lunes, 16 de abril de 2018

Las Migraciones Bárbaras


En la historia de la humanidad, siempre el ser humano ha luchado contra lo que es diferente, contra el que está fuera de los límites (tanto geográficos como culturales). Lo vemos en la biblia y sus constantes luchas entre pueblos distintos entre sí, por razones territoriales, religiosas o culturales. También lo podemos ver en el antiguo Egipto, que tomaba de esclavos a los pueblos que estaban fuera de sus límites, lo mismo en la antigua Grecia, quienes apodaron como “bárbaros” a los pueblos extranjeros y en el Imperio Romano, que se apropiaron del mismo concepto.

Hoy en día vemos algo similar en los conflictos con oriente, en especial con los países musulmanes. Si bien las guerras de hoy no son por estar fuera de los límites territoriales, sí lo son por estar fuera de los límites culturales, al no compartir la misma religión ni cultura. Para el hombre occidental del siglo XXI, los bárbaros serían los orientales, a quienes no les entendemos su lengua, religión ni tradiciones.

Pero ¿cómo el concepto de bárbaro se tornó tan importante en la historia del hombre, y tan determinante en el curso de la civilización occidental?

En la época de la antigüedad tardía, desde comienzos del siglo III, las fronteras del Imperio Romano se vieron amenazadas por los germanos en el norte y los persas en el este. En el siglo IV, los emperadores autorizaron el ingreso de pueblos germanos al Imperio en calidad de federados (aliados) quienes recibían un pago anual a cambio de asumir la defensa de la frontera frente a la presión de otras tribus bárbaras. Los francos en 358, los visigodos en 367 y los vándalos en 409 recibieron este trato. El ingreso, que en un comienzo fue lento, se transformó en una oleada masiva cuando el pueblo estepario de los hunos ingresó a Europa en el año 370. Una vez dentro del territorio imperial, los pueblos germanos rompieron los vínculos federativos y crearon sus propios reinos, al tiempo que sus generales asumían puestos de mando en el ejército de Roma y se unían a la aristocracia romana por vínculos de sangre. De esta forma se describe el proceso de las invasiones o migraciones bárbaras, determinantes en la formación de la actual Europa.

Desde la antigüedad los griegos y romanos describen como bárbaros a los pueblos ajenos a los límites de sus imperios, el historiador Guy Halsall en su libro Las Migraciones Bárbaras y el Occidente Romano, 376-568, indica que “el barbarus, era alguien que hablaba una lengua ininteligible, literalmente alguien que farfulla”. (P 61) El historiador Jacques Heers en su libro la Historia de la Edad Media nos cuenta que:

“los griegos, como más tarde los romanos, llamaban bárbaros a todos los pueblos claramente extranjeros, es decir, ajenos a su civilización, sus modos de vida, sus estructuras económicas y sociales, su cultura e incluso su lengua. De hecho, a lo largo del Imperio, se consideró bárbaro al hombre de las estepas o de los bosques, nómada aun en los pueblos de agricultores y, en todo caso, incapaz de asimilar la civilización grecorromana, esencialmente urbana. El termino resulta especialmente útil para ocultar una casi total ignorancia de los pueblos establecidos más allá del limes”. (P 14)

Más tarde, “durante la lucha por el dominio en Italia y en el Mediterráneo, Roma se apropió del vocabulario griego de bárbaro, de manera que para comienzos del Imperio los bárbaros eran fundamentalmente quienes vivían más allá de los límites políticos y se oponían al gobierno romano”. (Halsall P 61)

Tradicionalmente, se estudia que la caída del Imperio Romano de occidente en el año 476 marca el fin de la antigüedad y el comienzo de la edad media, y los historiadores han culpado a las invasiones bárbaras y la barbarización del ejército romano como las principales causas de la caída del Imperio. Debemos recordar que son múltiples las causas del deterioro del Imperio, entre ellas las más estudiadas son las crisis económicas, la adopción del cristianismo y los problemas administrativos para gobernar las extensas zonas del Imperio. Los bárbaros si bien constituyen una de las causas, según Guy Halsall cuando se les indica como culpables “rara vez se explica su desplazamiento, excepto como una oleada primigenia hacia el Mediterráneo, o la teoría del dominó tardoantiguo, iniciada por la presión de los hunos”. (P 26)

Existen diversas teorías y nuevas líneas de investigación que tratan este aspecto. Dentro de estas líneas de investigación hay quienes creen que el Imperio Romano de Occidente no cayó y que sufrió una transformación, una fusión entre el catolicismo del Imperio Romano y sus instituciones y la cultura bárbaro-germana, formando una nueva etapa en la historia de la humanidad, la edad media que conocemos y que dio forma a la actual Europa.

El historiador Jacques Heers propone que “más que una caída parece un largo periodo de adaptación a un nuevo equilibrio étnico, a nuevas estructuras políticas y sociales”. (P 11)

Guy Halsall señala diversas teorías de esta continuidad, como la de Fustel de Coulanges, quien “sostenía que las invasiones o migraciones en realidad habían tenido poco efecto sobre la sociedad y las instituciones de la Galia. Muchas de esas instituciones eran continuaciones de la situación romana, o eran nuevas creaciones surgidas de los acontecimientos del periodo” (P 36), además cita la tesis de Henry Pirenne quien “sostenía que el mundo romano era una unidad económica en torno al Mediterráneo, que sobrevivió a las invasiones bárbaras sin apenas cambios y sólo se colapsó cuando las conquistas árabes del siglo VII rompieron la coherencia del Mediterráneo, separando el norte cristiano del sur islámico”. (P 36)

Otra teoría aceptada, propone la continuidad entre el Imperio Romano y la edad media a través de la permanencia de la Iglesia y la institución imperial, a través de la translatio Imperii que había promovido el Papa Silvestre en la Navidad del año 800, al coronar como nuevo emperador a Carlomagno.

También dentro de estas nuevas líneas de investigación, sobre todo alemanas, que buscan estudiar el pasado común y cómo las raíces germanas ayudaron a formar la Europa actual, se encuentra la teoría de que las invasiones bárbaras en realidad fueron migraciones. El historiador Guy Halsall nos indica que “el término "migraciones bárbaras"; (Völkerwanderung) apareció en el siglo XVI, y en el XIX la idea de que todos los alemanes tenían un origen común en estos bárbaros encontró una nueva vigencia política dentro del movimiento de la unificación alemana”. (P 29)

Si bien efectivamente los bárbaros entraron en el Imperio en masa huyendo de las invasiones de los hunos en el siglo IV, debemos recordar que los bárbaros habían estado entrando al Imperio desde la República y que tanto los francos y los godos entraron de forma progresiva y pacífica al Imperio desde el siglo III, ocupando cargos administrativos y en el ejército, en un proceso llamado la barbarización del ejército romano.

Para Jacques Heers se trató de migraciones lentas e inadvertidas que el Imperio aprovechó para robustecer a su ejército,

“es más frecuente que los bárbaros se introduzcan en el Imperio, sin enfrentamientos, en virtud de acuerdos de todo tipo que les abrían pacíficamente el limes: se trataba de infiltraciones lentas e inadvertidas, migraciones más que invasiones. Hacía siglos que Roma reclutaba mercenarios bárbaros de caballería e infantería para sus cuerpos auxiliares…” (P 13)

Existían categorías en las relaciones que establecían los romanos con los bárbaros asimilados, Halsell indica que:

“estaban los dediticii, bárbaros que se habían rendido al Imperio y habían sido recibidos dentro del Estado para su asentamiento. Probablemente eran el elemento más numeroso de la población no romana. Otra categoría bastante extendida a partir del siglo III fue la de los laeti: bárbaros capturados por los romanos y asentados en la tierra más que ser inmediatamente masacrados o arrojados a las bestias, como era lo habitual… También estaban los foederati, bárbaros en una relación de tratado (foedus) con el Imperio, pero en el siglo IV estos bárbaros vivían completamente fuera de las fronteras imperiales efectivas”. (P 167-168)

Los bárbaros aprovechaban la hospitalidad romana a través de los tratados o foedus, en el cual ambos se comprometían a asistencia mutua entre el Imperio y el pueblo bárbaro.

“La ambición de los bárbaros era arrancar de los romanos la hospitalidad que les aseguraba tierras a cambio de servicios militares y de respetar la legislación del Imperio. De esta forma, tribus, poblaciones o pueblos enteros obtenían un foedus, esto es, un tratado que precisaba las condiciones de asentamiento de los confederados en tierras abandonadas o en dominios de los grandes propietarios romanos. Estos acuerdos, que revitalizaban ciertas tradiciones propias del asentamiento de los soldados del ejército imperial en campaña, atribuían a cada familia bárbara una parte –sors- de las tierras del huésped (el tercio o los dos tercios según los casos), mientras que los bosques y pastos permanecían a menudo indivisos”. (Heers P 14)

Esta absorción de migrantes fue un proceso largo y que se acentuó en el siglo IV cuando los hunos avanzaron hacia occidente, en lo que comúnmente se denomina las invasiones bárbaras. Más que una invasión, este proceso consistió en la absorción de refugiados bárbaros en los límites del Imperio, quienes huían de los hunos. Le Goff indica que los pueblos bárbaros que entraron al Imperio, lo hicieron por miedo y desesperación ante la llegada de los hunos, “los invasores son fugitivos presionados por algo más fuerte o más cruel que ellos. Su crueldad es con frecuencia la crueldad de la desesperación, sobre todo cuando los romanos les niegan el asilo que ellos piden con frecuencia de forma pacífica”. (P 22)

Según Le Goff el proceso de absorción de los pueblos bárbaros se ve en la administración del Imperio, en donde hacía siglos que los bárbaros ostentaban puestos de poder,

“la gran crisis del siglo III socava el edificio. La unidad del mundo romano se esfuma: el corazón, Roma e Italia, se anquilosa, ya no riega los miembros que intentan vivir su propia vida: las provincias se emancipan y después se convierten en conquistadoras. Españoles, galos y orientales invaden el senado. Los emperadores Trajano y Adriano son españoles y Antonino, de ascendencia gala; bajo la dinastía de los Severos, los emperadores son africanos y las emperatrices sirias. El edicto de Caracalla concede en el 212 el derecho de ciudadanía romana a todos los habitantes del Imperio. Tanto este ascenso provincial como el éxito de la romanización muestran el ascenso de fuerzas centrífugas. El Occidente medieval será el heredero de esta lucha: ¿unidad o diversidad?, ¿cristiandad o naciones?” (P 20)

Existía una interacción cultural entre bárbaros y romanos en las fronteras del Imperio, además desde hacía mucho tiempo que algunos pueblos bárbaros se integraron completamente al Imperio, llegando a ostentar puestos en la administración romana y en el propio ejército.

“El Ejército era, como siempre había sido, una comunidad en sí misma, desarrollando su propio conjunto de identidades. Lo que es interesante para nuestros propósitos es que en el Bajo Imperio estas identidades estaban claramente construidas en torno la imaginería "bárbara";. Esto era así en parte porque el Ejército reclutaba mucho en las regiones más allá de la frontera, de manera que muchos hombres y oficiales eran bárbaros. Sin embargo, los romanos siempre habían empleado tropas bárbaras y probablemente se ha sobreestimado hasta qué punto el Ejército estaba siendo "barbarizado"; antes del 400 aproximadamente”. (Halsall P 117-118)

No solo los romanos se beneficiaron de las relaciones con los bárbaros, éstos también sacaban provecho del Imperio a través de las instituciones romanas, de las cuales eran admiradores. Esta admiración hizo que los bárbaros adoptaran fácilmente las costumbres romanas, y las continuaran a pesar de la “caída del Imperio”,

“queda en pie no obstante la atracción que ejercía la civilización romana sobre los bárbaros. Los jefes bárbaros no sólo se rodearon de romanos como consejeros, sino que intentaron adoptar con frecuencia las costumbres romanas y dotarse de títulos romanos: cónsules, patricios, etc. No se presentaban como enemigos, sino como admiradores de las instituciones romanas. Se les podría tomar todo lo más como usurpadores. No eran más que la última generación de esos extranjeros, españoles, galos, africanos, ilirios, orientales que, poco a poco, habían llegado hasta las más altas magistraturas y al Imperio. Más aún: ningún soberano bárbaro osó erigirse a sí mismo en emperador. Cuando Odoacro depone en el 476 al emperador de Occidente Rómulo Augústulo, envía al emperador Zenón en Constantinopla, las insignias imperiales diciéndole que un solo emperador es suficiente. «Apreciamos más los títulos conferidos por los emperadores que los nuestros», escribe un rey bárbaro a un emperador. El más poderoso de ellos, Teodorico, toma el nombre romano de Flavio, escribe al emperador: ego qui sum servus vester et filius, «yo, que soy vuestro siervo y vuestro hijo», y le declara que su única ambición es hacer de su reino «una imitación del vuestro, una copia de vuestro imperio sin rival». Hay que esperar al año 800 y a Carlomagno para que un jefe bárbaro ose hacerse emperador”. (Le Goff P 26)

Los reyes de estos reinos bárbaros tomaban nombres romanos y seguían respetando las costumbres y rituales del Imperio. A pesar de que Clodoveo, Teodorico y Alarico pusieron fin al Imperio, y otros pueblos bárbaros llegarían más tarde, como los lombardos, los Anglos y los Sajones, respetaban la tradición romana, y cambiaron las insignias germánicas por las romanas. A la llegada de estos pueblos bárbaros se produjo una mezcla cultural donde nació la civilización medieval, con aportes de romanos y bárbaros.

Si bien la visión de los bárbaros con el paso del tiempo quedó detenida en la edad media, la carga simbólica del concepto bárbaro se traspasó a la de extranjero. Hoy tenemos presidentes que quieren construir muros para evitar las migraciones, tenemos países que se niegan a aceptar refugiados de guerras que ellos mismos empezaron y tenemos una sociedad que no acepta la diversidad y discrimina al migrante. Si antes el bárbaro era la persona que vivía fuera de los límites del imperio romano, con una religión e idioma distinto, y con tradiciones diferentes, hoy se replica en el extranjero que viene de otro país, y que muchas veces no tiene nada de diferente a nosotros, más que su color de piel, pero se les sigue tratando como diferentes.

Es curioso que los llamados pueblos bárbaros de la edad media, hoy ostenten el titulo de los países desarrollados, con economías fuertes y liderando la Unión Europea, y que durante la historia reciente hayan protagonizado dos de las guerras más inhumanas de las que se tengan registro.

El ser humano se ha movido por la faz de la tierra desde que apareció hace miles de años, las migraciones han sido una constante en los pueblos y civilizaciones de nuestra historia. Estas migraciones han conformado el mapa actual de nuestro mundo, si bien las invasiones del siglo IV, a las que muchas veces la historia las ha tildado de violentas, influyeron en la creación de las naciones europeas, no debemos olvidar que existieron otras migraciones mucho más violentas y protagonizadas por hombres europeos, supuestamente no bárbaros, quienes no dudaron en cruzar océanos y dominar otros pueblos, como es el caso de América y África.



Bibliografía 

·         Halsall, Guy. Las Migraciones Bárbaras y el Occidente Romano, 376-568. Valencia: Editorial Publicaciones Universitat de Valencia, 2012. Impreso.

·         Heers, Jacques. Historia de la Edad Media. Barcelona: Editorial Labor, 1984. Impreso.

·         Le Goff, Jacques. La Civilización del Occidente Medieval. Barcelona: Editorial Paidós, 1999. Impreso.

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