chile. Filmada por un extranjero el 8 de enero de 1903 y se estrena en el Teatro Nacional (uno de los primeros nombres que recibió el actual Teatro Municipal de Valparaíso)[31]”. Esta cinta “muestra un pintoresco festejo en la elipse de Playa Ancha, el que culmina en una animada celebración alrededor de un asado, incluyendo bailes de zamacueca[32]”.
Pese a la poca popularidad de los teatros no dejaron de existir en Valparaíso ni mucho menos dejaron de abrir uno que otro durante este tiempo, abriéndose más de algún teatro o centro de diversión donde los habitantes del puerto pudieran encontrar un espacio para desconectarse del trabajo diario. “Si avanzamos a las primeras décadas del siglo XX constatamos que los lugares de entretenimiento han aumentado en Valparaíso, pero falta el público que los disfrute. Según Sucesos, hacia 1910 la apatía subsiste en la ciudad como en sus mejores tiempos: “tenemos biógrafos perpetuos en el Edén y Colón, buenas compañías de zarzuela española en el Valparaíso y Apolo, y una compañía de zarzuela barata en el Sócrates, que hace furor entre las butacas vacías. Y no decimos nada del Biógrafo antialcohólico que exhibe sus películas en el Coliseo Popular ante un público que brilla por su ausencia” (Sucesos, Nº 389, Valparaíso, 17 de Febrero 1910)”. Trece años más tarde la misma publicación reiterando su aserto atribuyendo el carácter frío y apático de los porteños a la influencia inglesa, en una ciudad donde “no dan fuego la alegría ni el  buen humor, porque todo el mundo vive preocupado en este puerto del negocio y del trabajo, sin importarle mucho ni la política ni nada de aquellas cosas que en otras poblaciones de Chile despiertan gran entusiasmo y hasta apasionan al público de todas las edades y condiciones”. Según la revista Valparaíso “no sirve para divertirse y sus jóvenes están demasiado gringos, para ser gracioso y ocurrentes”. (Sucesos, Nº 1.100, Valparaíso, 1923)[33]”.
A comienzos del siglo XX empiezan a formarse diferentes lugares de entretención en el puerto aparte de los comúnmente conocidos bares y teatros, entre ellos los balnearios, los que eran altamente concurridos en la temporada estival recibiendo entre Valparaíso y Viña del Mar a una gran cantidad de veraneantes provenientes de todas las clases sociales, los que buscaban refrescarse en estas costas y aprovechar también los encantos que ofrecían ambas ciudades.
Transcurrido los años el cine en Estados Unidos logra posicionarse como una industria del espectáculo. En Europa surgen movimientos críticos y de tendencias innovadoras que impulsan una ruptura con las pautas establecidas. Aparecen directores que se dan cuenta de que este nuevo medio de comunicación de masas también puede servir como medio de expresión de lo más íntimo del ser humano: sus anhelos, angustias o fantasías. Además expresándolo con una estética innovadora de "vanguardia".
Valparaíso no fue ajeno a la llegada del cine sonoro, “el viernes 7 de marzo de 1930 se exhibe en el Teatro de la Victoria la película Melodías de Broadway, la primera que se proyecta en Valparaíso con el sistema de cine sonoro, momento en que el teatro queda relegado a un segundo plano y la mayoría de sus salas se destinan al cine, en torno al cual aumenta la controversia respecto de los efectos negativos de la mayoría de las cintas cinematográficas en las costumbres de la sociedad. Sin embargo, a pesar de todas las regulaciones y controles a que estuvo sujeto, el biógrafo termina transformándose en una de las entretenciones preferidas de los porteños hasta años muy recientes[34]”.
La Historia de opulencia, de crecimiento económico, de estabilidad y de apogeo de Valparaíso llega a su fin aproximadamente en el año 1930, debido a múltiples factores que en su conjunto lograron llevar al puerto a un punto de decadencia del que se le hizo muy difícil recuperarse, pudiéndose decir que hasta el día de hoy Valparaíso no alcanza el apogeo y estabilidad que tuvo en sus años de esplendor.
Entre los factores que podemos encontrar que llevaron al puerto de Valparaíso a la decadencia se encuentran la construcción y apertura del Canal de Panamá, ya que con la construcción de esta vía de comunicación entre el Atlántico y el Pacifico se hacía casi innecesario que los navíos hicieran uso del estrecho de Magallanes, quedando relegada la importancia del Puerto de Valparaíso como lugar de reabastecimiento y descanso de navíos y marineros[35].
Otro de los factores que influyeron en la decadencia del Puerto de Valparaíso fue una la de las crisis económicas más grandes que se han dado en la Historia de la Humanidad, la crisis de 1929[36], pese a que esta crisis no dejó ver sus consecuencias en los primeros años no pasaría mucho tiempo para que éstas se sintieran. Esto llevó a que bajaran las inversiones dentro del país y también que bajara la exportación de productos, pasando a segundo plano los puertos por su poco uso.
Además de las razones anteriores se debe considerar el éxodo de porteños que se fue al extranjero y a algunas partes del país, como Santiago y la zona norte[37]. Hubo un tiempo en que el flujo poblacional favoreció a Valparaíso, pero en esta época lo perjudica, ya que la facilidad de transporte le jugó en contra ayudando a que el flujo de personas saliera del puerto[38].
“No es descabellado entonces situar el prolongado siglo XX como aquel de la decadencia, cuando a nivel comunal, la población de Valparaíso no ha variado de ser 200 mil personas, y a nivel provincial o del Área Metropolitana del Gran Valparaíso (AMGV), el movimiento de entrada y salida, lo han dinamizado comunas circundantes a la de Valparaíso, y no la comuna como tal[39]”.
Pese a esta decadencia, sobre todo económica que se produce a nivel mundial y que golpea de manera grave al puerto de Valparaíso el arte no deja de seguir existiendo y desarrollándose a nivel nacional, lo que llevó a que en los años 50 se crearán las primeras escuelas de cine, en 1955 se crea el Departamento de Cine Experimental y la Cinemateca de la Universidad de Chile, y en 1957 se crea el Instituto Fílmico de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
“En 1962, Valparaíso continúa seduciendo a los románticos, músicos, escritores, poetas y cineastas. Ese año se produce un extraordinario suceso en el ámbito nacional: la visita y el trabajo del documentalista holandés Joris Ivens, quien junto con la gente del Centro de Cine Experimental de la Universidad de Chile filma el mediometraje A Valparaíso[40]. Ivens, “nos muestra en su película, un Valparaíso único, diferente, original y mágico. Nadie hasta hoy lo ha retratado como él[41]”.
En 1967 el Cine Club de Viña del Mar organiza el Primer Festival Internacional de Cine Latinoamericano, en el que compiten solamente cortometrajes y mediometrajes. En donde se reúnen algunas de las más importantes figuras del continente: Gláuber Rocha, Humberto Solás, Julio García Espinoza y Octavio Gettino, entre otros.
“En 1969 la Universidad de Chile de Valparaíso continúa esta incipiente tradición haciéndose cargo del Segundo Festival Internacional de Cine Latinoamericano, al que incorpora largometrajes argumentales. Chile es representado por Valparaíso, mi Amor (1969), de Aldo Francia, que inaugura el festival; Tres Tristes Tigres (1968), de Raúl Ruiz y El Chacal de Nahueltoro (1971), de Miguel Littin, que cierra el festival[42]”.
Es en este escenario donde se enuncian los principios del movimiento que se conocería como Nuevo Cine Chileno de la mano del Nuevo Cine Latinoamericano. La ruptura con las formas culturales identificadas como “lo extranjero dominante", el trabajo con recursos mínimos, el desinterés por el éxito comercial y el rechazo al concepto de star system, fueron algunos de los rasgos más determinantes de este movimiento.
El Nuevo Cine Latinoamericano nace bajo la tendencia del Neorrealismo, planteando una nueva propuesta que se confrontaba a la producción en masa que proponía EE.UU. y su ideología liberal. Este nuevo cine tomaba del Neorrealismo las ideas de un cine que mostraba a las personas tal cual como son, a la sociedad en sí sin revestimientos para hermosearlas o guiones para guiar los diálogos, se mostraba a las personas que componían la sociedad, los campesinos, obreros, hombres, mujeres y niños, con sus problemáticas diarias para subsistir.
El Nuevo Cine Latinoamericano fue más allá de las rivalidades ideológicas y buscó crear un idioma propio, buscó plasmar en las pantallas no las peleas de las grandes potencias ni los problemas ideológicos de las personas que tenían derecho y acceso a la cultura, sino que mostró la realidad de un pueblo, mostró lo que afectaba a las personas en su día a día, lanzo un grito de protesta y enseñó aquello que aquejaba a cada país. Pertenecer al movimiento del Nuevo Cine Latinoamericano era militar por una causa social, era tener un ideal político, era buscar salir de los cánones europeos y americanos y dar un lenguaje propio al cine que fuera de la mano con la cultura del país en donde se filmaba y de Latinoamérica. Se busca dar auge a la identidad cultural de cada país filmando el rostro de una cultura única y que antes no había encontrado espacio en la gran pantalla, hablando el lenguaje del hombre común sin buscar vender o producir en masa, sino buscando el poder llegar a los hombres y mujeres que componen las bases de la sociedad, mostrando la realidad de Latinoamérica.
Uno de los primero países en abrazar esta nueva forma de hacer cine fue Cuba al poco tiempo de que el sueño de la Revolución Cubana se hacía realidad y de la muerte de uno de sus principales líderes, el Che. Esta forma de hacer cine en Cuba nace sobre todo por las nuevas tendencias que traían los cineastas venidos de Italia, entre ellos Zavattini, quien llega en pleno auge de este nuevo cine. Cuba ya no necesitaba demostrar o gritar las injusticias al interior del país, estaba en una etapa en la que los hombres y mujeres pertenecientes a los estratos bajos de la sociedad eran considerados. Ya no se buscaba hacer ese llamado a despertar que si necesitaba en otros países latinoamericanos, es por esto que los cineastas cubanos en cierta forma toman la iniciativa en Latinoamérica y buscan pregonar esta nueva forma de hacer cine.
Todas las expresiones artísticas han tratado de presentar una parte, una cara de Valparaíso desde algún punto de vista, enseñándonos lo que el artista a través de su vida o su paso por este puerto han encontrado más atractivo. Son los cerros, el mar y su gente los que lideran esta lista, sobre todo por la relación que crean entre sí, por ese alma propia que logran generar distinta a la de cualquier otra ciudad, pero sobre todo la imagen que quizás más llama la atención de este puerto es esa cierta fealdad pintoresca, esa mascara de sonrisas y belleza que trata de ocultar la cara opaca y triste de la pobreza y la desigualdad.
La Historia del puerto nos habla de esto, en su análisis y lectura podemos apreciar como de una caleta pobre se construyó un gran centro de negocios, pero sólo eso negocios, creció a una velocidad tal que hizo que muchos ojos se posaran en este lugar del mundo, pero así fue también que el Viejo Pancho se detuvo y mostro otra cara, el Viejo Pancho se vistió con una belleza que no era propia, el Viejo Pancho siguió siendo por dentro plomo y pobre.
La arquitectura de este puerto dejo ver la creatividad del porteño y la del hombre que traía sus sueños desde otras tierras. Fue un papel en blanco, arcilla en las manos de aquellos que en sus cerros vieron más que un impedimento, vieron un reto, un desafío y un espacio donde podían crear y habitar. Se cubrió esta ciudad con casas y calles, como si cada uno construyera sin preguntar al otro, instalando sus hogares donde quisieron, dejando estrechos caminos que serían calles, dejando subidas de tierra y maleza que se transformarían en escaleras. El porteño no quiso irse de esta ciudad en crecimiento y se instaló dónde podía, como podía, con lo que tenía, logrando de esta forma levantar casas con hermosas figuras, pasadizos y escaleras adornando los cerros. Esto no pasó inadvertido para el ojo del artista que vio belleza que no había visto en ningún otro lugar, logro identificar esa armonía entre la gente, su construcción cultural y la construcción de sus hogares. Es así como esta arquitectura porteña también es arte y expresión de un alma única del puerto.
Este mundo opaco y triste pero que a la vez es rico en muchas cosas es el que logró retratar en sus películas Aldo Francia, mostró aquello de lo que muchos habían escrito, pintado y comentado, exhibiendo un puerto real y crudo, pero que a la vez tenía ese algo que te atrapa y que lo hace tan particular. Mostró la vida de los cerros y de su gente y la lucha constante por sobrevivir, mostró la dudosa moral del puerto la que sin vergüenza alguna se deja ver por las noches. Nos enseñó a los muchos porteños que pese a vivir junto al mar no son capaces de verlo y apreciarlo, de cómo ese mar es ajeno y lejano a sus vidas en los cerros, mirándolo a lo lejos al igual que se mira a un desconocido, el mar que también los hace soñar con la libertad, la que quizás muchos nunca alcanzarán. Nos evidencia como el porteño viviendo a orillas del mar no se siente marino y disfruta a lo lejos lo que otros le han de envidiar. La Historia del puerto se presenta resumida en aquella mirada que Aldo Francia nos muestra en una forma sencilla y simple, las caras que el Viejo Pancho muestra y esconde al mundo. Nos muestra como los obreros, los pobres y los más acomodados conviven en un espacio reducido, rosando sus codos al andar por la calle, desde lo alto de los cerros los pobres hacen sus vidas y los ricos a las faldas de éstos dan las migajas de limosnas para expiar sus almas y apaciguar un poco esa pobreza del puerto que parece crónica.
Los artistas como Aldo Francia escuchan los relatos de aquellos más viejos que vivieron en una época mejor para Valparaíso, una decadencia que comienza a finales del siglo XIX y comienzos del XX llevando a Valparaíso a perder su pragmatismo dado por el desarrollo del comercio, la industria y el puerto, haciendo inevitable que la gente recordará un mejor pasado, comenzando así a crearse una imagen llena de nostalgia de otros tiempos mejores, creando el imaginario de ese Valparaíso que hoy tiene edificios patrimoniales y cerros adornados por sus casas de colores, este imaginario fue alimentado por los artistas que pintaron sus cerros, los músicos que lo tomaron de musa y los escritores que lo transformaron en su amante, hasta volver esa idea en algo más tangible hasta transformarlo en Ciudad Patrimonio.
El imaginario de Valparaíso esta creado por la nostalgia que sentían sus habitantes, aquellos que se quedaron luego de que el período de esplendor llegará a su fin y comenzará a decaer, aquellos que evitaron el éxodo del puerto a lugares con mejores oportunidades de un tiempo mejor y por los que aún viven en los restos de un patrimonio cultural y natural.



[1]Siendo declarado puerto de Santiago, puerto de la capital del reino en 1544 por Don Pedro de Valdivia.
[2]“Primero se ocuparon los cerros cercanos al puerto, porque permitían una mayor cercanía con el centro de Valparaíso. Después, las partes más altas, más distantes y menos visibles, donde el alemán Beckmeyer ya en 1837 cálculo que vivían 12.000 personas, la mitad de las población de la ciudad en casitas “que se colgaban de los despeñaderos como nidos de golondrinas”, pero que no era fácil distinguirlas a primera vista porque estaban cubiertas detrás de los despeñaderos. Además del límite geográfico de la cumbre de los cerros, estaba la barrera de la capacidad máxima de elevación de agua potable. Sin embargo, a pesar de este inconveniente, suplido con el agua terrosa que corría por las quebradas, se poblaron los cerros sin pensar en la provisión de este servicio, que seguía siendo un lujo durante todo el periodo estudiado, 1880-1920, incluso luego de la construcción del embalse Peñuelas y el sistema para conducir y bombear agua asociado, cuyas obras fueron concluidas en 1903. Plan y cerros que había que comunicar, porque a fines del siglo XIX se habían construido poblaciones formales en Barón y Playa Ancha. En 1907 se autorizó a los tranvías de Playa Ancha se desviación hacia el Camino de Cintura, lo que indica que para entonces había allí un núcleo de población importante, como también en el cerro Barón, donde en fecha cercana se inicia la construcción de una línea de tranvías que conectaría con el ascensor Barón. La comunicación hacia arriba se refleja, asimismo, en el rápido montaje de trece ascensores en diferentes cerros entre 1900 y 1910:en 1900 comienza a funcionar el ascensor Panteón; en 1902 lo hacen El Peral y el Reina Victoria; el ascensor Mariposa data de 1904, y de 1905 son el Arrayan y el Esmeralda, mientras que los ascensores Florida, Barón y Villaseca fueron construidos en 1906; el cerro La Cruz tuvo su ascensor desde 1908, el cerro Larraín en 1909, y el ascensor Santo Domingo es de 1910.” P. 88-89. URBINA CARRASCO,  María Ximena. Los Conventillos de Valparaíso. 1880-1920: Fisonomía y Percepción de una Vivienda Popular Urbana. Ediciones Universitarias de Valparaíso. Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Segunda edición 2011.
[3]“Su edificación en una orilla baja y estrecha, en un suelo y subsuelo arenoso y sobre las arcillosas y erosionables quebradas, contribuyeron a aumentar las malas condiciones sanitarias que provocaron graves problemas, sobre todo por la humedad permanente, cuando el número de pobladores creció rápidamente.” Ibíd. P. 57.
[4]Ibíd. P. 55. Tenía una sola y estrecha calle en 1779, cuando el Gobernador de la Plaza y Puerto de Valparaíso, Juan de la Rivera Herrera, apunto que “las casas y ranchos que hay tan inmediatos a su frente (de la orilla)… están expuestas al furor de los temporales de mar”, mientras que como puerto se encontraba “reducido a una rada donde fondean los navíos tan próximos al pueblo que se amarran a tierra por la parte del sur, y por la del norte tienden regularmente dos anclas”.
[5] “A diferencia de lo que usualmente se cree, y de lo que eventualmente ocurre en una segunda etapa de urbanización, los cerros de Valparaíso son los primeros en ser habitados, y no precisamente por segmentos de estratos sociales bajos. La llegada de ingleses, alemanes, y franceses en este periodo, tienen un marcado perfil liberal “emprendedor” se posicionan en algunos de los cerros reafirmando su origen comunitario (como “Cerro La Concepción” y “Cerro Alegre”), formando una especie de zonning de colectividad en los cerros, como teorizaron a principio de siglo XX los ecólogos de Chicago”. P. 60-61. BAILEY BERGAMIN,  Gino.  La Variable Socio Demográfica Cosmopolita como un Aspecto Dinámico e Identitario de Valparaíso Interrumpido Durante el Siglo XX. En: ESPINOZA, Felipe. Valparaíso Ciudad Creativa, Reflexiones sobre Redes y Liderazgo. Ministerio de Educación, Gobierno de Chile. Santiago. 2012.
[6]P. 86. URBINA CARRASCO, María Ximena. Los Conventillos de Valparaíso. 1880-1920: Fisonomía y Percepción de una Vivienda Popular Urbana. Ediciones Universitarias de Valparaíso. Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Segunda edición 2011.
[7]“En una topografía así, los barrios eran de disposición vertical, lo opuesto a todo esquema horizontal de sociabilidad. No había calles que comunicaran unos cerros con otros antes de la construcción del Camino de Cintura a fines del siglo XIX… Por lo mismo la sociabilidad se hacía de abajo hacia arriba a lo largo del sendero, o la vivienda de abajo con la de arriba, o desde las ventanas a modo de balcones improvisados.” Ibíd. P. 61.
[8]P. 269-293. SANCHEZ, Alfredo, BOSQUE, Joaquín y JIMENEZ, Cecilia. Valparaíso: su Geografía, su Historia y su Identidad como Patrimonio de la Humanidad. Estudios Geográficos, Vol. LXX, 266, enero-junio 2009.
[9]P. 55. MATTE QUESNEY, Andrea “et al”. Valparaíso Cerros que Hablan al Mar. Santiago de Chile: Banco Santander. Santiago. 2009.
[10]“Primera etapa: formación del núcleo portuario a mediados del siglo XVI, origen de la ciudad y origen de la trama de la ciudad; segunda etapa: instalación durante el siglo XVII de un sistema de fortificaciones militares, abarca distintos de la bahía confiriéndose a la población la condición de plaza militar; tercera etapa: ocupación del sector del Almendral a modo del desdoblamiento del núcleo original e inicio de una ocupación dispersa al borde las quebradas inmediatas al borde costero fenómenos ambos que acontecen durante el siglo XVIII; cuarta etapa: expansión decimonónica caracterizada por la urbanización de los cerros en torno al amplio arco de la bahía, permitiendo que al finalizar el siglo XIX se haya definido, en general, la trama urbana de la ciudad y donde el siglo XX representara más que nada el momento de su consolidación y densificación”. P.2. Duarte G. y Zúñiga L. Patricio H. y Isabel M. Valparaíso Cosmopolita: los Efectos de la Disposición hacia la Técnica como Parte de un Espíritu Progresista del Siglo XIX. Revista de Urbanismo, Universidad de Chile, Facultad de Arquitectura y Urbanismo. N° 17. 2007.
[11]Uno de los primeros registros que se tiene de un ataque pirata al puerto es el realizado por Francis Drake en 1578, para este tiempo hay que entender que el puerto era un pueblo prácticamente deshabitado el cual carecía de algún tipo de defensa contra estos ataques, este pirata saqueo lo poco y nada que tenía el pueblo, hasta lo que en ese tiempo era una pequeña capilla que luego pasaría a ser la ahora conocida Iglesia la Matriz.
[12]“Existen dos periodos para comprender este suceso. Uno que coincide con el auge mercantil en la primera mitad del siglo XIX, para posteriormente pasar a una segunda etapa que iría desde 1850 al 1930. En este periodo se experimenta la temprana ruptura y conformación vanguardista de ciudad junto al ensamblaje cultural que se combinaba. Gran parte de la urbanización y distribución en los distintos “cerros”, obras inéditas y modernización temprana de Valparaíso se vive en este segundo periodo” P. 59. BAILEY BERGAMIN, Gino. La Variable Socio Demográfica Cosmopolita como un Aspecto Dinámico e Identitario de Valparaíso Interrumpido Durante el Siglo XX. En: ESPINOZA, Felipe. Valparaíso Ciudad Creativa, Reflexiones sobre Redes y Liderazgo. Ministerio de Educación, Gobierno de Chile. Santiago. 2012.
[13]P. 76. URBINA CARRASCO, María Ximena. Los Conventillos de Valparaíso. 1880-1920: Fisonomía y Percepción de una Vivienda Popular Urbana. Ediciones Universitarias de Valparaíso. Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Segunda edición. 2011.
[14]“El trabajo del ferrocarril propicio el traslado de hombres y sus familias que acamparon a un costado de la faena, principalmente en el sector del Barón, antes llamado El Morro. Es justamente en la loma de ese cerro donde cincuenta años más tarde, a comienzos del siglo XX, se formó una población de trabajadores ferroviarios, con conventillos y cites, clubes y sedes mutualistas, escuela y el Hospital Ferroviario vecino al ascensor.” Ibíd. P. 79.
[15]Ibíd. P. 78.
[16]“La ciudad de Valparaíso, habitada casi exclusivamente por comerciantes, es una mezcla de extranjeros y naturales. Se compone de dos partes: la ciudad antigua, el puerto, contiene las aduanas, el palacio del gobernador, la bolsa y los grandes almacenes de mercaderías; las callejas son angostas y sinuosas; la segunda parte –El Almendral- tiene un extenso mercado, el teatro y calles más anchas. Por lo demás describir las casas sería tan tedioso como describir las teclas de un piano… Los frecuentes temblores, el último de los cuales en 1829, produjo muchos daños, y los frecuentes incendios, sobre todo desde la creación de los cuerpos de bomberos, hacen que la ciudad este constantemente construyéndose y destruyéndose, quemándose y reedificándose.” P. 187. DOMEYKO, Ignacio. Valparaíso. En: CALDERON, Alfonso. Memorial de Valparaíso. Ril Editores. 2001.
[17]P. 87. URBINA CARRASCO, María Ximena. Los Conventillos de Valparaíso. 1880-1920: Fisonomía y Percepción de una Vivienda Popular Urbana. Ediciones Universitarias de Valparaíso. Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Segunda edición. 2011
[18]“Mientras la modernización en calles y edificaciones del plan se intentaba fuera barrera para los males de la insalubridad, los cerros y arrabales estaban abandonados a su suerte. En suma, coexistían dos ámbitos urbanos distintos, con realidades de vida tan marcadas como opuestas, aunque las calles del plan no eran precisamente limpias. Lo más dramático era la forma de deshacerse de las basuras de las partes altas, porque la pendiente y la lluvia, al tiempo que ayudaban a limpiar los cerros, contribuían a contaminar el plan, que actuaba como un gran receptáculo. Así se comunicaban las dos partes de Valparaíso. Haciendo abstracción de su emplazamiento peculiar, en el punto de la salubridad, Valparaíso tal vez no era tan diferente de otras ciudades latinoamericanas y europeas que contemporáneamente estaban recibiendo en su seno a migrantes en proceso de convertirse en obreros urbanos.” Ibíd. P. 87-88.
[19]Valparaíso oscila entre la tendencia dionisiaca del fondón popular y el mandato católico de España, mantenido por la clase alta.” P. 271. EDWARDS BELLO, Joaquín. Como era entonces Valparaíso y como Vivía su Gente. En: CALDERON, Alfonso. Memorial de Valparaíso. Ril editores. 2001.
[20]“Las fiestas de la ciudad son mitad religiosas, mitad bomberiles. La alegría nocturna es oculta y condenada. Nadie confiesa que se divierte.” Ibíd. P. 272.
[21]“Entonces la gran fiesta era la Procesión de San Pedro, que se realizaba en la bahía. Meses antes de verificarse esta fiesta… Todas las embarcaciones eran pintadas y adornadas en una alegre competencia. Cada familia quería tener su barca para tomar parte en la procesión…En el acompañamiento figuraban el Gobernador y los miembros del Cabildo, y le vendían honores los batallones cívicos y de línea que se encontraban en la ciudad…La imagen llegaba a la Caleta del Barón, en donde había preparado un enorme altar, y una comitiva salía a recibir al Santo. Luego la imagen volvía a embarcarse y regresaba al muelle del Arsenal, y de allí era llevada al Templo Matriz. Terminada la procesión, había regatas, bailes populares en todo Valparaíso, y la fiesta continuaba hasta que las pendencias obligaban a intervenir  a la policía.” P. 119-120. DE LA VEGA, Daniel. Cuando Apareció El Mercurio. En: CALDERON, Alfonso. Memorial de Valparaíso. Ril editores. 2001.
[22]P. 286. SANTOS TORNERO, Recaredo. Procesión de San Pedro en Valparaíso. En: CALDERON, Alfonso. Memorial de Valparaíso. Ril editores. 2001.
[23]P. 76-77. LORENZO SCHIAFFINO, Santiago. Carácter, Sociabilidad y Cultura en Valparaíso 1830-1930. Instituto de Historia Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Serie Monografías Históricas nº 21. 2012.
[24]LA SEMANA, n°7, Valparaíso, 12 de agosto 1876.
[25]SILVA VARGAS, Fernando. Formas de Sociabilidad en una Urbe Portuaria: Valparaíso 1850-1910. Boletín de la Academia de Historia, Nº 117, Santiago. P. 79. En: LORENZO SCHIAFFINO, Santiago. Carácter, Sociabilidad y Cultura en Valparaíso 1830-1930. Instituto de Historia Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Serie Monografías Históricas nº 21. 2012.
[26] “Desde mediados del diecinueve son numerosos los testimonios en que se indica que la sociedad porteña “apenas da señales de existencia” (El Mercurio de Valparaíso, 3 octubre 1859), que las tertulias, bailes y saraos “son muy raros” (Revista de Sud-América, Vol. I, Valparaíso, 1869-61, 125), o como se confiesa medio siglo más tarde que “la vida social era casi nula en cuanto a bailes, banquetes de familias y reuniones se refiere” (Sucesos, Nº 1906, en Rodrigo Pozo, Sociabilidad Porteña a Principios de Siglo a través de la Revista Suceso, Seminario para optar al título de Profesor de Historia, Universidad Católica de Valparaíso, 1997, p. 18). Corroborando lo anterior, en una carta abierta a nombre del Rotary Club en 1927, se critica los cambios que habían venido sucediendo en la sociedad, advirtiendo que “el hogar ha ido perdiendo su antigua influencia”, que “ya hoy no se invita a casa”, mientras que antaño “invitar a casa era una manifestación de confianza, de aprecio, de honor” (La Semana Porteña, Nº1, Valparaíso, 20 agosto 1927). Por su parte la revista Teatros y Actualidad en 1937, recordando ingeniosos esfuerzos realizados en Valparaíso en 1892 por restaurar la antigua tertulia porteña, los que finalmente resultaron fallidos, señala con nostalgia “¡Oh Arcadia Feliz! ¡Oh sencillas costumbres hogareñas! ¿Por qué se fueron?”(Teatros y Actualidad (n° especial), Valparaíso, 20 agosto 1927)”. Ibíd. P. 84-85.
[27]P. 15. VALENZUELA GONZÁLEZ, Poldy. Apuntes del Cine Porteño. Edición del Gobierno Regional de Valparaíso. 2003. Valparaíso, Chile.
[28] Ibíd.
[29]P. 13. MOUESCA, Jacqueline, ORELLANA, Carlos. Cine y Memoria del Siglo XX: Cine en Chile, Cine en el Mundo, Historia Social y Cultural de Chile, Historia Social y Cultural Mundial; Cuadros Sinópticos (1895-1995). Santiago, Chile: LOM Ediciones; 2010.
[30]P. 17. VALENZUELA GONZÁLEZ, Poldy. Apuntes del Cine Porteño. Edición del Gobierno Regional de Valparaíso. 2003. Valparaíso, Chile.
[31]Ibíd. P. 19.
[32]Ibíd.
[33]P. 80-81. LORENZO SCHIAFFINO, Santiago. Carácter, Sociabilidad y Cultura en Valparaíso 1830-1930. Instituto de Historia Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Serie Monografías Históricas nº 21. 2012.
[34]Ibíd. P. 50.
[35] “Se hace mención al 1930 como la fecha de la fractura total por la cual Valparaíso pierde centralidad como punto de atracción y de afluencia de circuitos migratorios. En parte esto es cierto. La recesión económica es un hecho ineludible, el canal de Panamá y la centralidad de otros puertos como Iquique y Antofagasta, también. La decadencia del salitre, sin lugar a dudas”. P. 72. BAILEY BERGAMÍN, Gino. La Variable Sociodemográfica Cosmopolita como un Aspecto Dinámico e Identitario de Valparaíso Interrumpido Durante el Siglo XX. En: ESPINOZA, Felipe. Valparaíso Ciudad Creativa, Reflexiones sobre Redes y Liderazgo. Ministerio de Educación, Gobierno de Chile. Santiago. 2012.
[36] “La crisis mundial de 1929 tuvo profundas consecuencias para Valparaíso y su actividad: gran parte de las empresas porteñas sufrieron con los embates financieros y muchas de ellas sucumbieron. Esto explica que, tal como había ocurrido durante el periodo colonial, Santiago volviera a adquirir el protagonismo en materia de comercio”. P. 205. MATTE QUESNEY, Andrea “et al”. Valparaíso Cerros que Hablan al Mar. Santiago de Chile: Banco Santander. Santiago. 2009.
[37] “La decadencia… llegaría solo después de 1930, cuando el enroque geopolítico de las elites diligénciales y la formación del Estado nacional chileno con sede en Santiago, terminarían por robustecer la ciudad capital, y por colocar en cifras negativas el arribo de población durante todo el siglo XX en Valparaíso.” P. 65. BAILEY BERGAMÍN, Gino. La Variable Sociodemográfica Cosmopolita como un Aspecto Dinámico e Identitario de Valparaíso Interrumpido Durante el Siglo XX. En: ESPINOZA, Felipe. Valparaíso Ciudad Creativa, Reflexiones sobre Redes y Liderazgo. Ministerio de Educación, Gobierno de Chile. Santiago. 2012.
[38] Si esta ciudad garantiza seguridad en el transporte, ser un punto geopolíticamente necesario, un lugar donde las inversiones surtían efecto, ¿Por qué el flujo de población debía dejar de ser dinámico? Ciertamente son factores internos los que producen, desde 1930 en adelante, el largo siglo de la decadencia de población y de la dinámica de flujos migratorios. Las clases dirigentes se debilitaron y aquellas que manejaban un capital ostensible se dirigieron a Norteamérica, o bien volvieron al país de origen. Los extranjeros de estratos medios, formaron parte del paisaje urbano de la ciudad en decadencia, siendo presos también de la crisis que había desencadenado el periodo posterior a 1930”. Ibíd. P. 72-73.
[39]Ibíd. P. 65.
[40]P. 69. VALENZUELA GONZÁLEZ, Poldy. Apuntes del Cine Porteño. Edición del Gobierno Regional de Valparaíso. 2003. Valparaíso, Chile.
[41]Ibíd.
[42] P. 38. MOUESCA, Jacqueline, ORELLANA, Carlos. Cine y Memoria del Siglo XX: Cine en Chile, Cine en el Mundo, Historia Social y Cultural de Chile, Historia Social y Cultural Mundial; Cuadros Sinópticos (1895-1995). Santiago, Chile: LOM Ediciones; 2010.

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