Dentro
de la Edad Media, surgen tres religiones y culturas que se extienden hasta la
actualidad, el cristianismo con su base en Roma y que engloba principalmente a
Europa y América, Bizancio que se expande con el Imperio Bizantino y que actualmente
se encuentra en Europa Oriental, y el Islam, religión que nace en la Edad Media
y que tiene su base en un principio en los países árabes, extendiéndose hasta
Asia y África.
“Cuando nosotros en el mundo occidental, enraizados en la
tradición occidental, utilizamos las palabras "Islam" e "islámico" tendemos a cometer el lógico error de dar por sentado
que la religión significa para los musulmanes lo mismo que significo en el
mundo occidental, sobre todo en la Edad Media, esto es, una sección o
compartimiento de la vida reservado para ciertos temas y separado, o al menos
separable, de otros compartimientos dispuestos para albergar otros asuntos. No
es así en el mundo islámico”. (Lewis 13) Desde nuestra historia, la Iglesia y
el Estado se terminaron de separar con el liberalismo y la Revolución Francesa,
para los musulmanes es una realidad hasta nuestros días que su religión
determine las políticas de Estado.
Del
Islam es muy poco lo que sabemos como occidentales, si bien en la actualidad ha
estado en la palestra pública debido a los constantes ataques terroristas y la
guerra en Siria, la mayoría de los occidentales no nos encontramos
familiarizados con su cultura y religión.
La Historia
del Islam se remonta hasta el siglo VII, en la ciudad de La Meca, en la
península arábica, en donde Mahoma afirmó estar recibiendo revelaciones de
Dios,
“El mensaje implícito en tales revelaciones era simple y
terminante: los hombres debían darse cuenta de una vez por todas de que existe
un solo Dios, y de que era preciso dejar de adorar a otras deidades.
Omnisciente y omnipotente, pero también clemente y misericordioso, el Dios
único exigía a los hombres una completa sumisión a sus dictados”. (Manzano 12)
Dios,
antes había intentado entregar sus mensajes a judíos y cristianos pero distorsionaron
su contenido, según Manzano,
“la revelación encomendada a Mahoma se presentaba, por lo
tanto, como un eslabón más en la cadena de intentos que el Dios único había
hecho para manifestarse ante los hombres, pero tal eslabón presentaba una
peculiaridad importante: iba a ser el último y definitivo, el que sellará para
siempre la revelación divina hasta la llegada del Día final”. (12)
Debido
a la época y la situación de medioriente el mensaje entregado por el profeta
“no conoció una unidad política y cultual homogénea como la que había
representado el Imperio Roma”, (Manzano 12) para el desarrollo del
cristianismo.
Debido
a esta falta de institucionalidad política y cultural que presentaban los
países árabes en la época, en Mahoma se entremezcló el rol de hombre de Estado
y figura religiosa,
“entremezclado de esta forma el contenido de su mensaje
religioso con las propias circunstancias políticas que le habían tocado vivir,
la posterior carrera de Mahoma habría estado condicionada por una doble
vertiente que M. Watt ha definido, tal vez algo exageradamente, como la de un
profeta y un hombre de estado. En calidad de profeta, Mahoma se presenta como
el recipiendario de la Revelación definitiva que ha sido transmitida por Dios,
y que con el paso del tiempo acabará siendo recopilada en un libro que con el
nombre de Corán reproduce palabra por palabra el contenido de los mensajes
directamente emanados de Dios, un rasgo éste muy importante. Como hombre de
estado la tradición musulmana representa la carrera de Mahoma como orientada, a
su vez, en una doble faceta; una interna, en calidad de organizador de la
comunidad formada por sus seguidores –un aspecto éste que también tendrá
importantes repercusiones en el futuro-, y otras externa que se verá marcada
por el enfrentamiento político y bélico que Mahoma tuvo que emprender contra
sus conciudadanos de La Meca.” (Manzano 12-13)
En
vida, Mahoma nunca especificó como se debía organizar el Estado musulmán, lo
que trajo muchos problemas en la sucesión del poder. Sin embargo, durante su
vida creo una comunidad seguidora de las reglas del Corán y con sus propias
tradiciones. “La predicación de Mahoma había originado una comunidad
comprometida a vivir en armonía con las normas contenidas o implícitas en el
Corán”. (Hourani 90)
Con
la muerte de Mahoma, desaparece la figura del profeta pero esto no implica la
disolución de la umma, por el
contrario la comunidad tiene un nuevo liderazgo, los califas, quienes asumen la jefatura religiosa y la función política
de Mahoma, continuando el rol de Estado que ejercía el profeta. El califa era
la cabeza del Islam, dirigía el estado, de él derivaba todo el poder y todos
los funcionarios de la administración central (diwan).
Los
primeros califas sucesores del profeta, utilizaron el modelo de la umma, creado por Mahoma y
“uno de los mejores aciertos de Muhammad en esta época fue
la promulgación de una disposición según la cual todos los habitantes de Medina
constituirían, en adelante, una sola comunidad (ummah) bajo su mando. De esta manera, los diversos grupos étnicos y
tribales quedaban integrados en una única entidad política, conservando su
personalidad y sus creencias y costumbres, sin que fuese obligatoria la
aceptación del islam”. (Bramon 44)
Concepto de Estado
La palabra Estado proviene del latín
status, que se traduce como “la
condición de ser” y es utilizada por Nicolás Maquiavelo en su obra El Príncipe. Según Francisco Porrúa
Pérez en su obra Teoría del Estado,
“el Estado es una sociedad humana, establecida en el
territorio que le corresponde, estructurada y regida por un orden jurídico,
creado, aplicado y sancionado por un poder soberano, para obtener el bien
público temporal”. (26) Según esta definición, “el Estado es una sociedad de
hombres que conviven aunando sus esfuerzos y aspiraciones para lograr el bien o
perfeccionamiento total de la propia comunidad social y de todos y cada uno de
los hombres que la integran obedeciendo a un grupo gobernante”. (Porrúa 29)
Según Porrúa, existen antecedentes
del Estado en culturas de la Antigüedad y la Edad Media anteriores a la idea
del Estado Moderno, “por tener en su base sociedades de hombres que
combinaban sus esfuerzos y se sometían a una dirección o gobierno propio con
objeto de obtener el bienestar general. (29)
Dentro
de estos antecedentes nombra a la sociedad China gobernada por un monarca,
quien perpetuaba el poder hereditariamente. En el Antiguo Oriente existieron
culturas como Egipto, Persia, Asiria, Babilonia e Israel, en donde se
presentaron Estados despóticos o Estados teocráticos. Las ciudades Estado
griegas como Esparta y Atenas, también son un claro antecedente de los Estados
Modernos. En la sociedad espartana, se aprecian las características del
“sacrificio de la persona humana en aras de la comunidad política, subordinando
al poderío de ésta todos los valores individuales”. (Porrúa 51) Y la democracia
ateniense en donde los habitantes de la polis tomaban parte de las tareas de
gobierno.
La
civitas romana, es el ejemplo más importante de los Estados antiguos. En sus
primeros tiempos fue una monarquía, que luego paso a República y termino siendo
un Imperio. En la Edad Media, la Iglesia aprovecho las instituciones y la
estructura del Imperio Romano, y se mezcló con la institucionalidad política de
la época. “Las palabras divinas contenidas en el Evangelio de San
Mateo: "Dad al César, lo que es del César, y a Dios, lo que es de
Dios", indicaron la presencia de las dos esferas sociales con distinto
ámbito de validez: la Iglesia y la sociedad política”. (Porrúa 70)
En el siglo XI, con el Sacro
Imperio Romano Germánico, “fueron apareciendo controversias entre el poder
espiritual y el temporal que culminaron con la querella de las investiduras,
cuya base fue si el Emperador tenía o no potestad para conferir la dignidad eclesiástica
a las jerarquías religiosas”. (Porrúa 76)
A comienzos de la Edad Moderna
con el Renacimiento y la Reforma Protestante, que dividió al cristianismo,
“hubo además un acontecimiento de fundamental importancia: el fortalecimiento
del poder de los monarcas frente a los señores feudales, que motivó la
unificación nacional y dio como resultado el nacimiento del Estado moderno”. (Porrúa
86)
Para Ullmann, el concepto de
Estado solo comienza a utilizarse a partir del siglo XIII, basado en la obra de
Aristóteles,
“en el
periodo medieval anterior al siglo XIII resultaba por completo desconocido el
concepto de Estado como conjunto independiente, autosuficiente y autónomo de
ciudadanos que viven, por así decirlo, de sí mismos y según sus propias leyes.
Este concepto surgió en el siglo XIII a consecuencia de la influencia del
filósofo griego Aristóteles”. (19) Además precisa que los términos Estado ni político
se utilizaban en esa época, “No se usaban el término "Estado" ni
el termino "político", sino "gobierno" (gubernatio,
gubernaculum o gubernator), el cual estaba en relación con el concepto romano
de - jus dicere (jurisdicción)”. (Ullmann 19)
Con el Renacimiento italiano
surge “la concepción del Estado moderno. El pensamiento de Maquiavelo desborda
sin duda, muchos de los rasgos de la sociedad política antigua. Ya se ve el
nacimiento del Estado moderno concebido con su ingrediente específico de
soberanía”. (Porrúa, 83)
Por lo tanto, la idea de
Estado Moderno, surgió gracias a las características propias del mundo
occidental y sobre todo al rol de la Iglesia Católica en la Edad Media,
“La
Iglesia con su tradicional unidad. Ofrecía al mundo un ejemplo magnífico de
concepción monista de las organizaciones y sirvió de esta manera indirecta a la
construcción unitaria o monista del Estado moderno. Éste surgió al tenerse la
concepción del mismo como unidad que superaba al dualismo existente entre rey y
pueblo y entre poder espiritual y temporal que caracterizó las sociedades
políticas de la Edad Media”. (Porrúa, 83-84)
La lucha entre el Estado y la
Iglesia, que venía desde la Edad Media, finalmente se resuelve “a favor del
Estado, relegando a la Iglesia a su esfera y aún, en algunos casos, relegándola
a un término de subordinación”. (Porrúa, 84)
El concepto de Estado Moderno
difiere de las organizaciones políticas de la Antigüedad,
“el
dualismo que distingue a gobernantes y gobernados en la Edad Media, aun cuando
fue superado, dejó hondas huellas en el Estado moderno. El individuo, hasta que
surgieron los regímenes monstruosos del siglo xx, nunca fue devorado totalmente
por la organización política. Con mayores o menores restricciones siempre se le
reconoció una esfera de derechos individuales y esto como una consecuencia del
dualismo medieval entre príncipe y pueblo entre gobernantes y gobernados. El
dualismo entre Estado e Iglesia, reflejado en las luchas del Tiempo Medio, se
ha resuelto por la delimitación de las diversas esferas de soberanía espiritual
y temporal”. (Porrúa, 85)
Para los Estados Modernos, “la
libertad religiosa es una de las conquistas inalienables de la persona humana.
Las creencias religiosas deben significar una barrera infranqueable para la
actividad estatal que debe respetarlas”. (Porrúa, 85) La principal
característica del Estado Moderno es la afirmación de la existencia del
individuo con derechos personales, los que se consagran en las Constituciones.
El
concepto que tenemos en el mundo occidental acerca del Estado Moderno, si bien
tiene ciertas características similares al concepto de Estado para el Islam, no
comparte la misma Historia, y al no tener una raíz común como es el caso de los
Estados cristianos occidentales, no podemos aplicar este concepto para
referirnos al Islam originado en el siglo VII.
Además
el concepto de Estado creado en el Renacimiento, resulta anacrónico al
aplicarlo en el mundo del Islam creado por el profeta.
“Es común que encontremos referencias al “Estado” creado
por Muhammad. Sin embargo, la utilización del concepto es anacrónica, pues se
entiende al Estado -desde una perspectiva histórica- como una creación propia
del Mundo Moderno. Dentro del contexto en el cual es utilizado, se entiende que
es para explicar una realidad política organizada, cuyos elementos más claros
se manifiestan en el marcado tono legislativo que adquiere el Corán y, también,
la Tradición”. (Campanini 2003) (Melo 173)
Otra
diferencia entre el Islam y la cultura occidental es que,
“En el islam clásico no había diferencia entre Iglesia y
Estado… En el Islam anterior a la occidentalización no había dos poderes, sino
uno sólo, y, por tanto, no pudo surgir la cuestión de la separación. La
distinción entre Iglesia y Estado, tan profundamente arraigada en el
Cristianismo, no existía en el Islam, y en árabe clásico, como en otras lenguas
cuyo vocabulario intelectual y político deriva de aquél, no había parejas de
palabras que correspondiesen a espiritual y temporal, laico y eclesiástico,
religioso y secular”. (Lewis 13) Por lo que además de no tener una historia en
común, jamás se separó la función del Estado del ámbito religioso como si
sucedió en occidente, tan así que, “ni siquiera en el lenguaje moderno hay un
equivalente musulmán para "Iglesia", en el sentido de "organización eclesiástica". Las distintas palabras que
significan mezquita se refieren solo a un edificio que es el lugar de culto, no
una abstracción, una autoridad o una institución”. (Lewis 14)
Para
el mundo musulmán, es el Islam el que crea las leyes no el Estado, y estas
leyes se mantienen por que han sido reveladas por Dios en el Corán, por lo
tanto,
“el deber del gobernante es defender y apoyar, mantener y
reforzar la ley que le limita a él mismo tanto como al más humilde de sus
súbditos. Con estos propósitos puede imponer normas y disposiciones para
clarificar y aplicar la ley. No puede, en modo alguno, abrogar ni enmendar la
ley, ni le puede hacer adiciones”. (Lewis 61) A diferencia del Estado Moderno,
en donde es el Estado el que crea las leyes para proteger los derechos de los
hombres, pasando por encima de la religión.
La Sharia, la ley sagrada del Islam, abarca
todo tipo de actividades humanas, y por ende se preocupa de la organización del
gobierno,
“La función principal del gobierno es hacer posible que el
individuo musulmán lleve una vida musulmana recta. Esta es, a fin de cuentas,
la razón de ser del Estado, la única para la que Dios lo ha establecido y la
única por la que le ha dado autoridad sobre los demás. El valor del Estado y
las buenas o malas acciones de sus hombres se miden por el grado hasta el que
se cumple este propósito. El precepto básico de la vida política y social
musulmana, formulado generalmente como "hacer el bien y evitar el
mal", es así una responsabilidad compartida por el gobernante y el súbdito
o, en términos actuales, por el Estado y el individuo”. (Lewis 57-58)
También
existen visiones que indican que el Islam no fue pensado como un Estado, y más
bien se formó de acuerdo a la situación que se vivía en la época,
“los estudiosos que defienden esta postura establecen que
el pensamiento clásico islámico está basado en el principio de comunidad y no
de Estado o de una determinada idea de Estado. Lo anterior se justifica por el
hecho de que en ninguna parte del Corán habla de la promesa de un Estado o
cualquier forma de entidad política, salvo de la comunidad de creyentes
(Ghalioun 1999). Esto es tan así que en el Corán el Estado aparece como la
encarnación del mal. Desde esa óptica, el papel estatal habría sido asumido por
la religión. Esta organización religiosa se basa en un poder profético que
emana de una revelación y que busca preparar a los hombres para la vida
eterna”. (Melo 177)
Intentar estudiar el Islam desde una visión política o
solo religiosa, sería un error, ya que en el mundo musulmán ambos están ligados
desde un comienzo, si bien los estados islámicos en la Historia han tenido
similares características a los Estados Modernos occidentales, desde el punto
de vista político difieren en su forma de origen histórico y en la soberanía de
sus leyes. En el Islam las leyes no las crea el pueblo o la nación para salvaguardar
sus Derechos Humanos, las crea Dios, por lo tanto no se pueden modificar. De
igual forma y por esto mismo es que la religión sigue unida al Estado, y lo
seguirá estando mientras estos países sigan practicando el Islam.
Bibliografía
· Bramon, Dolors. Una Introducción al Islam: Historia,
Religión y Cultura. Barcelona: Editorial Crítica, 2009. Impreso.
· Houraní, Albert. La Historia de los Árabes. Barcelona: Ediciones
B, 2009. Impreso.
· Lewis, Bernard. El Lenguaje Político del Islam. Madrid: Editorial
Taurus Alfaguara, 1990. Impreso.
· Melo, Diego. “El
problema político en los albores del islam: la relación entre religión y la
política a partir de dos visiones historiográficas”. Revista de estudios
transfronterizos. Volumen IX. N°1 2007: 171-182. http://www.redalyc.org/html/3379/337930326007/ Web. 04 octubre 2017.
· Porrúa Pérez,
Francisco. Teoría del Estado. México:
Editorial Porrúa, 1999. Impreso.
· Ullmann, Walter. Historia del Pensamiento Político en la Edad
Media. Barcelona: Ariel Grupo Planeta, 2013. Impreso.