Al
mirar la Historia de Valparaíso desde su descubrimiento por los españoles, los
porteños han logrado desarrollar una mentalidad, una forma de ser, una forma de
expresarse y sentir única de aquellos que habitan el puerto y que de una u otra
forma han logrado apreciar aquellos que han pasado por él. Valparaíso
nació de la necesidad de un puerto como una pequeña aldea o un emplazamiento
portuario[1],
en donde los sueños aun no creaban el imaginario que hoy es, y el puerto era
algo útil, una herramienta para que Santiago se pudiera desarrollar.
Valparaíso, al igual que muchas ciudades puerto carece de una fecha de fundación
ya que fue desarrollándose en la medida que la necesidad del puerto y la
capital lo exigían, parte del imaginario y de la historia no documentada es el
arribo del expedicionario español Juan de Saavedra en 1536 quien llegó en el
Santiaguillo al puerto y según el “mito” desde aquí en adelante éste se fue
construyendo como una ciudad con historia propia.
Si
bien Valparaíso nunca fue fundado, su desarrollo se fue dando de una forma
desordenada y siempre en busca de solventar las necesidades de sus habitantes,
de crear lugares donde habitar y trabajar. Valparaíso esta cimentada en una angosta
planicie litoral lo que obligó a aquellos que quisieran vivir en esta ciudad a
colgar de los cerros las viviendas, llenando de colores y vida las quebradas[2],
acantilados y espacios en los que se pudieran instalar. “Desde
su origen, Valparaíso tuvo que luchar contra los problemas derivados de su
emplazamiento[3].
Observadores foráneos e historiadores contemporáneos concuerdan en que no hubo
lugar menos a propósito para levantar una ciudad como el sitio que ocupa. El
Océano Pacifico apenas dejaba una estrecha franja de tierra antes de tocar los
arcillosos cerros que servían de anfiteatro a la bahía en los siglos
coloniales, y en este ajustado recinto se hallaban algunas bodegas[4]”.
Desde sus comienzos
Valparaíso mostró dos caras claramente definidas, la de los cerros donde
habitaba la gente más pobre, a excepción del cerro Concepción y el Alegre[5],
y el plan en donde habitaba la gente más rica y donde se desarrollaban las
actividades económicas. “Desde los años ochenta el suelo habitable de
Valparaíso ya estaba definido, porque la ciudad patricia había, en parte, expulsado
a los pobres de los terrenos más cotizados del plan, y El Mercurio informaba en
1914 que la población, “en cuanto a morada, está perfectamente dividida: en el
plan habita la gente de más o menos holgada situación y en los cerros
adyacentes la clase asalariada u obrera. Con el tiempo el imaginario de los
barrios populares fue adquiriendo rasgos más negativos, porque mientras los
relatos de los viajeros en los primeros decenios del siglo XIX subrayaban lo
peculiar y extraño del poblamiento de las quebradas, calificándolo de pobreza
pintoresca, desde el tercer trimestre del mismo siglo los mismos barrios y sus
moradores son vistos como una amenaza al orden, a la estética y la salubridad
de la ciudad[6]”.
Valparaíso
se caracteriza por su geografía, la cual se ha plasmado en la construcción
de la identidad del porteño[7],
han ayudado a esto “la bahía, el plan y los cerros”[8].
Mirando a Valparaíso desde el mar lo primero que se puede apreciar es la forma
de un anfiteatro formado por sus cerros que aparentan ser murallas. “Valparaíso
se vanagloria hoy de sus 42 cerros sobre los que se esparce una infinidad de
construcciones colgadas y arrimadas unas sobre otras. Es el sello particular
sobre el que se articula la identidad de la gran mayoría de los porteños del
siglo XXI[9]”
En el siglo XVI Valparaíso
estaba formado por un núcleo portuario que dio origen a la ciudad. Posteriormente
en el siglo XVII se transformó en una plaza militar, en el siglo XVIII comenzó
a ocuparse el sector del Almendral y en el siglo XIX el proceso finaliza con la
expansión hacía los cerros[10].
Valparaíso durante
todo el período colonial se caracterizó por ser una ciudad pobre que carecía de
todas las comodidades que existían en ese tiempo y constantemente se veía
atacada por las tempestades naturales. Entre los siglos XVI al XVIII solo se
conserva la traza original de su planta a causa de los efectos de terremotos,
maremotos y por ataques de piratas[11],
como si la suerte de este puerto desde un principio llamará a la desgracia.
Durante este período se destacan tres actividades en la ciudad: la portuaria,
las fortificaciones que la transforman en una plaza militar y las fundaciones
religiosas.
Al hablar del
Valparaíso de ese tiempo se habla de una ciudad puerto cuya única función
primordial era recibir los barcos con las cargas que llegaban para luego ser
transportadas a Santiago y desde ahí distribuidas a otros sectores. Durante
este período se acabó con gran parte de la vegetación de la zona para construir
las chozas o casas, o para reparar los barcos que se encontraban en mal estado.
También se acabó con la fauna del lugar que era rica en llamas y se cazaban
para ser comidas por los habitantes del puerto.
Una vez declarada la
independencia de Chile y el libre comercio la imagen de Valparaíso cambia,
sobre todo en 1850 con la llegada de la inversión extranjera, que generó
negocios e infraestructura y mejoró las redes de comunicación de Valparaíso con
otras ciudades. Valparaíso alcanzó un notable desarrollo económico y social a
partir de 1850 debido principalmente al capital extranjero y el desarrollo del
transporte. (La creación y mejoramiento de la carretera que comunicaba con
Santiago y la puesta en funcionamiento del tren)
Entre los factores en
el desarrollo de Valparaíso uno de los más valiosos es la notable participación
que tuvieron los inmigrantes, quienes además de dar líneas para su conformación
cultural aportando diferentes rasgos que se conjugaron con la ciudad, crearon
una forma distinta de porteño desarrollando características que los distinguían
de los demás habitantes de Chile[12].
A Valparaíso no
solamente llegaron extranjeros, sino que también inmigrantes de las zonas
rurales del país en busca de mejores oportunidades, estos cumplían diferentes
labores las que muchas veces no realizaban los porteños. “La fluidez migratoria
desde los campos de Chile Central hacia Valparaíso fue un proceso constante, aun
cuando durante la segunda mitad del siglo XIX “las grandes ciudades constituían
la peor alternativa ecológica y de vida que Chile podía ofrecer al peonaje
itinerante. Se instalaban en sitios eriazos al borde de la ciudad, alejados del
control del Municipio y con cierto grado de autonomía, como lo fue el suburbio
del Almendral[13]”.
Una de las
principales razones que atrajo a los inmigrantes internos fue la mayor
disponibilidad de trabajo que ofrecía el puerto, sobre todo cuando se
expandieron las comunicaciones con otras ciudades y se mejoró la conexión vial,
en “1852 se inició la construcción del ferrocarril[14]
entre Valparaíso y Santiago, lo que constituyó una fuente de trabajo que atrajo
a la mano de obra sobrante de los campos, convirtiéndolos en carrilanos[15]”.
A finales del siglo
XIX y principios del siglo XX Valparaíso había alcanzado una gran estabilidad
económica y se podía reconocer como una ciudad con una economía estable, que
aceptaba la diversidad y que fomentaba el trabajo, lo que atrajo a una segunda
oleada de inmigrantes con la promesa de un futuro más próspero.
Siempre existieron dos
realidades contrapuestas que convivían de manera armoniosa, las diferencias
entre éstas realidades eran identificables por terceros pero no así por quienes
vivían en la ciudad, y si lo eran, las aceptaban integrándolas de manera
regular en su diario vivir por costumbre a este modo de vida. Una de las
dualidades más notorias es el encuentro entre extranjeros y naturales, entre ambos
se desarrollaron relaciones de comercio y trabajo y se podía apreciar que se necesitaban.
Desde el punto de vista arquitectónico, en el plan se podía identificar un Valparaíso
antiguo con un sector claramente mercantil y un sector nuevo que crecía
constantemente debido a esa necesidad imperiosa que tenía el puerto por crecer,
encontrándose ambas partes del puerto relacionadas por la igualdad de
condiciones ante las inclemencias del tiempo y soportando los constantes embates
que azotaban a éste Valparaíso infausto[16].
A pesar de la
segregación de los habitantes de los cerros existía un punto de encuentro en la
ciudad en donde convergían todas las clases y tipos de personas, extranjeros,
nativos, ricos y pobres. “Por esta razón, aunque se observan dos “ciudades” en
una, no es posible advertir una marginación o automarginación física total de
los pobres, y mucho menos en la actividad callejera, porque entre la Iglesia de
la Matriz y la Av. De las Delicias, unidas por una sola calle comercial con
distintos nombres, seguía siendo punto de encuentro entre ricos y pobres[17]”.
Pese al intento de
dividir la ciudad entre ricos y pobres, entre los del cerro y los del plan, estos
dos seguían comunicados sin querer por los acontecimientos infaustos que marcaban
a Valparaíso cada cierto tiempo y sobre todo en invierno con las inundaciones y
los temporales que arrastraban la basura de los cerros al plan[18].
La historia de
Valparaíso ha estado marcada desde sus inicios por lo infausto ya que su
emplazamiento no es el más adecuado para una ciudad cosmopolita, su escaso
centro urbano compuesto por el puerto y el almendral han debido sufrir
constantemente los embates de la naturaleza que se ha ensañado con sus
construcciones y ha echado a tierra en más de una oportunidad la mayoría de las
edificaciones. Además debido a la materialidad de sus construcciones son
proclives a incendios, los que no sólo afectan al plan sino también a los
cerros ocasionando verdaderas catástrofes que en algunos casos han costado la
vida de muchas personas. Por si esto fuera poco, los temporales habituales en
temporada de invierno ocasionaban constantemente inundaciones en el plan de la
ciudad debido a la acumulación de agua proveniente de las quebradas y a la poca
absorción del terreno.
En otro aspecto de
Valparaíso, dejando de lado lo infausto de este puerto y entrando al mundo de la
entretención se puede decir que desde un principio giraba en torno a la bohemia
y la religiosidad[19],
mostrando dos caras de este puerto el que durante toda su historia se ha
caracterizado por lograr unir de una u otra forma dos mundos, en este caso el
de las clases más altas los que por medio de las fiestas religiosas trataban de
mantener un cierto orden y continuar con su estatus de clase, y por el otro los
más pobres que si bien participaban de las fiestas religiosas a veces con mayor
fe y entusiasmo que los de clase alta, no dejaban de asistir por las noches a
sus acostumbrados bares y cantinas a dar rienda suelta a esos instintos que la
mayoría de la veces suelen llamarse bajos. Además muchos de los que participaban
durante el día de las celebraciones religiosas por las noches participaban de
los bailes y la alegría que proporcionaba la noche sin diferenciar clases ni
etnias, pero siempre manteniéndolo en secreto, como una especie de tabú y pacto
tácito en el que se asumía que todos los que participaban disfrutaban de estas
noches de bohemia pero no lo decían[20].
Una de las fiestas
más importantes del puerto en la que se reunía toda la sociedad porteña era la
gran Fiesta de San Pedro[21],
patrono de los pescadores, cabe decir que esta fiesta religiosa lograba hacer
que los porteños pusieran sus mayores esfuerzos en ponerse a la altura de la celebración,
mostrando sus mejores prendas y vestidos el tiempo llevo a que “esta procesión,
peculiar de Valparaíso, se efectúa cada día con mayor boato i solemnidad; pero
no hace mucho se le daba el carácter de una alegre excursión por mar, en la que
el santo, figura de bulto confiada a la custodia de una mujer andrajosa i a una
media docena de desarropados tunantuelos, representaba un papel bien triste i
secundario…[22]”
Dentro
del contexto universal una de las principales fuentes de entretenimiento para
el hombre desde el siglo XIX es el cine, estas imágenes en
movimiento desde un comienzo llamaron la atención del público, quienes encontraron
en este invento uno de sus pasatiempos favoritos. Este denominado séptimo arte
esta encadenado a la Historia del hombre, desde sus orígenes con la cámara
oscura que se desarrolló en el siglo XVI y la linterna mágica, ambos
antecedentes de la fotografía, hasta llegar a Niepce y Talbot en el siglo XIX,
culminando con el daguerrotipo de Louis Daguerre en 1839.
Existe consenso entre
los historiadores que el nacimiento del cine se produjo el 28 de diciembre de
1895 en París, cuando un público sorprendido huía despavorido
de la sala al ver a una locomotora aproximarse demasiado a la pantalla. Esa fue
la primera presentación del film La
llegada del Tren, producida por los hermanos Lumiére. Estos hermanos han
sido reconocidos universalmente como los iniciadores de la Historia del Cine.
En
la misma época en los Estados Unidos, Thomas Alva Edison patentó una máquina y
un proyector, en pocos años Edison pasó a ser el productor de cine más
destacado de los Estados Unidos y controló gran parte de la nueva industria.
Volviendo a
Valparaíso a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, la entretención y
el ocio no encontraban gran apoyo en el puerto, sobre todo por la visión
pragmática que los porteños tenían sobre el uso del tiempo ya que pensaban que
el tiempo debía ser ocupado en trabajar, en producir y no en el ocio, hecho que
se acentuaba aún más para el otoño y el invierno siendo el clima un impedimento
para las salidas a las plazas o lugares públicos. “En una ciudad de esas
características, resultaba normal que los habitantes destinaran escaso tiempo a
las diversiones, particularmente en otoño e invierno. De ahí que durante el
siglo XIX y comienzos del XX resulta común que la ciudad sea caracterizada de
monótona, aburrida, y sus habitantes de apáticos y excesivamente pragmáticos[23]”.
Esto ocasionó que
algunos teatros se encontraran cerrados durante el año y que las compañías de
entretención no pasaran por el puerto, “… en Valparaíso el teatro y el club
eran los únicos centros de diversión, con el inconveniente que el teatro pasaba
“cerrado la mayor parte del año por la falta de compañías, a causa de que
cuando la hay, la concurrencia brilla por su ausencia” y en cuanto a los clubes
“llevan una vida lánguida y mendicante[24]”.
Que la asistencia al teatro era escasa
es una verdad que ha sido establecida por la historiografía, entre otros por
Fernando Silva Vargas y por Juan Eduardo Vargas C. según este último, “los
espectáculos artísticos que ofrecía el teatro nunca fueron una entretención
masiva” asegurando que “la mayoría de los habitantes no iba jamás al teatro[25]”.
Son múltiples los relatos que hacen referencia a lo poco concurrido que eran
los teatros en Valparaíso, pudiéndose decir en cierto sentido que los
habitantes del puerto apreciaban más una vida calmada en sus casas o trabajos
que de diversión y ocio[26].
Por
otro lado en el mundo se estaba desarrollando un nuevo tipo de arte el que
comenzó a expandirse rápidamente y de manera progresiva. Y Valparaíso no estuvo
ajeno a las vanguardias artísticas de su época, ya a fines del siglo XIX
llegaron en barco los primeros proyectores de imágenes “la
historia de la cinematografía (Kine: movimiento y Grafos: imagen) en Valparaíso
se remonta a 1896, cuando arriba a este puerto el Kinetoscopio de Thomas A.
Edison, primera cámara-proyectora cinematográfica[27]”.
Las primeras exhibiciones
públicas en el puerto se realizan al año de la primera muestra de los hermanos
Lumiére en París. “A fines de 1896 se realiza el pre estreno del revolucionario
invento. Lo adquiere la casa Pra y Cía. la cual anuncia la exhibición en la
calle Condell #186, que en adelante va a ser la dirección establecida para que
el público disfrute de nuevas visitas[28]”.
La mayoría de los
estudiosos señalan que 1902 fue el año en que por primera vez artistas chilenos
retrataron nuestra realidad en el cinematógrafo, “durante un largo tiempo, se ha sostenido que en Chile la primera
muestra de “cine nacional”, era la que se conoció en una exhibición realizada
el 26 de mayo de 1902 en el Teatro Odeón de Valparaíso. Se proyectó entonces
una película de poco más de dos minutos de duración, Ejercicio General de Bombas, que comprendía varias vistas: “Desfile
de las compañías por la Plaza Aníbal Pinto”, “Competencia
de los grifos”, “Ejercicios de escalera”, “La Pirámide” y “Bautizo de la 11° Compañía”, según informó el diario El Mercurio,
citado por Alicia Vega en su libro Itinerario del Cine Documental Chileno[29]”.
Junto con la baja
popularidad de los teatros en Valparaíso y la llegada de cine, se produce la transformación
de los antiguos teatros en cinematógrafos a la vez que se crean nuevos teatros.
“La Historia del cinematógrafo en Valparaíso, precisamente va de la mano con el
desarrollo de su infraestructura, puesto que la emergente actividad demanda la
construcción de espacios y accesos adecuados, por ejemplo para los efectos de seguridad
del público asistente[30]”.
A principios de la
década surgen los primeros cineastas chilenos, quienes realizan
mayormente cortometrajes, “de esos ejercicios cinematográficos surge Un Paseo a Playa Ancha, la cinta más
antigua que se conserva (en formato video) en Chile. Filmada por un extranjero
el 8 de enero de 1903 y se estrena en el Teatro
Nacional (uno de los primeros nombres
que recibió el actual Teatro Municipal de Valparaíso)[31]”.
Esta cinta “muestra un pintoresco festejo en la elipse de Playa Ancha, el que
culmina en una animada celebración alrededor de un asado, incluyendo bailes de
zamacueca[32]”.
Pese a la poca
popularidad de los teatros no dejaron de existir en Valparaíso ni mucho menos
dejaron de abrir uno que otro durante este tiempo, abriéndose más de algún
teatro o centro de diversión donde los habitantes del puerto pudieran encontrar
un espacio para desconectarse del trabajo diario. “Si avanzamos a las primeras
décadas del siglo XX constatamos que los lugares de entretenimiento han aumentado
en Valparaíso, pero falta el público que los disfrute. Según Sucesos, hacia
1910 la apatía subsiste en la ciudad como en sus mejores tiempos: “tenemos
biógrafos perpetuos en el Edén y Colón, buenas compañías de zarzuela
española en el Valparaíso y Apolo, y una compañía de zarzuela barata
en el Sócrates, que hace furor entre
las butacas vacías. Y no decimos nada del Biógrafo
antialcohólico que exhibe sus películas en el Coliseo Popular ante un público que brilla por su ausencia”
(Sucesos, Nº 389, Valparaíso, 17 de Febrero 1910)”. Trece años más tarde la
misma publicación reiterando su aserto atribuyendo el carácter frío y apático
de los porteños a la influencia inglesa, en una ciudad donde “no dan fuego la
alegría ni el buen humor, porque todo el
mundo vive preocupado en este puerto del negocio y del trabajo, sin importarle
mucho ni la política ni nada de aquellas cosas que en otras poblaciones de
Chile despiertan gran entusiasmo y hasta apasionan al público de todas las
edades y condiciones”. Según la revista Valparaíso “no sirve para divertirse y
sus jóvenes están demasiado gringos, para ser gracioso y ocurrentes”. (Sucesos,
Nº 1.100, Valparaíso, 1923)[33]”.
A comienzos del siglo
XX empiezan a formarse diferentes lugares de entretención en el puerto aparte
de los comúnmente conocidos bares y teatros, entre ellos los balnearios, los que
eran altamente concurridos en la temporada estival recibiendo entre Valparaíso
y Viña del Mar a una gran cantidad de veraneantes provenientes de todas las
clases sociales, los que buscaban refrescarse en estas costas y aprovechar
también los encantos que ofrecían ambas ciudades.
Transcurrido los años
el cine en Estados Unidos logra posicionarse como una industria del espectáculo.
En Europa surgen movimientos críticos y de tendencias innovadoras que impulsan
una ruptura con las pautas establecidas. Aparecen directores que se dan cuenta
de que este nuevo medio de comunicación de masas también puede servir como
medio de expresión de lo más íntimo del ser humano: sus anhelos, angustias o
fantasías. Además expresándolo con una estética innovadora de
"vanguardia".
Valparaíso no fue
ajeno a la llegada del cine sonoro, “el viernes 7 de marzo de 1930 se exhibe en
el Teatro de la Victoria la película Melodías de Broadway, la primera que se
proyecta en Valparaíso con el sistema de cine sonoro, momento en que el teatro
queda relegado a un segundo plano y la mayoría de sus salas se destinan al
cine, en torno al cual aumenta la controversia respecto de los efectos
negativos de la mayoría de las cintas cinematográficas en las costumbres de la
sociedad. Sin embargo, a pesar de todas las regulaciones y controles a que
estuvo sujeto, el biógrafo termina transformándose en una de las entretenciones
preferidas de los porteños hasta años muy recientes[34]”.
La Historia de
opulencia, de crecimiento económico, de estabilidad y de apogeo de Valparaíso
llega a su fin aproximadamente en el año 1930, debido a múltiples factores que
en su conjunto lograron llevar al puerto a un punto de decadencia del que se le
hizo muy difícil recuperarse, pudiéndose decir que hasta el día de hoy
Valparaíso no alcanza el apogeo y estabilidad que tuvo en sus años de
esplendor.
Entre los factores
que podemos encontrar que llevaron al puerto de Valparaíso a la decadencia se
encuentran la construcción y apertura del Canal de Panamá, ya que con la
construcción de esta vía de comunicación entre el Atlántico y el Pacifico se
hacía casi innecesario que los navíos hicieran uso del estrecho de Magallanes,
quedando relegada la importancia del Puerto de Valparaíso como lugar de
reabastecimiento y descanso de navíos y marineros[35].
Otro de los factores
que influyeron en la decadencia del Puerto de Valparaíso fue una la de las
crisis económicas más grandes que se han dado en la Historia de la Humanidad,
la crisis de 1929[36],
pese a que esta crisis no dejó ver sus consecuencias en los primeros años no
pasaría mucho tiempo para que éstas se sintieran. Esto llevó a que bajaran las
inversiones dentro del país y también que bajara la exportación de productos,
pasando a segundo plano los puertos por su poco uso.
Además de las razones
anteriores se debe considerar el éxodo de porteños que se fue al extranjero y a
algunas partes del país, como Santiago y la zona norte[37].
Hubo un tiempo en que el flujo poblacional favoreció a Valparaíso, pero en esta
época lo perjudica, ya que la facilidad de transporte le jugó en contra
ayudando a que el flujo de personas saliera del puerto[38].
“No es descabellado
entonces situar el prolongado siglo XX como aquel de la decadencia, cuando a
nivel comunal, la población de Valparaíso no ha variado de ser 200 mil
personas, y a nivel provincial o del Área Metropolitana del Gran Valparaíso
(AMGV), el movimiento de entrada y salida, lo han dinamizado comunas
circundantes a la de Valparaíso, y no la comuna como tal[39]”.
Pese a esta
decadencia, sobre todo económica que se produce a nivel mundial y que golpea de
manera grave al puerto de Valparaíso el arte no deja de seguir existiendo y
desarrollándose a nivel nacional, lo que llevó a que en los años 50 se crearán
las primeras escuelas de cine, en 1955 se crea el Departamento de Cine
Experimental y la Cinemateca de la Universidad de Chile, y en 1957 se crea el
Instituto Fílmico de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
“En 1962, Valparaíso
continúa seduciendo a los románticos, músicos, escritores, poetas y cineastas.
Ese año se produce un extraordinario suceso en el ámbito nacional: la visita y
el trabajo del documentalista holandés Joris
Ivens, quien junto con la gente del Centro de Cine Experimental de la
Universidad de Chile filma el mediometraje A
Valparaíso[40]”. Ivens, “nos muestra en su película,
un Valparaíso único, diferente, original y mágico. Nadie hasta hoy lo ha
retratado como él[41]”.
En 1967 el Cine Club
de Viña del Mar organiza el Primer Festival Internacional de Cine
Latinoamericano, en el que compiten solamente cortometrajes y mediometrajes. En
donde se reúnen algunas de las más importantes figuras del continente: Gláuber Rocha, Humberto Solás, Julio García
Espinoza y Octavio Gettino, entre
otros.
“En 1969 la
Universidad de Chile de Valparaíso continúa esta incipiente tradición
haciéndose cargo del Segundo Festival Internacional de Cine Latinoamericano, al
que incorpora largometrajes argumentales. Chile es representado por Valparaíso, mi Amor (1969), de Aldo Francia, que inaugura el festival; Tres Tristes Tigres (1968), de Raúl Ruiz y El Chacal de Nahueltoro (1971), de Miguel Littin, que cierra el festival[42]”.
Es en este escenario donde se enuncian los
principios del movimiento que se conocería como Nuevo Cine Chileno de la mano del Nuevo Cine Latinoamericano. La ruptura con las formas culturales
identificadas como “lo extranjero dominante", el trabajo con recursos
mínimos, el desinterés por el éxito comercial y el rechazo al concepto de star system, fueron algunos de los
rasgos más determinantes de este movimiento.
El Nuevo Cine Latinoamericano
nace bajo la tendencia del Neorrealismo, planteando una nueva propuesta que se
confrontaba a la producción en masa que proponía EE.UU. y su ideología liberal.
Este nuevo cine tomaba del Neorrealismo las ideas de un cine que mostraba a las
personas tal cual como son, a la sociedad en sí sin revestimientos para
hermosearlas o guiones para guiar los diálogos, se mostraba a las personas que
componían la sociedad, los campesinos, obreros, hombres, mujeres y niños, con
sus problemáticas diarias para subsistir.
El Nuevo Cine Latinoamericano fue más allá
de las rivalidades ideológicas y buscó crear un idioma propio, buscó plasmar en
las pantallas no las peleas de las grandes potencias ni los problemas
ideológicos de las personas que tenían derecho y acceso a la cultura, sino que
mostró la realidad de un pueblo, mostró lo que afectaba a las personas en su
día a día, lanzo un grito de protesta y enseñó aquello que aquejaba a cada
país. Pertenecer al movimiento del Nuevo Cine
Latinoamericano era militar por una causa social, era tener un ideal
político, era buscar salir de los cánones europeos y americanos y dar un
lenguaje propio al cine que fuera de la mano con la cultura del país en donde
se filmaba y de Latinoamérica. Se busca dar auge a la identidad cultural de
cada país filmando el rostro de una cultura única y que antes no había
encontrado espacio en la gran pantalla, hablando el lenguaje del hombre común
sin buscar vender o producir en masa, sino buscando el poder llegar a los
hombres y mujeres que componen las bases de la sociedad, mostrando la realidad
de Latinoamérica.
Uno de los primero
países en abrazar esta nueva forma de hacer cine fue Cuba al poco tiempo de que
el sueño de la Revolución Cubana se hacía realidad y de la muerte de uno de sus
principales líderes, el Che. Esta forma de hacer cine en Cuba nace sobre todo
por las nuevas tendencias que traían los cineastas venidos de Italia, entre
ellos Zavattini, quien llega en pleno auge de este nuevo cine. Cuba ya no
necesitaba demostrar o gritar las injusticias al interior del país, estaba en
una etapa en la que los hombres y mujeres pertenecientes a los estratos bajos de
la sociedad eran considerados. Ya no se buscaba hacer ese llamado a despertar
que si necesitaba en otros países latinoamericanos, es por esto que los
cineastas cubanos en cierta forma toman la iniciativa en Latinoamérica y buscan
pregonar esta nueva forma de hacer cine.
Todas las expresiones
artísticas han tratado de presentar una parte, una cara de Valparaíso desde
algún punto de vista, enseñándonos lo que el artista a través de su vida o su
paso por este puerto han encontrado más atractivo. Son los cerros, el mar y su
gente los que lideran esta lista, sobre todo por la relación que crean entre
sí, por ese alma propia que logran generar distinta a la de cualquier otra
ciudad, pero sobre todo la imagen que quizás más llama la atención de este
puerto es esa cierta fealdad pintoresca, esa mascara de sonrisas y belleza que
trata de ocultar la cara opaca y triste de la pobreza y la desigualdad.
La Historia del
puerto nos habla de esto, en su análisis y lectura podemos apreciar como de una
caleta pobre se construyó un gran centro de negocios, pero sólo eso negocios,
creció a una velocidad tal que hizo que muchos ojos se posaran en este lugar
del mundo, pero así fue también que el Viejo
Pancho se detuvo y mostro otra cara, el Viejo
Pancho se vistió con una belleza que no era propia, el Viejo Pancho siguió siendo por dentro plomo y pobre.
La arquitectura de
este puerto dejo ver la creatividad del porteño y la del hombre que traía sus
sueños desde otras tierras. Fue un papel en blanco, arcilla en las manos de
aquellos que en sus cerros vieron más que un impedimento, vieron un reto, un
desafío y un espacio donde podían crear y habitar. Se cubrió esta ciudad con
casas y calles, como si cada uno construyera sin preguntar al otro, instalando
sus hogares donde quisieron, dejando estrechos caminos que serían calles,
dejando subidas de tierra y maleza que se transformarían en escaleras. El
porteño no quiso irse de esta ciudad en crecimiento y se instaló dónde podía,
como podía, con lo que tenía, logrando de esta forma levantar casas con
hermosas figuras, pasadizos y escaleras adornando los cerros. Esto no pasó
inadvertido para el ojo del artista que vio belleza que no había visto en
ningún otro lugar, logro identificar esa armonía entre la gente, su
construcción cultural y la construcción de sus hogares. Es así como esta
arquitectura porteña también es arte y expresión de un alma única del puerto.
Este mundo opaco y
triste pero que a la vez es rico en muchas cosas es el que logró retratar en
sus películas Aldo Francia, mostró
aquello de lo que muchos habían escrito, pintado y comentado, exhibiendo un
puerto real y crudo, pero que a la vez tenía ese algo que te atrapa y que lo
hace tan particular. Mostró la vida de los cerros y de su gente y la lucha
constante por sobrevivir, mostró la dudosa moral del puerto la que sin
vergüenza alguna se deja ver por las noches. Nos enseñó a los muchos porteños
que pese a vivir junto al mar no son capaces de verlo y apreciarlo, de cómo ese
mar es ajeno y lejano a sus vidas en los cerros, mirándolo a lo lejos al igual
que se mira a un desconocido, el mar que también los hace soñar con la
libertad, la que quizás muchos nunca alcanzarán. Nos evidencia como el porteño
viviendo a orillas del mar no se siente marino y disfruta a lo lejos lo que
otros le han de envidiar. La Historia del puerto se presenta resumida en
aquella mirada que Aldo Francia nos
muestra en una forma sencilla y simple, las caras que el Viejo Pancho muestra y esconde al mundo. Nos muestra como los obreros,
los pobres y los más acomodados conviven en un espacio reducido, rosando sus
codos al andar por la calle, desde lo alto de los cerros los pobres hacen sus
vidas y los ricos a las faldas de éstos dan las migajas de limosnas para expiar
sus almas y apaciguar un poco esa pobreza del puerto que parece crónica.
Los artistas como Aldo Francia escuchan los relatos de
aquellos más viejos que vivieron en una época mejor para Valparaíso, una
decadencia que comienza a finales del siglo XIX y comienzos del XX llevando a
Valparaíso a perder su pragmatismo dado por el desarrollo del comercio, la
industria y el puerto, haciendo inevitable que la gente recordará un mejor
pasado, comenzando así a crearse una imagen llena de nostalgia de otros tiempos
mejores, creando el imaginario de ese Valparaíso que hoy tiene edificios
patrimoniales y cerros adornados por sus casas de colores, este imaginario fue
alimentado por los artistas que pintaron sus cerros, los músicos que lo tomaron
de musa y los escritores que lo transformaron en su amante, hasta volver esa
idea en algo más tangible hasta transformarlo en Ciudad Patrimonio.
El imaginario de
Valparaíso esta creado por la nostalgia que sentían sus habitantes, aquellos
que se quedaron luego de que el período de esplendor llegará a su fin y
comenzará a decaer, aquellos que evitaron el éxodo del puerto a lugares con
mejores oportunidades de un tiempo mejor y por los que aún viven en los restos
de un patrimonio cultural y natural.
[1]Siendo
declarado puerto de Santiago, puerto de la capital del reino en 1544 por Don
Pedro de Valdivia.
[2]“Primero
se ocuparon los cerros cercanos al puerto, porque permitían una mayor cercanía
con el centro de Valparaíso. Después, las partes más altas, más distantes y
menos visibles, donde el alemán Beckmeyer ya en 1837 cálculo que vivían 12.000
personas, la mitad de las población de la ciudad en casitas “que se colgaban de
los despeñaderos como nidos de golondrinas”, pero que no era fácil
distinguirlas a primera vista porque estaban cubiertas detrás de los
despeñaderos. Además del límite geográfico de la cumbre de los cerros, estaba
la barrera de la capacidad máxima de elevación de agua potable. Sin embargo, a
pesar de este inconveniente, suplido con el agua terrosa que corría por las
quebradas, se poblaron los cerros sin pensar en la provisión de este servicio,
que seguía siendo un lujo durante todo el periodo estudiado, 1880-1920, incluso
luego de la construcción del embalse Peñuelas y el sistema para conducir y
bombear agua asociado, cuyas obras fueron concluidas en 1903. Plan y cerros que
había que comunicar, porque a fines del siglo XIX se habían construido
poblaciones formales en Barón y Playa Ancha. En 1907 se autorizó a los tranvías
de Playa Ancha se desviación hacia el Camino de Cintura, lo que indica que para
entonces había allí un núcleo de población importante, como también en el cerro
Barón, donde en fecha cercana se inicia la construcción de una línea de
tranvías que conectaría con el ascensor Barón. La comunicación hacia arriba se
refleja, asimismo, en el rápido montaje de trece ascensores en diferentes
cerros entre 1900 y 1910:en 1900 comienza a funcionar el ascensor Panteón; en
1902 lo hacen El Peral y el Reina Victoria; el ascensor Mariposa data de 1904,
y de 1905 son el Arrayan y el Esmeralda, mientras que los ascensores Florida,
Barón y Villaseca fueron construidos en 1906; el cerro La Cruz tuvo su ascensor
desde 1908, el cerro Larraín en 1909, y el ascensor Santo Domingo es de 1910.”
P. 88-89. URBINA CARRASCO, María Ximena. Los Conventillos de Valparaíso. 1880-1920: Fisonomía y Percepción de
una Vivienda Popular Urbana. Ediciones Universitarias de Valparaíso.
Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Segunda edición 2011.
[3]“Su
edificación en una orilla baja y estrecha, en un suelo y subsuelo arenoso y
sobre las arcillosas y erosionables quebradas, contribuyeron a aumentar las
malas condiciones sanitarias que provocaron graves problemas, sobre todo por la
humedad permanente, cuando el número de pobladores creció rápidamente.” Ibíd. P. 57.
[4]Ibíd.
P.
55. Tenía una sola y estrecha calle en 1779, cuando el Gobernador de la Plaza y
Puerto de Valparaíso, Juan de la Rivera Herrera, apunto que “las casas y
ranchos que hay tan inmediatos a su frente (de la orilla)… están expuestas al
furor de los temporales de mar”, mientras que como puerto se encontraba
“reducido a una rada donde fondean los navíos tan próximos al pueblo que se
amarran a tierra por la parte del sur, y por la del norte tienden regularmente
dos anclas”.
[5] “A diferencia
de lo que usualmente se cree, y de lo que eventualmente ocurre en una segunda
etapa de urbanización, los cerros de Valparaíso son los primeros en ser
habitados, y no precisamente por segmentos de estratos sociales bajos. La
llegada de ingleses, alemanes, y franceses en este periodo, tienen un marcado
perfil liberal “emprendedor” se posicionan en algunos de los cerros reafirmando
su origen comunitario (como “Cerro La Concepción” y “Cerro Alegre”), formando
una especie de zonning de colectividad en los cerros, como teorizaron a principio
de siglo XX los ecólogos de Chicago”. P. 60-61. BAILEY BERGAMIN, Gino. La Variable Socio Demográfica Cosmopolita
como un Aspecto Dinámico e Identitario de Valparaíso Interrumpido Durante el
Siglo XX. En: ESPINOZA, Felipe. Valparaíso
Ciudad Creativa, Reflexiones sobre Redes y Liderazgo. Ministerio
de Educación, Gobierno de Chile. Santiago. 2012.
[6]P. 86.
URBINA
CARRASCO,
María Ximena. Los
Conventillos de
Valparaíso. 1880-1920: Fisonomía
y Percepción de una Vivienda
Popular Urbana.
Ediciones Universitarias de Valparaíso. Pontificia Universidad Católica de
Valparaíso. Segunda edición 2011.
[7]“En una
topografía así, los barrios eran de disposición vertical, lo opuesto a todo
esquema horizontal de sociabilidad. No había calles que comunicaran unos cerros
con otros antes de la construcción del Camino de Cintura a fines del siglo XIX…
Por lo mismo la sociabilidad se hacía de abajo hacia arriba a lo largo del
sendero, o la vivienda de abajo con la de arriba, o desde las ventanas a modo
de balcones improvisados.” Ibíd. P. 61.
[8]P.
269-293. SANCHEZ, Alfredo, BOSQUE,
Joaquín
y JIMENEZ, Cecilia. Valparaíso: su Geografía, su Historia y su
Identidad como Patrimonio de la Humanidad. Estudios Geográficos, Vol. LXX,
266, enero-junio 2009.
[9]P. 55. MATTE
QUESNEY, Andrea “et al”. Valparaíso
Cerros que Hablan al Mar. Santiago
de Chile: Banco Santander. Santiago. 2009.
[10]“Primera
etapa: formación del núcleo portuario a mediados del siglo XVI, origen de la
ciudad y origen de la trama de la ciudad; segunda etapa: instalación durante el
siglo XVII de un sistema de fortificaciones militares, abarca distintos de la
bahía confiriéndose a la población la condición de plaza militar; tercera
etapa: ocupación del sector del Almendral a modo del desdoblamiento del núcleo
original e inicio de una ocupación dispersa al borde las quebradas inmediatas
al borde costero fenómenos ambos que acontecen durante el siglo XVIII; cuarta
etapa: expansión decimonónica caracterizada por la urbanización de los cerros
en torno al amplio arco de la bahía, permitiendo que al finalizar el siglo XIX
se haya definido, en general, la trama urbana de la ciudad y donde el siglo XX
representara más que nada el momento de su consolidación y densificación”.
P.2. Duarte G. y Zúñiga L. Patricio H. y Isabel M.
Valparaíso Cosmopolita: los Efectos de la
Disposición hacia la Técnica como Parte de un Espíritu Progresista del Siglo
XIX. Revista de Urbanismo, Universidad de Chile, Facultad de Arquitectura y
Urbanismo. N° 17. 2007.
[11]Uno de los
primeros registros que se tiene de un ataque pirata al puerto es el realizado
por Francis Drake en 1578, para este tiempo hay que entender que el puerto era
un pueblo prácticamente deshabitado el cual carecía de algún tipo de defensa
contra estos ataques, este pirata saqueo lo poco y nada que tenía el pueblo,
hasta lo que en ese tiempo era una pequeña capilla que luego pasaría a ser la
ahora conocida Iglesia la Matriz.
[12]“Existen
dos periodos para comprender este suceso. Uno que coincide con el auge
mercantil en la primera mitad del siglo XIX, para posteriormente pasar a una
segunda etapa que iría desde 1850 al 1930. En este periodo se experimenta la
temprana ruptura y conformación vanguardista de ciudad junto al ensamblaje
cultural que se combinaba.
Gran parte de la urbanización y distribución en los distintos “cerros”, obras
inéditas y modernización temprana de Valparaíso se vive en este segundo
periodo” P. 59. BAILEY BERGAMIN, Gino. La Variable Socio Demográfica Cosmopolita
como un Aspecto Dinámico e Identitario de Valparaíso Interrumpido Durante el
Siglo XX. En: ESPINOZA, Felipe. Valparaíso Ciudad Creativa, Reflexiones
sobre Redes y Liderazgo. Ministerio de Educación, Gobierno
de Chile. Santiago. 2012.
[13]P. 76.
URBINA CARRASCO, María
Ximena. Los Conventillos de Valparaíso. 1880-1920: Fisonomía y
Percepción de una Vivienda
Popular Urbana.
Ediciones Universitarias de Valparaíso. Pontificia Universidad Católica de
Valparaíso. Segunda edición. 2011.
[14]“El trabajo
del ferrocarril propicio el traslado de hombres y sus familias que acamparon a
un costado de la faena, principalmente en el sector del Barón, antes llamado El
Morro. Es justamente en la loma de ese cerro donde cincuenta años más tarde, a
comienzos del siglo XX, se formó una población de trabajadores ferroviarios,
con conventillos y cites, clubes y sedes mutualistas, escuela y el Hospital
Ferroviario vecino al ascensor.” Ibíd. P. 79.
[16]“La ciudad
de Valparaíso, habitada casi exclusivamente por comerciantes, es una mezcla de
extranjeros y naturales. Se compone de dos partes: la ciudad antigua, el
puerto, contiene las aduanas, el palacio del gobernador, la bolsa y los grandes
almacenes de mercaderías; las callejas son angostas y sinuosas; la segunda
parte –El Almendral- tiene un extenso mercado, el teatro y calles más anchas.
Por lo demás describir las casas sería tan tedioso como describir las teclas de
un piano… Los frecuentes temblores, el último de los cuales en 1829, produjo
muchos daños, y los frecuentes incendios, sobre todo desde la creación de los
cuerpos de bomberos, hacen que la ciudad este constantemente construyéndose y destruyéndose,
quemándose y reedificándose.” P. 187. DOMEYKO, Ignacio. Valparaíso. En: CALDERON,
Alfonso. Memorial de
Valparaíso. Ril Editores. 2001.
[17]P. 87.
URBINA CARRASCO, María
Ximena.
Los
Conventillos de
Valparaíso. 1880-1920: Fisonomía
y Percepción de una Vivienda
Popular Urbana.
Ediciones Universitarias de Valparaíso. Pontificia
Universidad Católica de Valparaíso. Segunda edición. 2011
[18]“Mientras
la modernización en calles y edificaciones del plan se intentaba fuera barrera
para los males de la insalubridad, los cerros y arrabales estaban abandonados a
su suerte. En suma, coexistían dos ámbitos urbanos distintos, con realidades de
vida tan marcadas como opuestas, aunque las calles del plan no eran
precisamente limpias. Lo más dramático era la forma de deshacerse de las
basuras de las partes altas, porque la pendiente y la lluvia, al tiempo que
ayudaban a limpiar los cerros, contribuían a contaminar el plan, que actuaba
como un gran receptáculo. Así se comunicaban las dos partes de Valparaíso.
Haciendo abstracción de su emplazamiento peculiar, en el punto de la
salubridad, Valparaíso tal vez no era tan diferente de otras ciudades
latinoamericanas y europeas que contemporáneamente estaban recibiendo en su
seno a migrantes en proceso de convertirse en obreros urbanos.”
Ibíd. P. 87-88.
[19]“Valparaíso
oscila entre la tendencia dionisiaca del fondón popular y el mandato católico
de España, mantenido por la clase alta.” P. 271. EDWARDS
BELLO,
Joaquín.
Como era entonces
Valparaíso y como Vivía su Gente. En: CALDERON,
Alfonso. Memorial de Valparaíso.
Ril editores. 2001.
[20]“Las
fiestas de la ciudad son mitad religiosas, mitad bomberiles. La alegría
nocturna es oculta y condenada. Nadie confiesa que se divierte.” Ibíd.
P.
272.
[21]“Entonces
la gran fiesta era la Procesión de San Pedro, que se realizaba en la bahía.
Meses antes de verificarse esta fiesta… Todas las embarcaciones eran pintadas y
adornadas en una alegre competencia. Cada familia quería tener su barca para
tomar parte en la procesión…En el acompañamiento figuraban el Gobernador y los
miembros del Cabildo, y le vendían honores los batallones cívicos y de línea
que se encontraban en la ciudad…La imagen llegaba a la Caleta del Barón, en
donde había preparado un enorme altar, y una comitiva salía a recibir al Santo.
Luego la imagen volvía a embarcarse y regresaba al muelle del Arsenal, y de
allí era llevada al Templo Matriz. Terminada la procesión, había regatas,
bailes populares en todo Valparaíso, y la fiesta continuaba hasta que las
pendencias obligaban a intervenir a la
policía.” P. 119-120. DE LA VEGA, Daniel. Cuando Apareció El Mercurio. En: CALDERON, Alfonso. Memorial
de Valparaíso. Ril editores. 2001.
[22]P. 286.
SANTOS
TORNERO,
Recaredo. Procesión de San Pedro en Valparaíso.
En: CALDERON, Alfonso.
Memorial de Valparaíso.
Ril editores. 2001.
[23]P. 76-77. LORENZO SCHIAFFINO,
Santiago. Carácter, Sociabilidad y
Cultura en Valparaíso 1830-1930. Instituto de Historia Pontificia
Universidad Católica de Valparaíso. Serie Monografías Históricas nº 21. 2012.
[25]SILVA
VARGAS, Fernando. Formas de Sociabilidad
en una Urbe Portuaria: Valparaíso 1850-1910. Boletín de la Academia de
Historia, Nº 117, Santiago. P. 79. En: LORENZO
SCHIAFFINO, Santiago. Carácter,
Sociabilidad y Cultura en Valparaíso 1830-1930. Instituto de Historia
Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Serie Monografías Históricas nº
21. 2012.
[26] “Desde
mediados del diecinueve son numerosos los testimonios en que se indica que la
sociedad porteña “apenas da señales de existencia” (El Mercurio de Valparaíso,
3 octubre 1859), que las tertulias, bailes y saraos “son muy raros” (Revista de
Sud-América, Vol. I, Valparaíso, 1869-61, 125), o como se confiesa medio siglo
más tarde que “la vida social era casi nula en cuanto a bailes, banquetes de
familias y reuniones se refiere” (Sucesos, Nº 1906, en Rodrigo Pozo,
Sociabilidad Porteña a Principios de Siglo a través de la Revista Suceso,
Seminario para optar al título de Profesor de Historia, Universidad Católica de
Valparaíso, 1997, p. 18). Corroborando lo anterior, en una carta abierta a
nombre del Rotary Club en 1927, se critica los cambios que habían venido
sucediendo en la sociedad, advirtiendo que “el hogar ha ido perdiendo su
antigua influencia”, que “ya hoy no se invita a casa”, mientras que antaño
“invitar a casa era una manifestación de confianza, de aprecio, de honor” (La
Semana Porteña, Nº1, Valparaíso, 20 agosto 1927). Por su parte la revista
Teatros y Actualidad en 1937, recordando ingeniosos esfuerzos realizados en
Valparaíso en 1892 por restaurar la antigua tertulia porteña, los que
finalmente resultaron fallidos, señala con nostalgia “¡Oh Arcadia Feliz! ¡Oh
sencillas costumbres hogareñas! ¿Por qué se fueron?”(Teatros y Actualidad (n°
especial), Valparaíso, 20 agosto 1927)”. Ibíd. P. 84-85.
[27]P.
15. VALENZUELA GONZÁLEZ, Poldy. Apuntes
del Cine Porteño. Edición del Gobierno Regional de Valparaíso. 2003.
Valparaíso, Chile.
[29]P. 13.
MOUESCA, Jacqueline, ORELLANA, Carlos. Cine y Memoria del Siglo XX: Cine en Chile, Cine en el Mundo, Historia
Social y Cultural de Chile, Historia Social y Cultural Mundial; Cuadros
Sinópticos (1895-1995). Santiago, Chile: LOM Ediciones; 2010.
[30]P.
17. VALENZUELA GONZÁLEZ, Poldy. Apuntes
del Cine Porteño. Edición del Gobierno Regional de Valparaíso. 2003. Valparaíso,
Chile.
[31]Ibíd.
P. 19.
[32]Ibíd.
[33]P. 80-81. LORENZO SCHIAFFINO, Santiago. Carácter, Sociabilidad y Cultura en
Valparaíso 1830-1930. Instituto de Historia Pontificia Universidad Católica
de Valparaíso. Serie Monografías Históricas nº 21. 2012.
[35] “Se hace
mención al 1930 como la fecha de la fractura total por la cual Valparaíso
pierde centralidad como punto de atracción y de afluencia de circuitos
migratorios. En parte esto es cierto. La recesión económica es un hecho
ineludible, el canal de Panamá y la centralidad de otros puertos como Iquique y
Antofagasta, también. La decadencia del salitre, sin lugar a dudas”. P. 72.
BAILEY BERGAMÍN, Gino. La Variable
Sociodemográfica Cosmopolita como un Aspecto Dinámico e Identitario de
Valparaíso Interrumpido Durante el Siglo XX. En: ESPINOZA,
Felipe. Valparaíso Ciudad Creativa,
Reflexiones sobre Redes y Liderazgo. Ministerio de
Educación, Gobierno de Chile. Santiago. 2012.
[36] “La
crisis mundial de 1929 tuvo profundas consecuencias para Valparaíso y su
actividad: gran parte de las empresas porteñas sufrieron con los embates
financieros y muchas de ellas sucumbieron. Esto explica que, tal como había
ocurrido durante el periodo colonial, Santiago volviera a adquirir el
protagonismo en materia de comercio”. P. 205. MATTE QUESNEY, Andrea
“et al”.
Valparaíso Cerros que Hablan al Mar.
Santiago de Chile: Banco Santander. Santiago. 2009.
[37] “La
decadencia… llegaría solo después de 1930, cuando el enroque geopolítico de las
elites diligénciales y la formación del Estado nacional chileno con sede en
Santiago, terminarían por robustecer la ciudad capital, y por colocar en cifras
negativas el arribo de población durante todo el siglo XX en Valparaíso.” P.
65. BAILEY BERGAMÍN, Gino. La Variable
Sociodemográfica Cosmopolita como un Aspecto Dinámico e Identitario de
Valparaíso Interrumpido Durante el Siglo XX. En: ESPINOZA,
Felipe. Valparaíso Ciudad Creativa,
Reflexiones sobre Redes y Liderazgo. Ministerio de
Educación, Gobierno de Chile. Santiago. 2012.
[38] Si esta
ciudad garantiza seguridad en el transporte, ser un punto geopolíticamente
necesario, un lugar donde las inversiones surtían efecto, ¿Por qué el flujo de
población debía dejar de ser dinámico? Ciertamente son factores internos los
que producen, desde 1930 en adelante, el largo siglo de la decadencia de
población y de la dinámica de flujos migratorios. Las clases dirigentes se
debilitaron y aquellas que manejaban un capital ostensible se dirigieron a
Norteamérica, o bien volvieron al país de origen. Los extranjeros de estratos
medios, formaron parte del paisaje urbano de la ciudad en decadencia, siendo
presos también de la crisis que había desencadenado el periodo posterior a
1930”. Ibíd. P. 72-73.
[40]P.
69. VALENZUELA GONZÁLEZ, Poldy. Apuntes
del Cine Porteño. Edición del Gobierno Regional de Valparaíso. 2003.
Valparaíso, Chile.
[41]Ibíd.
[42] P.
38. MOUESCA,
Jacqueline, ORELLANA, Carlos. Cine y Memoria del Siglo XX: Cine en Chile, Cine en el Mundo,
Historia Social y Cultural de Chile, Historia Social y Cultural Mundial;
Cuadros Sinópticos (1895-1995). Santiago, Chile: LOM Ediciones; 2010.
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