martes, 24 de abril de 2018

Code Geass: La Rebelión de Lelouch

¿Qué harás cuando la justicia no pueda ganarle a la maldad, derrotaras a la maldad con maldad o aceptaras que tu justicia no puede ganarle a la maldad?
-Lelouch Vi Britannia
Code Geass es uno de los animes que más me han gustado, tiene una excelente trama y un personaje principal cautivador. Es de esos animes que se sostienen por el carisma del personaje principal, eso no quiere decir que la historia en si no aporte, pero Lelouch como ejemplo de antihéroe se roba la historia. Además el anime nos invita a la discusión de si realmente el fin justifica los medios, si realmente todo lo que está haciendo Lelouch es correcto, un fenómeno muy parecido a lo que sucede con otro anime muy conocido, Death Note.
Code Geass es una serie anime realizada por los estudios Sunrise, y dirigida por Goro Taniguchi y escrita por Ichirō Ōkouchi y cuyo diseño de los personajes estuvo a cargo del grupo CLAMP. Consta de dos temporadas de 25 capítulos cada una, la primera temporada de la serie fue estrenada en el 2006 por la cadena televisiva MBS y la segunda temporada, titulada como Code Geass - Hangyaku no Lelouch R2 se estrenó en el 2008.
La historia parte el 10 de agosto de 2010, del calendario imperial (55 años adelantado al gregoriano), el Sacro Imperio de Britannia declaró la guerra a Japón. Sobrepasó a las fuerzas japonesas y conquistó el país en menos de un mes, haciendo uso de sus nuevas armas robóticas, los Knightmare Frames. Japón perdió su libertad y derechos, y la ahora colonia pasó a ser llamado "Área 11". Sus habitantes, ahora llamados "Elevens" (En español: Onces), fueron obligados a sobrevivir en guetos. Sin embargo aún persisten grupos que se resisten y que luchan contra el Imperio por la independencia de Japón.
Después de que su padre, el Emperador de Britannia Charles Zi Britannia, no hiciese nada para atrapar a los terroristas que asesinaron a la madre de Lelouch y dejaron ciega e inválida a su hermana, Lelouch jura destruir Britannia. Siete años más tarde, Lelouch en el Área 11 se vio envuelto en ataques terroristas en los que conoce a una misteriosa chica llamada C.C., con quien realiza un contrato a cambio de un poder llamado "Geass" que hace que cualquiera que le mire a los ojos cumpla una orden suya. Con él, Lelouch finalmente tiene el poder que necesita para derrotar a Britannia y realizar sus dos deseos: vengar a su madre y construir un mundo en el que su amada hermana pueda vivir feliz. Para eso Lelouch crea "La Orden de los Caballeros Negros" convirtiéndose en Zero, líder de las tropas rebeldes con su lema: "Nosotros protegeremos a los débiles de aquellos que se aprovechan" y enfatizando la justicia. Desde ese momento, se preocupa por liderar la rebelión contra el imperio de Britannia. Durante la serie, Lelouch debe compatibilizar su doble vida secreta, Lelouch estudiante y Zero líder de la revolución.
La banda sonora estuvo a cargo de Kotaro Nakagama, con verdaderos himnos como All Hail Britannia. En la primera temporada los openings fueron: "COLORS" interpretado por FLOW, "Kaidoku Funou" interpretado por Jinn y "Hitomi no Tsubasa" interpretado por Access, y los endings fueron: "Yuukyou Seishunka" interpretado por Ali Project y "Mosaic Kakera" interpretado por SunSet Swish. En la segunda temporada los openings fueron: "O2" interpretado por Orange Range y "WORLD END" interpretado por FLOW y los endings "Shiawase Neiro" interpretado por Orange Range, "Waga Routashi Aku no Hana" interpretado por Ali Project y en el último capítulo "Continued Story" interpretado por Kuroishi Hitomi.
La página oficial de Code Geass anunció la fecha en que se estrenará la tercera película recopilatoria, Code Geass: Hangyaku no Lelouch ~ Odo como se llama este tercer filme se estrenará el 26 de mayo en Japón. Esta película es la última de la trilogía de filmes que cuentan lo que ocurre en los 50 episodios que tuvo el anime en sus dos temporadas (2006 y 2008). Aunque relatan la misma historia, estos incluyen varias escenas nuevas y cuentan con el reparto original.
La primera de estas películas se estrenó en octubre pasado en Japón, mientras que la segunda entrega que lleva por nombre Code Geass: Hangyaku no Lelouch ~ Hando, tuvo su estreno el 10 de febrero. Además de estas películas, se encuentra anunciada una secuela que lleva por nombre Code Geass: Fukkatsu no Lelouch (Code Geass: Lelouch of the Resurrection), del cual se desconocen mayores detalles.

lunes, 23 de abril de 2018

Chihayafuru, descubriendo el Karuta


Chihayafuru es un anime adaptación del manga homónimo escrito por Yuki Suetsugu y publicado en la revista Be-Love de la editorial Kodansha en el 2007, actualmente continúa su difusión. El manga ha sido adaptado al anime por Madhouse y televisado por Nippon Television en dos temporadas de 25 capítulos cada una.
La historia cuenta la vida de Chihaya Ayase, quien desde pequeña soñaba con ver a su hermana mayor convertirse en la mejor modelo de Japón, pero esto cambia cuando es inspirada por su nuevo compañero de clase Arata Wataya, para formar parte del mundo del karuta.
El karuta es un juego de cartas que requiere de la participación de dos jugadores y una tercera persona que deberá leer la primera línea de un poema de la antología japonesa de los Cien Poetas. Los jugadores deberán colocar boca arriba las cartas que contienen la segunda línea del poema que se leerá en voz alta. El objetivo del juego es obtener las cartas con la mayor rapidez posible que completan el poema antes de que su oponente lo haga o evitar que el otro jugador consiga su carta.
Arata le enseña que un sueño debe ser acerca de su propia vida, no sobre la de alguien más, y comparte con ella su sueño de convertirse en el mejor jugador de karuta del mundo. Entonces Chihaya comenzará a apasionarse por el karuta y cambiará su antiguo sueño por uno nuevo, convertirse en Queen, la mejor jugadora femenina de karuta.
Junto con Arata y su amigo Taichi Mashima, Chihaya se introduce en el mundo del karuta, pero con el tiempo tienen que separarse y cada uno irá a un instituto distinto. Cuando Chihaya entra en la preparatoria se reencuentra con Taichi, a quien convence para formar un club de karuta. Con sus compañeros del club y de la asociación de karuta, Chihaya se esfuerza por convertirse en una mejor competidora y encontrarse con Arata de nuevo. Y así comienza su camino de convertir a su equipo del colegio en el mejor a nivel nacional y al mismo tiempo ser la nueva reina del Karuta.
El triángulo amoroso formado por Taichi-Chihaya-Arata, comienza en la infancia y se reanuda tras el encuentro con Arata, en donde la trama se complica un poco, ya que Chihaya no está segura de sus sentimientos hacia ambos, ya que hasta ese momento ella los había visto como amigos muy queridos de la infancia, pero hay que dejar en claro que la serie no se basa en la situación amorosa de los personajes, esto es solo un complemento, de hecho el sueño de los protagonistas y el compañerismo en este deporte son el centro de la trama.
Chihayafuru ganó el premio Manga Taisho Award en el 2009 y el Kōdansha Manga Shō en la categoría shōjo del 2011.​ En el año 2016 se estrenaron en Japón dos película live action basada en el manga.
En cuanto a la música de la serie, el opening de la primera temporada está a cargo de 99RadioService con la canción “YOUTHFUL” y el ending de Asami Seto con la canción “Soshite Ima”. La banda sonora está a cargo de Yamashita Kousuke en ambas temporadas. En la segunda temporada 99RadioService está a cargo del opening con “STAR” y Asami Seto retorna con “Akanezora” como ending.
Chihayafuru tendrá una tercera temporada, aunque no se sabe fecha exacta de estreno, sí se ha confirmado que saldrá al aire en algún momento de 2019.

jueves, 19 de abril de 2018

El Arte de las Catedrales


En el siglo XIII nace en Europa un nuevo estilo arquitectónico denominado “gótico”, que impone una nueva forma de concebir la construcción de iglesias y catedrales. Las características de este nuevo estilo destacan por su altura e iluminación, que difieren de las obras construidas hasta esa época.

Para algunos historiadores del arte, el gótico es una evolución de otro estilo nacido en la edad media, el románico, que según el historiador Ernst Gombrich nace en Inglaterra con el desembarco de los normandos, “quienes llevaron consigo un estilo arquitectónico ya desarrollado, que se conformó en Normandía y en otros lugares durante su generación”. (171) Gombrich señala que las autoridades eclesiásticas y los nobles, “comenzaron pronto a ejercer su poder fundando abadías y monasterios. El estilo en que se erigieron esas construcciones se conoce con el nombre de estilo normando en Inglaterra, y estilo románico en el continente”. (171)

Para Gombrich el estilo gótico nació en el norte de Francia y lo considera más que una innovación técnica, “fue el descubrimiento de que el método de abovedar las iglesias por medio de vigas cruzadas podía ser desarrollado mucho más consecuentemente y con más amplios propósitos que los imaginados por los arquitectos normandos”. (185)

Watson en su libro La Construcción de la Catedrales Medievales coincide con Gombrich, en que el gótico sustituyó al románico, “en el 1200, un estilo nuevo al que llamamos "gótico" estaba sustituyendo al tipo de edificación normanda”. (38)

Las diferencias entre el gótico y el románico no solo se dan en el ámbito arquitectónico, “en comparación con la arquitectura normanda, los principales rasgos del gótico fueron: arcos apuntados, ventanas más grandes, muros más delgados pero más fuertes, un hábil uso de los contrafuertes y tejados abovedados de piedra” (Watson 38), sino también en la ubicación, “el arte románico se había afirmado principalmente en una realidad extraurbana y había afectado de manera más particular a los monasterios. El arte gótico es, ante todo, urbano y afecta a las catedrales”. (Erlande-Brandenburg 133). El nacimiento del arte gótico coincide con el renacer y el despertar de las ciudades en la Edad Media, según Gombrich,

“a mediados del siglo XII, cuando empezó a desarrollarse el estilo gótico, Europa era todavía un continente de labradores poco poblado, con monasterios y castillos feudales como centros principales de poder y cultura. La ambición de las grandes sedes episcopales de poseer grandes catedrales propias fue la primera señal de un despertar del orgullo cívico de las ciudades”. (207)

Esta diferenciación de rural y urbana es tan aceptada que la “renovación de las catedrales y arte gótico se hallan tan estrechamente ligados que es difícil imaginar que no vayan parejos. En nuestro imaginario, una abadía es románica; una catedral, gótica”. (Erlande-Brandenburg 133)

Otro ámbito en donde se diferencian es lo espiritual,

“la diferencia entre arte románico y arte gótico no se reduce a diferencias en la construcción: ha variado también la participación en las ceremonias del servicio divino. O sea que, si bien el dogma permanece invariable, lo que se ha modificado es el sentimiento piadoso. El gótico entraña una nueva piedad de la Edad Media cristiana, caracterizada por un anhelo de participar de manera más inmediata en las verdades reveladas”. (Jantzen 34-35)

Para el historiador Hans Jantzen, a diferencia de Gombrich, el gótico no representa una evolución del románico, sino más bien un arte distinto,

“fue en las regiones del norte de Francia, alrededor de París – Ile de France, Champagne, Picardía-, donde, en la segunda mitad del siglo XII, surgieron los conceptos decisivos que plasmarían el arte gótico. Las sedes episcopales (catedrales) de esa región –tales como las de Noyon, Senlis, Paris. Laon-, así como otros edificios menores, hablan un lenguaje arquitectónico que, en comparación con las construcciones eclesiásticas del estilo “románico”, nos impresiona como moderno. Mas ello no debe entenderse como que el gótico se hubiera “desarrollado” a partir del románico. Precisamente en las regiones de Europa en las que la arquitectura románica produjo sus manifestaciones más características, en el centro y el sudoeste de Francia, en Renania, en Baja Sajonia, en el norte de Italia, no surgió nada gótico. Estos hechos no concuerdan con una “explicación evolutiva de la historia”. Digamos más bien que las grandes tendencias estilísticas del arte occidental son creaciones espirituales que, debemos definir como entelequias. El arte gótico es una de tales entelequias estilísticas”. (11)

Para el Abad Suger, edificador de la abadía real de Saint Denis, la majestuosidad del gótico representa la majestuosidad de Dios y la Iglesia, y creía que a través del mundo material se debía ensalzar la majestuosidad de Dios sin escatimar en recursos, ya que a través del regocijo material podíamos transportarnos al goce espiritual. “El mundo gótico se vincula a los primeros tiempos de la Iglesia, la que no había vacilado en planificar a lo grande”. (Erlande-Brandenburg 133)

El estilo gótico no fue un estilo homogéneo dentro de Europa, por lo que es difícil encasillar a todas las obras de esta época como góticas. El punto en donde todas confluyen es en el fin religioso de sus construcciones, para Jantzen:

“lo que llamamos arte gótico no comprende, ni en la arquitectura ni en las artes plásticas, un cúmulo homogéneo de monumentos artísticos: el gótico del siglo XIII presenta un aspecto distinto al de los siglos XIV ó XV; ello no obstante, parecería que todas las manifestaciones artísticas góticas pudieran reducirse a un común denominador. Este denominador reside en una actitud fundamental propia del hombre occidental, actitud que determina su relación con el más allá –dentro de la fe cristiana- y con este mundo, en calidad de medio ambiente. Como fenómeno histórico, el arte gótico se difunde a partir de su lugar de origen, el norte de Francia, hasta convertirse en el estilo sagrado de toda Europa, aunque adoptando distintos matices según las condiciones que ofrecían los diversos pueblos y países de Occidente”. (7)

Concepto Gótico

El término gótico nace en el Renacimiento, como una forma despectiva de tratar al arte de la Edad Media, “lo empezaron a utilizar quienes admiraban la arquitectura de Grecia y Roma, y como los godos fueron una de las tribus guerreras que derribaron al Imperio Romano, el término "gótico" sugería un distanciamiento bárbaro con respecto a las obras romanas civilizadas”. (Watson 38)

Fue Giorgio Vasari el responsable del término, el historiador italiano del siglo XVI se refería como gótico “al "oscuro" arte de la Edad Media, que vino a introducirse entre un glorioso pasado, el arte de la Antigüedad clásica grecorromana, y su propia época, el Renacimiento”. (Hatje 283) Para los artistas italianos del Renacimiento, el arte gótico era sinónimo de bárbaro y su origen germánico, responsabilizando a los godos de todas las formas artísticas de representación de la Edad Media. “En esta misma actitud se mantendrán los siglos posteriores, incluido el Neoclasicismo, hasta, aproximadamente, los comienzos del s. XIX; para los historiadores de estos siglos todo el arte medieval, sin excepciones ni matices, se resumía despectivamente bajo el concepto de "gótico"”. (Hatje 283)

Para los renacentistas, el arte medieval decayó producto de las invasiones bárbaras,

“la Antigüedad poseyó un arte que fue dechado de toda perfección. Entonces, después del ocaso del florecimiento artístico antiguo, vinieron los bárbaros, los vándalos, los godos, los lombardos y hunos, todos los ultramontani que trajeron consigo una irremediable decadencia del arte. Sólo en el comienzo de lo moderno, o sea del Renacimiento italiano, volvía a cobrar el arte una vida nueva, para llegar a su culminación en tiempos de Miguel Ángel”. (Jantzen 184)

Para el historiador del arte Erwin Panofsky, los historiadores del arte italiano del Renacimiento

“pensaban que el arte clásico había sido derrocado al comenzar la era cristiana, y no había vuelto a resucitar hasta que sirvió de fundamento al estilo del Renacimiento. A su juicio, las causas de ese derrocamiento habían sido las invasiones de los pueblos bárbaros y la hostilidad de los primeros sacerdotes y eruditos de la cristiandad. Discutiendo de esta forma, estos autores antiguos tenían razón a la vez que andaban equivocados. Andaban equivocados en la medida en que no se produjo una ruptura absoluta de la tradición en el transcurso de la Edad Media: las concepciones literarias, filosóficas, científicas y artísticas de la época clásica habían perdurado a través de los siglos, particularmente después de haber sido deliberadamente resucitadas en la época de Carlomagno y de sus descendientes. Y sin embargo, tenían asimismo razón en cuanto que la actitud general respecto a la Antigüedad sufrió una radical transformación al iniciarse el movimiento que condujo al Renacimiento. La edad media no dejó de apreciar en absoluto los valores visuales del arte clásico, y prestó siempre un profundo interés a los valores intelectuales y poéticos de la literatura clásica”. (59)

El prejuicio de los renacentistas alcanzó a uno de los precursores del romanticismo, Goethe, quien al visitar la catedral de Estrasburgo, “en la que esperaba encontrar una bárbara mezcla de elementos "desordenados, antinaturales, amontonados, remendados y recargados"; pero ante la grandiosa audacia de este edificio descubre con asombrada admiración la arrolladora fuerza y originalidad del Gótico”. (Hatje 283)

En el siglo XIX comienza una reacción contra la postura de los renacentistas, un renacimiento del arte medieval y del gótico. “El concepto de "gótico", hasta entonces cargado exclusivamente de connotaciones negativas, se va llenando de nuevo contenido; se convierte en una denominación positiva, y se comienza a distinguir ya claramente el arte románico del Gótico”. (Hatje 283)

Esta nueva forma de mirar el arte medieval y sobretodo el estilo gótico otorgó un nuevo punto de vista para explicar el arte de esta época. “Lo que hubo de radicalmente nuevo en la contemplación romántica de la Edad Media fue el reconocimiento de que el arte medieval, como arte cristiano, debe explicarse desde puntos de vista muy distintos de los que rigen para la Antigüedad o para la época posrenacentista”. (Jantzen 186) Para el historiador del arte Émile Mäle,

“la edad media concibió el arte como una pedagogía. Todo aquello cuyo conocimiento le resultaba útil al hombre: la historia del mundo desde su creación, los dogmas de la religión, los ejemplos de los santos, la jerarquía de las virtudes, la variedad de las ciencias, de las artes y de los oficios, se lo enseñaban las vidrieras de las iglesias y las estatuas de las portadas”. (9)

            Por lo tanto el arte gótico y medieval no pueden ser mirados de la misma forma que los demás estilos artísticos que se han desarrollado a lo largo de la historia, ya que no tienen el mismo fin.

Producto de esta nueva mirada a la Edad Media, según Hatje los hombres del siglo XX sentimos atracción del arte gótico desde nuestro propio sentimiento expresionista de la vida, por la fuerza y el vigor que expresa el arte gótico, y por el dinamismo de su arquitectura. “A la época de la tecnificación le interesa del arte gótico, especialmente, la unidad entre la audacia técnica de sus arquitectos y la forma artística. La nueva concepción del arte que se implantó con el Gótico está muy próxima, en general, a nuestra sensibilidad de hombres del s. XX”. (Hatje 283)

            En la actualidad es muy poco lo que logramos entender de la arquitectura y los simbolismos de las catedrales góticas, “el cristianismo de la Edad Media se ha perdido y, en el curso de los siglos, las formas de expresión del gótico modificaron su valor” (Jantzen 7), y esta es una de las razones por las cuales se consideró al gótico como un vacío en la historia del arte, un arte bárbaro inentendible, o al que no valía la pena entender.

Según el historiador del arte Hanz Jantzen,

“hoy admiramos las catedrales góticas, pese a que las condiciones del siglo XX no nos permiten comprender sin más ni más las condiciones en que surgieron aquellas catedrales de los siglos XII y XIII. Se han conservado en su existencia material, sí, pero son sus dimensiones espirituales las que parecen mantenerse secretas. Tampoco conocemos suficientemente las leyes de su efecto artístico, porque ya no somos hombres de catedrales: aunque nos lo propusiéramos, ya no podríamos construir catedrales góticas”. (8)



Bibliografía 

·         Erlande-Brandenburg, Alain. La Catedral. Madrid: Ediciones Akal, 2006. Impreso.

·         Gombrich, Ernst H. La Historia del Arte. Londres: Phaidon Press Limited, 1997. Impreso.

·         Hatje, Ursula. Historia de los Estilos Artísticos Volumen 1. Madrid: Ediciones Istmo, 1995. Impreso.

·         Jantzen, Hans. La Arquitectura Gótica. Buenos Aires, Ediciones Nueva Visión, 1985. Impreso.

·         Mäle, Émile. El Arte Religioso del Siglo XIII en Francia: el Gótico. Madrid: Ediciones Encuentro, 2001. Impreso.

·         Panofsky, Erwin. El Significado en las Artes Visuales. Madrid: Editorial Alianza, 1985. Impreso.

·         Watson, Percy. La Construcción de las Catedrales Medievales. Toledo: Ediciones Akal, 2006. Impreso.

miércoles, 18 de abril de 2018

El Concepto de Estado en el Islam


Dentro de la Edad Media, surgen tres religiones y culturas que se extienden hasta la actualidad, el cristianismo con su base en Roma y que engloba principalmente a Europa y América, Bizancio que se expande con el Imperio Bizantino y que actualmente se encuentra en Europa Oriental, y el Islam, religión que nace en la Edad Media y que tiene su base en un principio en los países árabes, extendiéndose hasta Asia y África.

“Cuando nosotros en el mundo occidental, enraizados en la tradición occidental, utilizamos las palabras "Islam" e "islámico" tendemos a cometer el lógico error de dar por sentado que la religión significa para los musulmanes lo mismo que significo en el mundo occidental, sobre todo en la Edad Media, esto es, una sección o compartimiento de la vida reservado para ciertos temas y separado, o al menos separable, de otros compartimientos dispuestos para albergar otros asuntos. No es así en el mundo islámico”. (Lewis 13) Desde nuestra historia, la Iglesia y el Estado se terminaron de separar con el liberalismo y la Revolución Francesa, para los musulmanes es una realidad hasta nuestros días que su religión determine las políticas de Estado.

Del Islam es muy poco lo que sabemos como occidentales, si bien en la actualidad ha estado en la palestra pública debido a los constantes ataques terroristas y la guerra en Siria, la mayoría de los occidentales no nos encontramos familiarizados con su cultura y religión.

La Historia del Islam se remonta hasta el siglo VII, en la ciudad de La Meca, en la península arábica, en donde Mahoma afirmó estar recibiendo revelaciones de Dios,

“El mensaje implícito en tales revelaciones era simple y terminante: los hombres debían darse cuenta de una vez por todas de que existe un solo Dios, y de que era preciso dejar de adorar a otras deidades. Omnisciente y omnipotente, pero también clemente y misericordioso, el Dios único exigía a los hombres una completa sumisión a sus dictados”. (Manzano 12)

Dios, antes había intentado entregar sus mensajes a judíos y cristianos pero distorsionaron su contenido, según Manzano,

“la revelación encomendada a Mahoma se presentaba, por lo tanto, como un eslabón más en la cadena de intentos que el Dios único había hecho para manifestarse ante los hombres, pero tal eslabón presentaba una peculiaridad importante: iba a ser el último y definitivo, el que sellará para siempre la revelación divina hasta la llegada del Día final”. (12)

Debido a la época y la situación de medioriente el mensaje entregado por el profeta “no conoció una unidad política y cultual homogénea como la que había representado el Imperio Roma”, (Manzano 12) para el desarrollo del cristianismo.

Debido a esta falta de institucionalidad política y cultural que presentaban los países árabes en la época, en Mahoma se entremezcló el rol de hombre de Estado y figura religiosa,

“entremezclado de esta forma el contenido de su mensaje religioso con las propias circunstancias políticas que le habían tocado vivir, la posterior carrera de Mahoma habría estado condicionada por una doble vertiente que M. Watt ha definido, tal vez algo exageradamente, como la de un profeta y un hombre de estado. En calidad de profeta, Mahoma se presenta como el recipiendario de la Revelación definitiva que ha sido transmitida por Dios, y que con el paso del tiempo acabará siendo recopilada en un libro que con el nombre de Corán reproduce palabra por palabra el contenido de los mensajes directamente emanados de Dios, un rasgo éste muy importante. Como hombre de estado la tradición musulmana representa la carrera de Mahoma como orientada, a su vez, en una doble faceta; una interna, en calidad de organizador de la comunidad formada por sus seguidores –un aspecto éste que también tendrá importantes repercusiones en el futuro-, y otras externa que se verá marcada por el enfrentamiento político y bélico que Mahoma tuvo que emprender contra sus conciudadanos de La Meca.” (Manzano 12-13)

En vida, Mahoma nunca especificó como se debía organizar el Estado musulmán, lo que trajo muchos problemas en la sucesión del poder. Sin embargo, durante su vida creo una comunidad seguidora de las reglas del Corán y con sus propias tradiciones. “La predicación de Mahoma había originado una comunidad comprometida a vivir en armonía con las normas contenidas o implícitas en el Corán”. (Hourani 90)

Con la muerte de Mahoma, desaparece la figura del profeta pero esto no implica la disolución de la umma, por el contrario la comunidad tiene un nuevo liderazgo, los califas, quienes asumen la jefatura religiosa y la función política de Mahoma, continuando el rol de Estado que ejercía el profeta. El califa era la cabeza del Islam, dirigía el estado, de él derivaba todo el poder y todos los funcionarios de la administración central (diwan).

Los primeros califas sucesores del profeta, utilizaron el modelo de la umma, creado por Mahoma y

“uno de los mejores aciertos de Muhammad en esta época fue la promulgación de una disposición según la cual todos los habitantes de Medina constituirían, en adelante, una sola comunidad (ummah) bajo su mando. De esta manera, los diversos grupos étnicos y tribales quedaban integrados en una única entidad política, conservando su personalidad y sus creencias y costumbres, sin que fuese obligatoria la aceptación del islam”. (Bramon 44)


Concepto de Estado

            La palabra Estado proviene del latín status, que se traduce como “la condición de ser” y es utilizada por Nicolás Maquiavelo en su obra El Príncipe. Según Francisco Porrúa Pérez en su obra Teoría del Estado,

            “el Estado es una sociedad humana, establecida en el territorio que le corresponde, estructurada y regida por un orden jurídico, creado, aplicado y sancionado por un poder soberano, para obtener el bien público temporal”. (26) Según esta definición, “el Estado es una sociedad de hombres que conviven aunando sus esfuerzos y aspiraciones para lograr el bien o perfeccionamiento total de la propia comunidad social y de todos y cada uno de los hombres que la integran obedeciendo a un grupo gobernante”. (Porrúa 29)

            Según Porrúa, existen antecedentes del Estado en culturas de la Antigüedad y la Edad Media anteriores a la idea del Estado Moderno, “por tener en su base sociedades de hombres que combinaban sus esfuerzos y se sometían a una dirección o gobierno propio con objeto de obtener el bienestar general. (29)

Dentro de estos antecedentes nombra a la sociedad China gobernada por un monarca, quien perpetuaba el poder hereditariamente. En el Antiguo Oriente existieron culturas como Egipto, Persia, Asiria, Babilonia e Israel, en donde se presentaron Estados despóticos o Estados teocráticos. Las ciudades Estado griegas como Esparta y Atenas, también son un claro antecedente de los Estados Modernos. En la sociedad espartana, se aprecian las características del “sacrificio de la persona humana en aras de la comunidad política, subordinando al poderío de ésta todos los valores individuales”. (Porrúa 51) Y la democracia ateniense en donde los habitantes de la polis tomaban parte de las tareas de gobierno.

La civitas romana, es el ejemplo más importante de los Estados antiguos. En sus primeros tiempos fue una monarquía, que luego paso a República y termino siendo un Imperio. En la Edad Media, la Iglesia aprovecho las instituciones y la estructura del Imperio Romano, y se mezcló con la institucionalidad política de la época. “Las palabras divinas contenidas en el Evangelio de San Mateo: "Dad al César, lo que es del César, y a Dios, lo que es de Dios", indicaron la presencia de las dos esferas sociales con distinto ámbito de validez: la Iglesia y la sociedad política”. (Porrúa 70)

En el siglo XI, con el Sacro Imperio Romano Germánico, “fueron apareciendo controversias entre el poder espiritual y el temporal que culminaron con la querella de las investiduras, cuya base fue si el Emperador tenía o no potestad para conferir la dignidad eclesiástica a las jerarquías religiosas”. (Porrúa 76)

A comienzos de la Edad Moderna con el Renacimiento y la Reforma Protestante, que dividió al cristianismo, “hubo además un acontecimiento de fundamental importancia: el fortalecimiento del poder de los monarcas frente a los señores feudales, que motivó la unificación nacional y dio como resultado el nacimiento del Estado moderno”. (Porrúa 86)

Para Ullmann, el concepto de Estado solo comienza a utilizarse a partir del siglo XIII, basado en la obra de Aristóteles,

“en el periodo medieval anterior al siglo XIII resultaba por completo desconocido el concepto de Estado como conjunto independiente, autosuficiente y autónomo de ciudadanos que viven, por así decirlo, de sí mismos y según sus propias leyes. Este concepto surgió en el siglo XIII a consecuencia de la influencia del filósofo griego Aristóteles”. (19) Además precisa que los términos Estado ni político se utilizaban en esa época, “No se usaban el término "Estado" ni el termino "político", sino "gobierno" (gubernatio, gubernaculum o gubernator), el cual estaba en relación con el concepto romano de - jus dicere (jurisdicción)”. (Ullmann 19)

Con el Renacimiento italiano surge “la concepción del Estado moderno. El pensamiento de Maquiavelo desborda sin duda, muchos de los rasgos de la sociedad política antigua. Ya se ve el nacimiento del Estado moderno concebido con su ingrediente específico de soberanía”. (Porrúa, 83)

Por lo tanto, la idea de Estado Moderno, surgió gracias a las características propias del mundo occidental y sobre todo al rol de la Iglesia Católica en la Edad Media,

“La Iglesia con su tradicional unidad. Ofrecía al mundo un ejemplo magnífico de concepción monista de las organizaciones y sirvió de esta manera indirecta a la construcción unitaria o monista del Estado moderno. Éste surgió al tenerse la concepción del mismo como unidad que superaba al dualismo existente entre rey y pueblo y entre poder espiritual y temporal que caracterizó las sociedades políticas de la Edad Media”. (Porrúa, 83-84)

La lucha entre el Estado y la Iglesia, que venía desde la Edad Media, finalmente se resuelve “a favor del Estado, relegando a la Iglesia a su esfera y aún, en algunos casos, relegándola a un término de subordinación”. (Porrúa, 84)

El concepto de Estado Moderno difiere de las organizaciones políticas de la Antigüedad,

“el dualismo que distingue a gobernantes y gobernados en la Edad Media, aun cuando fue superado, dejó hondas huellas en el Estado moderno. El individuo, hasta que surgieron los regímenes monstruosos del siglo xx, nunca fue devorado totalmente por la organización política. Con mayores o menores restricciones siempre se le reconoció una esfera de derechos individuales y esto como una consecuencia del dualismo medieval entre príncipe y pueblo entre gobernantes y gobernados. El dualismo entre Estado e Iglesia, reflejado en las luchas del Tiempo Medio, se ha resuelto por la delimitación de las diversas esferas de soberanía espiritual y temporal”. (Porrúa, 85)

Para los Estados Modernos, “la libertad religiosa es una de las conquistas inalienables de la persona humana. Las creencias religiosas deben significar una barrera infranqueable para la actividad estatal que debe respetarlas”. (Porrúa, 85) La principal característica del Estado Moderno es la afirmación de la existencia del individuo con derechos personales, los que se consagran en las Constituciones.

El concepto que tenemos en el mundo occidental acerca del Estado Moderno, si bien tiene ciertas características similares al concepto de Estado para el Islam, no comparte la misma Historia, y al no tener una raíz común como es el caso de los Estados cristianos occidentales, no podemos aplicar este concepto para referirnos al Islam originado en el siglo VII.

Además el concepto de Estado creado en el Renacimiento, resulta anacrónico al aplicarlo en el mundo del Islam creado por el profeta.

“Es común que encontremos referencias al “Estado” creado por Muhammad. Sin embargo, la utilización del concepto es anacrónica, pues se entiende al Estado -desde una perspectiva histórica- como una creación propia del Mundo Moderno. Dentro del contexto en el cual es utilizado, se entiende que es para explicar una realidad política organizada, cuyos elementos más claros se manifiestan en el marcado tono legislativo que adquiere el Corán y, también, la Tradición”. (Campanini 2003) (Melo 173)

Otra diferencia entre el Islam y la cultura occidental es que,

“En el islam clásico no había diferencia entre Iglesia y Estado… En el Islam anterior a la occidentalización no había dos poderes, sino uno sólo, y, por tanto, no pudo surgir la cuestión de la separación. La distinción entre Iglesia y Estado, tan profundamente arraigada en el Cristianismo, no existía en el Islam, y en árabe clásico, como en otras lenguas cuyo vocabulario intelectual y político deriva de aquél, no había parejas de palabras que correspondiesen a espiritual y temporal, laico y eclesiástico, religioso y secular”. (Lewis 13) Por lo que además de no tener una historia en común, jamás se separó la función del Estado del ámbito religioso como si sucedió en occidente, tan así que, “ni siquiera en el lenguaje moderno hay un equivalente musulmán para "Iglesia", en el sentido de "organización eclesiástica". Las distintas palabras que significan mezquita se refieren solo a un edificio que es el lugar de culto, no una abstracción, una autoridad o una institución”. (Lewis 14)

Para el mundo musulmán, es el Islam el que crea las leyes no el Estado, y estas leyes se mantienen por que han sido reveladas por Dios en el Corán, por lo tanto,

“el deber del gobernante es defender y apoyar, mantener y reforzar la ley que le limita a él mismo tanto como al más humilde de sus súbditos. Con estos propósitos puede imponer normas y disposiciones para clarificar y aplicar la ley. No puede, en modo alguno, abrogar ni enmendar la ley, ni le puede hacer adiciones”. (Lewis 61) A diferencia del Estado Moderno, en donde es el Estado el que crea las leyes para proteger los derechos de los hombres, pasando por encima de la religión.

La Sharia, la ley sagrada del Islam, abarca todo tipo de actividades humanas, y por ende se preocupa de la organización del gobierno,

“La función principal del gobierno es hacer posible que el individuo musulmán lleve una vida musulmana recta. Esta es, a fin de cuentas, la razón de ser del Estado, la única para la que Dios lo ha establecido y la única por la que le ha dado autoridad sobre los demás. El valor del Estado y las buenas o malas acciones de sus hombres se miden por el grado hasta el que se cumple este propósito. El precepto básico de la vida política y social musulmana, formulado generalmente como "hacer el bien y evitar el mal", es así una responsabilidad compartida por el gobernante y el súbdito o, en términos actuales, por el Estado y el individuo”. (Lewis 57-58)

También existen visiones que indican que el Islam no fue pensado como un Estado, y más bien se formó de acuerdo a la situación que se vivía en la época,

“los estudiosos que defienden esta postura establecen que el pensamiento clásico islámico está basado en el principio de comunidad y no de Estado o de una determinada idea de Estado. Lo anterior se justifica por el hecho de que en ninguna parte del Corán habla de la promesa de un Estado o cualquier forma de entidad política, salvo de la comunidad de creyentes (Ghalioun 1999). Esto es tan así que en el Corán el Estado aparece como la encarnación del mal. Desde esa óptica, el papel estatal habría sido asumido por la religión. Esta organización religiosa se basa en un poder profético que emana de una revelación y que busca preparar a los hombres para la vida eterna”. (Melo 177)

            Intentar estudiar el Islam desde una visión política o solo religiosa, sería un error, ya que en el mundo musulmán ambos están ligados desde un comienzo, si bien los estados islámicos en la Historia han tenido similares características a los Estados Modernos occidentales, desde el punto de vista político difieren en su forma de origen histórico y en la soberanía de sus leyes. En el Islam las leyes no las crea el pueblo o la nación para salvaguardar sus Derechos Humanos, las crea Dios, por lo tanto no se pueden modificar. De igual forma y por esto mismo es que la religión sigue unida al Estado, y lo seguirá estando mientras estos países sigan practicando el Islam.



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·     Ullmann, Walter. Historia del Pensamiento Político en la Edad Media. Barcelona: Ariel Grupo Planeta, 2013. Impreso.

martes, 17 de abril de 2018

Cruzada, Motivaciones y Guerra Santa


La visión que tenemos de las cruzadas está muy influenciada por las ideas occidentales actuales. Para los musulmanes las cruzadas representan una agresión de Occidente en terrenos santos para tres religiones (judía, musulmana y cristiana), para ellos, el occidental saqueó, violó y mató a todo aquel que no profesara su religión. Para los occidentales las cruzadas representan una peregrinación armada en contra del agresor musulmán que tomó la tierra sagrada en donde nació Jesucristo. El Historiador José Marín en su libro Cruzada, Guerra Santa y Yihad. La Edad Media y Nosotros señala “que en Occidente, cuando oímos la palabra “cruzada”, no escuchamos lo mismo que un musulmán, y no relacionamos tal palabra con “Guerra Santa””. (45-46)

La idea de una cruzada a tierra santa se comenzó a gestar cuando “en febrero de 1095, el Papa Urbano II, de camino a Francia, recibió en Piacenza a los emisarios enviados por el emperador Alejo I Comneno en busca de ayuda para hacer frente a los turcos. En realidad, Bizancio no estaba en peligro, pero necesitaba tropas para explotar las divisiones entre los selyúcidas”. (Madden 36) Bizancio envía emisarios a Occidente en busca de mercenarios que pudieran servir al emperador en su reconquista de los territorios tomados años antes en la batalla de Manzikert, por los turcos selyúcidas, quienes habían arrasado con el ejército bizantino perdiendo territorios importantes de Asia menor. “En el año 1071, el Emperador Romano IV Diógenes (1067-1071) respondió invadiendo el territorio selyúcida, donde sus tropas sufrieron una descomunal derrota de manos del sultán Alp Arslan (1063-1072) en Manzikert, cerca del lago Van, en Armenia (la actual Turquía)”. (Madden 34-35)

En 1095, la máxima autoridad de la cristiandad occidental, el Papa Urbano II, hacía un llamamiento para emprender una peregrinación armada hacia Oriente, lo que actualmente conocemos con el nombre de cruzada. No existe ninguna versión oficial del llamamiento del pontífice, lo que hace muy difícil conocer las reales intenciones expresadas en el concilio de Clermont-Ferrand. En los hechos, Urbano II propuso una intervención bélica contra los musulmanes que habían tomado Tierra Santa y parte del Imperio Bizantino.

El 27 de noviembre de 1095, Urbano II lanzó en Clermont su llamamiento a la cruzada. La muchedumbre le respondió con el grito: “Dios lo quiere”. Aquél concilio, se dice con razón, no estaba dedicado esencialmente a la cruzada. Trató diversos problemas, en particular de la paz de Dios y de la excomunión del rey Felipe I por su bigamia. Esto es cierto, pero tuvo lugar también sólo algunos meses después del concilio de Piacenza, donde fue oída la demanda de Alejo, y donde nació la idea de cruzada. El llamamiento del Papa, por tanto, no fue ni fortuito ni improvisado. (Flori, La Guerra Santa 303)

La historiografía ha interpretado, a través de los testimonios de testigos y las cartas posteriores del mismo Papa, a este llamamiento en peregrinación armada a Oriente como una guerra santa contra el musulmán invasor. “Todos aquellos que quisieran ir tenían que jurar un voto de peregrinaje que les comprometía a seguir el camino de Dios hasta el final, o bien hasta la muerte. En compensación, la Iglesia asumía la protección de sus tierras y garantizaba el perdón de sus pecados”. (Madden 36)

Para la historiografía, en esa época la palabra cruzada aun no existía, según Madden “hubo de pasar bastante tiempo antes de que la idea de cruzada pasase a formar parte del pensamiento cristiano. El mismo término «cruzada» deriva del latín cruciatus o cruce signatus («el que lleva el signo de la cruz»), pero la noción de cruzada tan sólo empezó a definirse en tiempos del Papa Inocencio III (1198-1216)”. (51)

Para Marín, la palabra cruzada en este período no existía pero desde el siglo XVIII ha sido aceptada por los historiadores, en cambio la palabra cruzado si se empleaba en ese tiempo;

Señala Peter Partner que “las palabras croisé y croisade (…) no fueron usadas por Urbano (II) en su época, ni fue usada por persona alguna en francés o latín hasta la época de la Tercera Cruzada (1189-1193) a fines del siglo XII. Pero prácticamente todos los historiadores modernos desde el siglo XVIII (cuando la palabra inglesa crusade fue inventada) han aceptado este anacronismo”. Si el término cruzada es una creación lingüística más reciente y, por tanto, ausente en las fuentes medievales tempranas, la palabra “cruzado”, quien lleva la marca de la cruz (crucesignatus), si existía. (59)

Hasta el día de hoy persisten algunas interrogantes que no se han podido verificar a lo largo de la historia en torno a las cruzadas, dentro de ellas están las motivaciones que llevaron a los cruzados a dejar sus tierras y acudir al llamado del Papa y también si la primera cruzada realmente fue una Guerra Santa o solo una excusa para reconquistar territorios perdidos y establecer el dominio de Occidente en una zona estratégica.

No son pocas las dudas que se tienen de las motivaciones que impulsaron a los cruzados a Tierra Santa. En el año 1.000 el hombre medieval estaba acostumbrado a la guerra, debido a las invasiones de normandos, húngaros y sarracenos, y pudo haber visto en este peregrinaje una opción de librar batalla en otro sitio que no fuera Europa, ya que las guerras estaban prohibidas por la paz de Dios. Para Flori,

La cruzada no sólo se explica por la situación social de Occidente. Desde hace unos cincuenta años, se ha hecho hincapié sobre este único aspecto, presentando a esta parte del mundo como una región perpetuamente agitada por guerras intestinas, y a la cruzada como un exutorio necesario, como una especie de válvula de seguridad para los caballeros molestos por las obligaciones de una paz de Dios que prohibía las guerras privadas. Occidente habría resuelto, en cierto modo, sus problemas internos exportando la violencia, enviando a sus peores agitadores a combatir lejos de sus fronteras. Aunque hay una parte de verdad en esta percepción de las cosas, ello sólo es válido para una ínfima parte de los contingentes cruzados. (Flori, La Guerra Santa 294)

La idea que se desprende del llamamiento del Papa, si bien era la de un peregrinaje de reconquista contra el infiel musulmán, en donde la meta era recuperar Jerusalén, utilizando la guerra como medio y con el fin de lograr la salvación a través de la cruzada, también desprende que podía existir otros motivos, además de los religiosos, Madden indica “los motivos de los cruzados debieron de ser en buena parte religiosos. Pero el canon segundo del concilio de Clermont sugiere que tal vez hubiese algo más: «Todo aquel hombre que parta por pura devoción, no para buscar fama ni riqueza, sino para liberar a la Iglesia de Dios en Jerusalén, se verá libre de toda penitencia»”. (38)

Para Flori, es aún más evidente que si bien la cruzada tenía una motivación religiosa, también existían otras motivaciones mundanas,

El argumento siempre evocado de Clermont no tuvo ningún alcance, pues sólo valió para los que emprendieron la ruta como penitentes. Pero, ¿y los otros? ¿Cómo puede afirmarse que todos partieron por aquel solo motivo? Ello constituye una verdadera petición de principio a la que se oponen completamente a la vez la actitud real de la mayor parte de los cruzados, los textos antes citados y hasta el decreto de Clermont: por su misma restricción, subraya que la búsqueda de riqueza y de gloria formaba parte de las motivaciones naturales de los cruzados. (Flori, La Guerra Santa 316)

Para Eberbard, las motivaciones de los cruzados no solo se deben buscar en el ámbito de lo religioso,

También intervinieron factores económicos y sociales en mayor medida de lo que se admite por regla general. En la discusión especializada más concreta se han dejado un poco de lado, aunque tienen gran importancia en el problema. Se ha señalado constantemente el deseo de aventuras de los caballeros y su ansia de botín. En Oriente parecía especialmente atractiva la posibilidad de hacer fortuna con rapidez y alcanzar una posición más importante que la que permitían las circunstancias en la vieja patria. (37-38)

Y es una visión válida desde el punto de vista del hombre actual, en donde la búsqueda de riquezas, fama y tierras, son los elementos que mueven a las personas, y porque no también en la edad media a los caballeros que no podían optar a estas ganancias en su tierra natal.

Para el historiador Jacques Le Goff, las cruzadas son solo una excusa para exportar la guerra a Oriente, en su libro La Civilización Medieval señala que,

Cuando Urbano II en el 1095 encendió el fuego de la cruzada en Clermont, cuando san Bernardo lo atizó en el 1146 en Vézelay, pensaban transformar la guerra endémica de Occidente en una causa justa, la lucha contra los infieles. Querían purgar a la humanidad del escándalo de los combates entre correligionarios, dar al ardor belicoso del mundo feudal una salida digna, indicar a la cristiandad el gran objetivo, el gran proyecto capaz de forjar la unidad de pensamiento y de acción que le faltaba. (60)

Además, Le Goff realiza una crítica a las motivaciones de los cruzados, “no cabe duda que la cruzada les pareció a los caballeros y a los aldeanos del siglo XI —aunque este impulso no estuviera claramente formulado ni experimentado por los cruzados— una salida al exceso de población, y el deseo de tierras, de riquezas, de feudos más allá del mar fue un cebo primordial”. (59)

Quizás nuestra visión actual no nos permite ponernos en el lugar del cruzado, comprometido con el llamado del Papa a este peregrinaje, y es que es muy difícil imaginar, con el estilo de vida que tiene la humanidad hoy, que un grupo de hombres lo dejaran todo para partir a un peregrinaje armado cuyos fines fueran liberar Tierra Santa y limpiar sus pecados.

Es posible que esa tendencia tan propia de nuestros tiempos a mostrarnos escépticos ante las motivaciones religiosas y espirituales nos impida entender con claridad las cruzadas. Y es que la idea de la Guerra Santa estaba plenamente asumida por aquel entonces, pero por lo general la gran masa la interpretaba como un modo de alcanzar la salvación a costa de la vida de los enemigos de la fe. El Papa Urbano II, que dio a este concepto una nueva dimensión al asociarla con la indulgencia de los pecados, dejó claro que la ambición personal no había de convertirse en el objetivo de los cruzados. (Madden 39)

En la actualidad está vigente el debate sobre si la cruzada es una Guerra Santa, una Guerra Justa o una especie de Yihad. Debido al escenario actual del mundo, en donde extremistas musulmanes han proclamado una Yihad contra Occidente, y donde podemos ver en las noticias atentados en diversos puntos del planeta, cabe preguntarse si verdaderamente la cruzada fue una Guerra Santa proclamada por Dios, si cumplía con los requisitos de una Guerra Justa y si se le puede equiparar a la Yihad islámica.

Las dudas surgen debido a que dentro del pensamiento cristiano y basado en la doctrina cristiana del no matar, ¿es posible que el Dios de Jesucristo llame a una cruzada contra un pueblo que no tiene las mismas creencias? Si bien en el antiguo testamento, el Dios de Israel es un Dios castigador y guerrero, el Dios de los cristianos a través de Jesucristo proclama el amor hacia el prójimo, la tolerancia a la diversidad y la piedad. Y todo esto difiere de las cruzadas, en donde Dios a través de la cabeza de la Iglesia de Occidente llama a una Guerra Santa contra los musulmanes.

Para Riley-Smith en su libro ¿Qué Fueron las Cruzadas?, desde el siglo IV se creía que existían ocasiones en las que la lucha armada es justificable, y en ciertas circunstancias “puede no aplicarse el quinto mandamiento, que contiene la prohibición divina del homicidio”. (29). Las circunstancias que describe son dos, la Guerra Justa que “parte de la premisa de que la violencia es un mal, pero, en condiciones intolerables y a condición de que ésta se someta a unas normas estrictas, Dios puede perdonar una guerra y considerarla como un mal menor” (Riley-Smith 29) y la Guerra Santa, que “aceptaba comúnmente que la violencia no era un mal intrínseco, sino que era moralmente neutra, y que su valor moral se derivaba de las intenciones de sus perpetradores. Por tanto, desde una perspectiva teórica resultaba posible concebir una violencia «buena» e incluso una persecución «justa»”. (Riley-Smith 30)

El concepto de Guerra Justa, ha sido empleado desde la Antigüedad, siendo el filósofo griego Aristóteles en su libro la Política quien acuño la expresión “Guerra Justa”.

La guerra representaba una forma natural de adquisición para el Estado, pero no debía suponer un fin en sí misma. Podía hacerse uso legítimo de ella en defensa propia, para evitar la esclavización del Estado; para conseguir un imperio que beneficiase a los habitantes del Estado conquistador; o para esclavizar a sujetos no helénicos que lo merecieran. La clave residía en la justicia de los fines para los cuales se había desplegado la batalla. (Tyerman 40)

Para el historiador Tyerman en su libro Las Guerras de Dios, la guerra “estaba justificada en caso de que una de las partes fuera culpable de haber roto un acuerdo o haber cometido injusticia sobre el contrario” (40) y para que una guerra sea justa “necesita de una causa justa; su objetivo debe ser o bien la defensa, o bien la recuperación de una posesión legítima; la autoridad legal debe autorizarla; los combatientes deben sentir como motivo el de un objetivo justo”. (Tyerman 42)

Para Marín, “sólo se puede hablar de “Guerra Santa” cuando se incorpora una recompensa celestial –especialmente el martirio, pero también la remisión de los pecados- a quienes mueran en el campo de batalla defendiendo una causa que deba ser justa y legítima”. (77)

Para Tyerman una Guerra Santa “dependía de la voluntad divina, constituía un acto religioso, estaba dirigida por el clero o autorizada a los gobernantes laicos por inspiración divina y les ofrecía recompensas espirituales; en cambio, la Guerra Justa formaba una categoría legal justificada por la necesidad, la conducta y los fines seculares y atraía beneficios temporales”. (43)

Para García en su libro La Edad Media Guerra e Ideología Justificaciones Religiosas y Jurídicas, desde Gregorio VII se venía formando la idea de una Guerra Santa contra los musulmanes, debido a las persecuciones de estos hacia los cristianos de oriente. Y la idea tomo más fuerza con Urbano II, ya que “nunca hasta ahora se puso tanto énfasis en la situación de desamparo e injusticia en la que vivían aquellos, de manera que su liberación o la venganza por sus sufrimientos se convirtió en uno de los argumentos recurrentes a la hora de motivar una guerra ofensiva contra los infieles”. (García 174)

Grousset señala que la idea de Urbano II se distinguió de las anteriores por su carácter religioso internacional,

El Papa llamó a la lucha contra el Islam a toda la Cristiandad. Desde que los primeros califas árabes proclamaron contra los cristianos el chihad, la guerra santa musulmana, los estados cristianos, a pesar de su carácter confesional que hemos subrayado en ellos, no opusieron al Islam sino una resistencia aislada; y aun cuando hubo de su parte guerra religiosa, no dejaba de ser una guerra nacional, hasta una guerra de nacionalidad (Bizancio, Armenia). Con Urbano II, la cristiandad responde al Islam con una guerra santa general. En ese sentido, la cruzada se opone y se iguala verdaderamente al chihad, puede decirse que la cruzada es un contra chihad. (22)

Pero no todas las guerras contra los musulmanes son guerras santas, como indica Marín “sólo las guerras contra los infieles del siglo XI en adelante, y no todas, pueden calificarse de “Guerra Santa” y cruzada, siempre que se cumplan las características ya señaladas, pues, según se ha especificado, uno y otro termino no son necesariamente sinónimos”. (132) Si bien la cruzada posee todas las características de una Guerra Justa, ya que se ajusta “a los criterios de la causa justa, la autoridad del príncipe y la intención correcta”. (Riley-Smith 32) y además cumplía con los criterios de una Guerra Santa, al estar autorizada por el clero, de inspiración divina y con una recompensa espiritual, posee una característica particular, “una cruzada era una clase especial de Guerra Santa porque llevaba implícito un componente penitencial”. (Riley-Smith 31)

Para Flori la cruzada es el resultado de un lento proceso de varios siglos que condujo a la Iglesia desde la no violencia al uso sacralizado de las armas, “pues la cruzada, desde el origen, no fue solamente una loable peregrinación armada, como hoy se tiende a decir; fue también, y tal vez sobre todo, una “Guerra Santa”, o, mejor dicho, una guerra sacralizada, en la medida que el concepto mismo de Guerra Santa parece inaceptable en nuestra época”. (Flori, La Guerra Santa 12)

Por lo general se confunde como sinónimos la palabra Yihad con Guerra Santa, y en la actualidad el debate está más abierto que nunca. Para Flori;

La palabra yihad, que generalmente se traduce por «Guerra Santa», expresa una noción mucho más amplia que ese único aspecto belicoso: puede traducirse por «esfuerzo realizado en la vía de Dios». Reviste un sentido general y puede aplicarse a toda iniciativa loable que tenga como finalidad el triunfo de la verdadera religión sobre la impiedad, y puede aplicarse así al esfuerzo de purificación moral individual del creyente. Existen varias especies de yihad que no tienen nada que ver con la guerra. El Corán habla, por ejemplo, del yihad del corazón, del yihad de la lengua (Corán III, 110, 114; Corán IX, 7), etc. No se puede, pues, identificar estrictamente yihad y Guerra Santa. Yihad tiene un significado más amplio, aunque el término, en cambio, recupera asimismo la noción de combate guerrero, expresado mediante el «yihad de la espada». (Flori, Guerra Santa, Yihad…74)

Si empleamos el termino Yihad como Guerra Santa contra los infieles, la diferencia entre la Guerra Santa y cruzada de los cristianos y el Yihad musulmán, es que la sacralización de la guerra en Occidente fue el resultado de una evolución de cerca de mil años, mientras que el Yihad es original de la religión musulmana. “La cruzada fue una Guerra Santa que, para responder al yihad que encontró al termino de dicha evolución doctrinal de mil años, dio la espalda a la doctrina del Evangelio y de la Iglesia primitiva para extraer de las «Guerras del Padre Eterno» relatadas en el Antiguo Testamento argumentos destinados a alimentar su nueva actitud”. (Flori La Guerra Santa 349)

El cristianismo primitivo condenaba la violencia, el mismo Jesucristo practicaba la no violencia, y el perdón de las ofensas, en cambio;

El islam no tuvo, desde sus orígenes, ninguna reticencia respecto a la acción guerrera. No fue condenada ni por revelación coránica ni por el comportamiento real de su fundador. Mahoma, contrariamente a Jesús, no sólo no rechazó el uso de la violencia armada, sino que él mismo la practicó como jefe de tropas, la predicó en varias circunstancias y no dudó incluso en hacer asesinar a algunos de sus adversarios, en particular a los poetas árabes que lo habían ridiculizado en sus canciones. (Flori, Guerra Santa, Yihad… 75)

Por lo tanto el Yihad islámico y la Guerra Santa no serían sinónimos, ya que sus orígenes difieren, y la cruzada como una Guerra Santa que pretendía liberar Jerusalén y entregaba recompensas espirituales a los cruzados llamados en esa primera cruzada, también difiere del concepto de Yihad islámica, ya que la cruzada fue en un tiempo determinado, y no algo duradero en el tiempo hasta la actualidad, como si lo es el Yihad.

Entonces ¿podemos llamar a la primera cruzada como una Guerra Santa? Cumple con las características de una Guerra Santa, pero no se debe olvidar que;

De aquellos que libraban una guerra legítima se esperaba, pues, una actitud apropiada a la recta intención que les guiaba, lo que suponía un ánimo piadoso, justiciero y obediente, una rectitud moral, una disposición interna pacífica, impregnada de benevolencia. Este buen celo excluía que la intención del combatiente al librar la guerra pudiera basarse en el odio al enemigo, en el deseo de venganza, en la ambición política, en la esperanza de conseguir botín o en la simple crueldad. (García 57)

Es en este punto, en el de las intenciones de los cruzados, en donde se produce una ruptura con la idea de una Guerra Santa, son varios los testimonios que se tienen en el presente acerca de las atrocidades cometidas por los cruzados en su paso a Tierra Santa, situaciones indefendibles, que hasta el día de hoy los musulmanes recuerdan con horror.

Según el historiador árabe Ibn al-Atir en su paso por Maarat los cruzados francos, a los cuales denomina frany, prometieron perdonarles la vida a los musulmanes si detenían la lucha, relata que “al alba llegan los frany: es una carnicería. Durante tres días pasaron la gente a cuchillo, matando a más de cien mil personas y cogiendo muchos prisioneros”. (Maalauf 68)

Las atrocidades cometidas por los frany en Maarat también han sido descritas por occidentales, el historiador francés Raúl de Caen relata, “en Maarat, los nuestros cocían a paganos adultos en las cazuelas, ensartaban a los niños en espetones y se los comían asados” (Maalauf 68), también hay testimonio en cartas oficiales “así lo afirmarán sus jefes al año siguiente en una carta oficial al Papa: Un hambre terrible asaltó al ejército en Maarat y lo puso en la cruel necesidad de alimentarse de los cadáveres de los sarracenos.” (Maalauf 69)

El cronista francés de la primera cruzada, Alberto de Aquisgrán, que participó en la batalla de Maarat relata, “¡A los nuestros no les repugnaba comerse no sólo a los turcos y a los sarracenos que habían matado sino tampoco a los perros!” (Maalauf 70)

Los cruzados no cesaron en sus atrocidades, al tomar la ciudad de Jerusalén y llegaron a un trato con el ejército musulmán,

Los frany cumplieron su palabra, y los dejaron marchar por la noche hacia el puerto de Ascalón, donde se afincaron –contará concienzudamente Ibn al-Atir, antes de añadir-: A la población de la ciudad santa la pasaron a cuchillo, y los frany estuvieron matando musulmanes durante una semana. En la mezquita al-Aqsa, mataron a más de setenta mil personas. E Ibn al-Atir, que evita citar cifras incomprobables, puntualiza: Mataron a mucha gente. A los judíos los reunieron en su sinagoga y allí los quemaron vivos los frany. Destruyeron también los monumentos de los santos y la tumba de Abraham -¡la paz sea con él! (Maalauf 85)

Los árabes recuerdan hasta el día de hoy cuando el sucesor del profeta Mahoma, el califa Umar tomo Jerusalén en el año 638, y prometió que se respetaría la vida y los bienes de todos los habitantes.

Mientras se hallaba en la Iglesia de la Qyama, el Santo Sepulcro, como había llegado la hora de la oración, Umar le había preguntado a su anfitrión donde podría extender su alfombra para prosternarse. El patriarca lo había invitado a permanecer donde estaba, pero el califa había contestado: «Si lo hago, los musulmanes querrán apropiarse mañana de este lugar diciendo: Umar ha orado aquí». Y, llevándose su alfombra fue a arrodillarse fuera. Estuvo en lo cierto, pues en ese mismo lugar fue donde se construyó la mezquita que lleva su nombre”. (Maalauf 86)

Un comportamiento totalmente distinto al de los cruzados al tomar Jerusalén, “Una de las primeras medidas que toman los frany es la de expulsar de la Iglesia del Santo Sepulcro a todos los sacerdotes de los ritos orientales –griegos, georgianos, armenios, coptos y sirios-, que oficiaban en ella conjuntamente en virtud de una antigua tradición que habían respetado hasta entonces todos los conquistadores”. (Maalauf 86)

            Las motivaciones de los cruzados seguirán siendo tema de investigación en la Historia, por el momento no es posible llegar a una conclusión del motivo que llevo a los cruzados a partir a Tierra Santa, no se puede aplicar una generalización a la masa de cruzados que viajaron, pero tampoco se puede descartar que más de alguno tuviera otras intenciones menos religiosas.

Lo que si se tiene claro, es que a pesar de tratarse de un peregrinaje armado a Tierra Santa, las intenciones detrás de quienes la formularon era recuperar terrenos santos para la cristiandad, si bien los cruzados se establecieron por años en los reinos latinos de Oriente, y saquearon y mataron a los que no compartían su religión, la intención detrás de la primera cruzada, más allá de enviar ayuda a Bizancio, era una cruzada para liberar la ciudad celestial en la tierra.

Para Riley-Smith, las cruzadas son una gran enseñanza para Occidente,

Para bien o para mal, introdujeron fuerzas nuevas en la política de la región del Mediterráneo oriental que perdurarían más de seiscientos años y contribuyeron a fomentar elementos de la cristiandad latina que ahora se consideran intrínsecos a ella. No se puede adoptar una actitud indiferente respecto a su historia: se concibieron para prestar apoyo a una causa que ha sido descrita como la más noble y la más vil, y a lo largo de los siglos los hombres han acudido a ellas para recibir inspiración o para aprender una lección sobre la corruptibilidad humana. (23)

Podemos llamar a la primera cruzada una Guerra Justa, porque posee todas las características que la hacen justa, podemos decir que fue una Guerra Santa, en teoría, porque también cumple con esas características, aunque las atrocidades cometidas por los cruzados en su paso por Oriente impiden verla como una causa justa, el fin no justifica los medios, y en este caso los saqueos, matanzas y el canibalismo demostrado llevan a pensar que las intenciones cruzadas no eran las más santas.

Dejando de lado las circunstancias del peregrinaje, la primera cruzada cuenta con las características que la convierten en una Guerra Santa, no así en un sinónimo del Yihad islámico, ya que la cruzada tenía un fin, el que se cumplió cuando los cruzados tomaron Jerusalén, y formaron los estados latinos en Oriente. Hilarie Belloc en su libro Las Cruzadas indica que solo existió una cruzada, la primera, ya que fue la única que cumplió su propósito, que era liberar Jerusalén,

No hubo en realidad, sino una sola Cruzada,… la gran irrupción de toda Europa occidental en Oriente para el rescate del Santo Sepulcro. Y ésta había fracasado luego de transcurrido lo que dura una larga vida de hombre, porque al caer Jerusalén en manos de los infieles desapareció el propósito de la gran campaña primitiva, y sus frutos se perdieron. (342)

La cruzada cumplió su objetivo, y cuando Jerusalén paso a manos de los musulmanes en 1187, ese objetivo se terminó, posteriormente se realizaron otras cruzadas, pero solo la primera puede ser considerada una Guerra Santa, todas las demás son incursiones armadas que finalizan en 1291, y desde ahí la cristiandad occidental nunca más ha vuelto a proclamar otra Guerra Santa. Muy distinto a la situación del Islam, que desde su fundación ha optado por mantener una lucha armada contra los infieles hasta el día de hoy.

Si se mira desde la óptica actual, la primera cruzada puede ser catalogada como una reconquista de territorios en un punto estratégico para el comercio de Europa y Oriente, para Le Goff, “el efímero establecimiento de los cruzados en Palestina fue el primer ejemplo de colonialismo europeo y que, como precedente, está pletórico de enseñanzas para el historiador”. (60)

Pero de lo que no hay duda es que la cruzada marca el inicio de la hegemonía de Occidente en el mundo, el historiador Steven Runciman lo señala mejor al decir que;

Tanto si las consideramos como la más grandiosa y más romántica de las aventuras cristianas o como la última de las invasiones de los bárbaros, las cruzadas constituyen un hecho central en la Historia de la Edad Media. Antes de su iniciación, el centro de nuestra civilización estaba situado en Bizancio y en los países del Califato árabe. Antes de su desaparición, la hegemonía de la civilización se había desplazado a la Europa occidental. (13)


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