La edad
media es un período histórico que comprende 10 siglos entre la caída del
Imperio Romano de Occidente en el 476 y el descubrimiento de América en 1492.
Con la llegada de los bárbaros se produce el cierre de la transmisión cultural
de los conocimientos griegos hacia occidente, lo cual provoca un quiebre en la
actividad científica de la época. En esta época el sistema feudal era la base económica,
y la Iglesia proporcionaba la autoridad para toda la cristiandad. También
surgieron nuevos sectores sociales como los artesanos y mercaderes de las
nuevas ciudades.
En este período
la escolástica (enseñanzas de los libros de Aristóteles, pero
concertada con las respectivas doctrinas religiosas por Santo Tomás, quien se
encargó de asimilar el pensamiento aristotélico y hacerlo compatible con el
cristianismo) era la filosofía que dominaba Europa Occidental, el
fundamento filosófico se basaba en la doctrina de Aristóteles, en la medicina
se tomó de Galeno y de Hipócrates sus método y obras. En esta época de la
historia las sociedades desarrollaron una forma de mantener la salud basada en
el pensamiento del griego Galeno, el cual se basaba en el mantenimiento de la
salud a través del control de la dieta y la higiene.
Hasta fines del siglo XV los conocimientos teóricos de la medicina se
basaban en la teoría humoral con agregados religiosos, de astrología y patología,
basaba en las cualidades de los humores, ‘sanguíneos (o de mucha sangre), flemático
(o acuoso), colérico (violento, debido a la bilis amarilla), melancólico
(deprimido, debido a la bilis negra) y se explicaba la mayoría de las
enfermedades como un exceso o deficiencia de lo que en el viejo sistema se
llamaba humores corporales’[1].
El diagnóstico se basaba en la inspección de la orina, esputo y sangre, y
el tratamiento se basó en el principio griego contraria contrariis (lo contrario se cura con lo contrario), con
4 medidas generales: sangría por flebotomía o uso de sanguijuela, dieta para
evitar la producción de humor, purga derivada de whdw egipcio y drogas. Los
médicos no practicaban la cirugía, lo hacían cirujanos y barberos (estos no
hablaban latín, no asistían a universidades y eran considerados de escasa
educación y clase baja).
Medicina
Occidental: El Monacato
Hasta el siglo X la ciencia del occidente europeo estuvo supeditada a los
restos de los saberes clásicos guardados por los monjes que practicaban la
medicina teúrgica, con milagros de santos, reliquias sagradas y lo sobrenatural.
La práctica de la medicina estaba en manos de los monjes y de un reducido
número de profesionales laicos cristianos y judíos. Luego se difundieron los
conocimientos con la creación de las escuelas catedralicias fundadas por Carlo Magno
en el siglo VIII, donde se autoriza la enseñanza de la medicina.
Hasta mediados de la alta edad media la medicina se ejerció principalmente
en los monasterios, el primero en fundarse fue el de los Benedictinos en el año
529, el monasterio de Montecassino. En los siglos siguientes se fundaron otros
en España, Francia, Alemania e Irlanda. Hacia el inicio de la alta edad media
cobraron importancia las escuelas catedralicias, como por ejemplo la Escuela de
Chartres.
Más
adelante, por el deseo y ansias de conocimientos y saber de los feligreses y
las nuevas sociedades, la Iglesia funda las Universidades y los hospitales, los
monasterios que estaban diseminados por todas las rutas fueron hogar, asilo,
hospital y centro de la vida medieval en donde se guardaron y tradujeron lo
mejor de las civilizaciones greco - romana - bizantina.
Para el
cristianismo de la época la enfermedad era el castigo a pecadores, la posesión
por el demonio o la consecuencia de una brujería. Por lo tanto el mejor remedio
era la oración y la penitencia para alejar el mal.
El gran
aporte del monacato y de la medicina cristiana en la edad media fue la creación
de hospitales para el cuidado de enfermos, abandonados y ancianos, que antes de
su creación eran abandonados a su suerte. Esta labor de protección acompañada
de los cuidados y el amor al prójimo que profesaban los monjes son las bases de
los hospitales y casas de acogidas de la actualidad.
Medicina
Árabe
La
literatura griega llegó a los árabes por medio de sectas cristianas expulsadas
del Imperio Bizantino. En el siglo X estaban traducidas al árabe todas las
obras importantes de la medicina griega en Damasco, El Cairo y Bagdad. De ahí
en adelante se desarrolló una literatura médica propiamente árabe. En los
siglos XI y XII se hicieron las primeras traducciones de obras médicas clásicas
del árabe al latín, a través de los árabes el Occidente medieval conoció la
literatura.
La
influencia árabe se ejerció principalmente a través de España, también a través
del comercio del Mediterráneo especialmente de ciudades italianas y por el
contacto entre Occidente y el mundo árabe en las cruzadas en los siglos XI al
XIII.
‘La
medicina árabe fue una medicina hipocrática clásica. Tenía sí con la medicina
medieval algunos rasgos comunes: sujeción a los autores considerados
autoridades, abandono de los estudios anatómicos, desinterés por la cirugía,
apego a la cauterización, observancia de la tesis del pus laudabilis en
cirugía. Pero ya en el siglo IX se combatía la charlatanería, se propiciaba una
formación general del médico, se estimulaba la observación, se fomentaba la
salud pública, se abogaba por un control central de la medicina. Los progresos
aportados por la medicina árabe fueron la construcción de hospitales, nuevas
observaciones clínicas especialmente en enfermedades infecciosas y oculares y
la ampliación de la farmacopea’[2].
Pero sin embargo el progreso más importante realizado por los médicos
musulmanes fue en el campo de la cirugía. Ya en el siglo XI sabían cómo tratar
cataratas por prolapso o extracción del cristalino, litotricia y hemorragias;
sabían cómo usar los cáusticos y sedales y practicaban la cauterización.
Conocían los anestésicos que, generalmente, están considerados como un
descubrimiento moderno. Frecuentemente antes de una operación dolorosa,
administraban una droga hecha de una planta llamada "cizaña" hasta
que el paciente quedaba completamente inconsciente.
En la
medicina árabe de la época dos son los médicos más famosos: Rhazes y Avicena,
ambos de origen persa. Rhazes inclinado a la historia clínica, al caso
singular. Avicena en cambio, era un aristotélico interesado en lo general,
construyó un inmenso sistema unitario que comprendía la totalidad del saber
greco-árabe.
Ibn
Sina
Fue un médico
y filósofo persa, nació en el 980 en Bujará, actual Irán. Sus trabajos influyen
en el pensamiento escolástico de la Europa medieval, especialmente en los
franciscanos. Educado por su padre en Bujará, a los 10 años ya había memorizado
el Corán y numerosos poemas árabes.
Primero estudió filosofía, derecho, matemáticas y en particular, la
geometría de Euclides. A los 16 años comenzó a estudiar medicina, hasta recibir con solo 18 años la protección de su
príncipe Nuh ibn Mansur, lo cual le permitió entrar en contacto con la
biblioteca de la corte samanida. Su vida sufrió un brusco cambio con la muerte
de su padre y la caída de la casa samanida por obra del caudillo turco Mahmud
de Ghazna.
Durante el siguiente período de su vida ejerció la medicina en diversas
ciudades de la región de Jorasan, hasta recalar en la corte de los príncipes
Buyid en Oazvin. En estos lugares no encontró el soporte social y económico
necesario para desarrollar su trabajo, por lo que se trasladó a Hamadan, ciudad
gobernada por otro príncipe Buyid Shams ad Dawlah, bajo cuya protección llegó a
ocupar el cargo de visir, lo que le valió enemistades que le obligaron a
abandonar la ciudad tras la muerte del príncipe.
Fue en esta época cuando escribió sus dos obras más conocidas el Kitab
ash-shifa, una extensa obra que versa sobre lógica, ciencias naturales (incluso
psicología), el quadrivium (geometría, astronomía, aritmética y música) y sobre
metafísica, en la que se reflejan profundas influencias aristotélicas y
neoplatónicas, el Al-Oanun Fi At-Tibb (canon de medicina), el libro de medicina
más conocido de su tiempo, es una compilación sistematizada de los
conocimientos sobre fisiología adquiridos por médicos de Grecia y Roma, a los
que se añadieron lo aportado por antiguos eruditos árabes y en menos medida por
sus propias innovaciones. Además escribió un libro de “Remedios para el
corazón” y algunos poemas sobre medicina. Su farmacopea comprendía alrededor de
760 fármacos.
Por último se trasladó a la corte del príncipe Ala Ad Dawlah, bajo cuya
tutela trabajo el resto de sus días hasta su muerte en 1037.
"Próximo
a Hamadán en pleno desierto se sintió enfermo de un cuadro intestinal,
Conociendo la medicina como él la conocía, se dio cuenta de que su vida llegaba
a su fin. Con una entereza de espíritu realiza sus abluciones, reparte sus
bienes, libera a sus esclavos y perdona a sus enemigos mientras sus discípulos
le leen el Corán. Dignamente espera a Izra`il y así en el 428 de la Hégira,
1037 d. C., fallece a los 57 años el "Príncipe de los médicos"; él último
día del Ramadán cuando la trompeta anunciaba el fin del ayuno".[3]
Su cuerpo fue
trasladado a Hamadán donde es enterrado. En el año 1950 se construye un
mausoleo diseñado por el arquitecto iraní Juseng Saihun. En él además de una
amplia biblioteca, descansan sus restos rodeados de doce columnas que
representan a las 12 ciencias que cultivó.
Abu Ali Al Hussein Ibn Abdallah, conocido en oriente como Ibn Sina y en el
resto del mundo como Avicena, fue sin duda el más grande de todos los médicos
musulmanes.
La salud
para Avicena no venía del médico “La salud la proporciona un principio
muy superior al médico, el principio que proporciona exclusivamente a la
materia su forma esencial. Su esencia es más notable que la materia”
Canon
de Avicena
El canon de medicina es una obra de 50 partes que trata de la teoría
médica. Esta obra que contiene alrededor de un millón de vocablos, es tal vez
la de mayor influencia que haya existido, fue estudiada durante 6 siglos, y
traducida al latín en el siglo XII.
Se publicó en lengua árabe en Roma en el año 1593, apareció una edición de cinco
tomos que trataban respectivamente de fisiología, higiene, terapéutica y
materia médica.
Durante
seiscientos años, desde el siglo XII hasta el siglo XVIII, esta obra maestra
sirvió como base de los estudios médicos en todas las Universidades francesas e
italianas. Durante el siglo XV fue editada quince veces en latín y una vez en
hebreo. Se imprimió una y otra vez hasta el siglo XVIII e incluso a principios
del siglo XIX se dieron clases ex cátedra sobre este trabajo en la Facultad de
Medicina de Montpellier.
Fue escrito en el 1012 d. C., Consta de cinco Katub cada
uno de ellos dividido en Funun, que a su vez se subdividen en Te-alim,
Fusul y Maqalat. El primero de ellos trata sobre los principios
generales de la Medicina y su radio de acción se ocupa de la constitución
humana, hace hincapié en la edad y el sexo y en la naturaleza de los órganos y
de los humores, describe la anatomía y se adentra en las enfermedades,
etiología y prevención. El segundo, que se divide en dos partes, trata sobre la
naturaleza de los medicamentos. El tercer volumen se ocupa sobre la etiología,
síntomas, diagnóstico, pronóstico y tratamientos; el cuarto se refiere a las
enfermedades en general; y el quinto sobre las preparaciones y formas de los
remedios[4].
Ibn Sina diferenció
las parálisis faciales importantes y originales, las parálisis faciales entre
las centrales y periféricas como también las diferentes clases de ictericias;
consideró a la tuberculosis como una enfermedad contagiosa; describió a la
meningitis, la viruela, la escarlatina, el sarampión, las inflamaciones de la
pleura y la mediastinitos; al ántrax lo llamó "el fuego persa" y por
supuesto las enfermedades de la piel, en especial la lepra y en la de los ojos
el tracoma; hizo un análisis de la diabetes que no tiene mucha diferencia con
la que realizó ocho siglos después Thomas Willis.
Describió la
anatomía del ojo humano, en especial de sus músculos y funcionamiento. Reseñó
una nueva teoría sobre la visión:
"No es un espíritu que saliendo del ojo encuentra y
envuelve el objeto lo que origina la visión, sino que es la forma del objeto
percibido lo que pasa dentro del ojo y es transmitida por su cuerpo
transparente; esto es el cristalino".[5]
También elaboró
toda una serie de procedimientos diagnósticos, investigó sobre el pulso, las
fiebres, la orina y la percusión; sospechó que en el aire y el agua podía haber
organismos minúsculos que podían transmitir enfermedades. Avicena considerabas a
la medicina como teórica y práctica; y a su vez la subdividía en curativa y
preventiva.
Dio
interesantes consejos sobre la higiene del cuerpo y del sexo, en las mujeres
indicaba el uso de los tampones, también lo que se debe comer y beber, los
cuidados que se deben adoptar en las diferentes épocas del año y sobre el
cuidado que se debe dar a los ancianos y a los niños.
A sus
discípulos les inculcaba que en medicina lo primero era la observación seguida
de la reflexión para finalizar en la deducción y el tratamiento, y así
expresaba que:
"La ciencia y la medicina se ocupan del cuerpo, la
filosofía de la mente y del alma; tan necesarios para ser buen médico".[6]
En cirugía
describió las hernias, las deformidades de la columna las fracturas y
luxaciones, realizó amputaciones, menciona al fórceps como un instrumento para
extraer al bebe vivo y no como un elemento para la extracción de la criatura
muerta; describió y fabricó instrumental quirúrgico, diagnosticó la enfermedad
del costado (apendicitis); dijo que es superior el uso de la cerda en las
fístulas de ano que el uso del lino, dado que éste se pudre rápidamente.
Dentro de
los consejos prácticos en cirugía dijo que en las heridas de cualquier
etiología, para prevenir las infecciones, se debe drenar bien la sangre:
"pues si la sangre se infecta en la llaga, hay que suprimirla a toda costa
y deprisa".
Como
anestésico usaba una combinación de flores de adormidera blanca, beleño y aloe
que se hervían y se daban a beber al paciente.
Avicena consideraba
a la cirugía como una rama aparte de la Medicina, de una categoría menor. Esta
creencia tardó siglos en cambiar, tanto en Oriente como en Occidente.
En ese mundo
complejo como era la Edad Media, Avicena, un gran pensador y sabio islámico, se
encontró en el momento preciso cuando se cruzaron civilizaciones, épocas e
ideas. Fue uno de los más grandes espíritus universales de nuestros tiempos.
La
influencia y los escritos de Avicena penetran en Occidente por la España
musulmana o al-andaluz, estos fueron el fermento del renacimiento europeo y
gracias a esto es que conocemos a los clásicos de la Medicina.
Según cuenta
la leyenda, Avicena quiso vencer a la muerte. Dejó para ello cuarenta preparaciones
que se le debían administrar cuando se produjera su paso de la vida a la
muerte. Cuando esto ocurre sus discípulos observan que a medida que se
administraban las preparaciones volvía la vida al maestro. Tanta era la emoción
de los presentes que cuando se le va a administrar la última poción, ésta se le
cae de las manos a uno de ellos y desaparece en la arena.
A pesar de
esta anécdota, Avicena logró la inmortalidad en la memoria de los hombres.
[1] J.A. Hayward, Historia
de la Medicina. Fondo de Cultura Económica, México 1993.
[3] Guardo, San Martin, De Gracia, Palma, Antonio J.,
Gustavo, Alejandro, Juan B. Historia
de la Medicina, el despertar de la medicina árabe en la edad media algunos de
sus médicos. II parte publicada en el vol. 121- Nº 1 de 2008 Revista de la
Asociación Médica Argentina.
[4] Guardo, San Martin, De Gracia, Palma, Antonio J.,
Gustavo, Alejandro, Juan B. Historia
de la Medicina, el despertar de la medicina árabe en la edad media algunos de
sus médicos. II parte publicada en el vol. 121- Nº 1 de 2008 Revista de la
Asociación Médica Argentina.
[5] Guardo, San Martin, De Gracia, Palma, Antonio J.,
Gustavo, Alejandro, Juan B. Historia
de la Medicina, el despertar de la medicina árabe en la edad media algunos de
sus médicos. II parte publicada en el vol. 121- Nº 1 de 2008 Revista de la
Asociación Médica Argentina.
[6] Guardo, San Martin, De Gracia, Palma, Antonio J., Gustavo, Alejandro,
Juan B. Historia de la Medicina,
el despertar de la medicina árabe en la edad media algunos de sus médicos.
II parte publicada en el vol. 121- Nº 1 de 2008 Revista de la Asociación Médica
Argentina.
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